LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA XVI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A
«Dichosos en cambio los ojos de ustedes porque ven y sus oídos porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos ansiaron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron» Mt 13, 16-17.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 10-17
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les contestó: «A vosotros se les ha concedido conocer los secretos del Reino de los Cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender.
Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: “Oirán con los oídos sin entender; mirarán con los ojos sin ver; porque se ha endurecido el corazón de este pueblo, se han vuelto duros de oído, han cerrado los ojos. Que sus ojos no vean, ni sus oídos oigan, ni su corazón entienda, ni se conviertan para que yo los sane”. Dichosos en cambio los ojos de ustedes porque ven y sus oídos porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos ansiaron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron».
Palabra de Dios. Gloria a ti Señor Jesús.
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El pasaje evangélico de hoy se ubica en el “Discurso parabólico de Jesús”, en el capítulo 13 de Mateo, específicamente, entre la parábola del sembrador y su explicación. En el texto, los discípulos quieren saber por qué Jesús le habla a la multitud en parábolas.
Jesús instituye una nueva manera de hablar y de enseñar a la gente sobre Dios, de manera participativa y con autoridad. En las parábolas, con imágenes sencillas, Jesús realizaba comparaciones valiosas entre las cosas de Dios y las experiencias del pueblo.
Jesús, citando la profecía de Isaías, señala una diferencia notable: muchos entienden las imágenes de las parábolas, pero no comprenden su significado. Mientras tanto, sus discípulos creen y crecen espiritualmente a su lado. Así mismo, quienes no entienden los misterios salvíficos de Jesús pierden hasta lo poco que creen saber sobre Jesús y el Reino de los cielos.
De esta manera, Jesús se expresa con dureza de quienes no lo reconocen como el Mesías. Este mensaje contrasta con la bienaventuranza que dirige a quienes lo acogen: «Dichosos en cambio los ojos de ustedes porque ven y sus oídos porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos ansiaron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron».
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
Jesús es fuente de bienaventuranza y dicha eterna, es la luz que nos ilumina y disipa todas las oscuridades de nuestro corazón. Nuestro Señor Jesucristo es quien da sentido a nuestras vidas.
Descubramos, pues, a Nuestro Señor Jesucristo en su Palabra; en los indigentes, en los enfermos, en los inmigrantes, en los presos, en los marginados de este mundo. Descubramos a Nuestro Señor Jesucristo en la acción diaria y pidámosle que nos introduzca en la bienaventuranza luminosa de su verdad y de su amor.
Hermanos: a la luz del “Discurso parabólico de Jesús”, respondamos: ¿Reconocemos a Jesús como Nuestro Salvador? ¿Comprendemos el mensaje que Nuestro Señor Jesucristo nos da a conocer a través de su Palabra? ¿Lo ponemos en práctica en nuestra vida diaria? ¿Cuál es la parábola con la que más nos identificamos?
Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a reconocer a Nuestro Señor Jesucristo como Nuestro Salvador, y a comprender y poner en práctica sus enseñanzas.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Amado Jesús, haz que no endurezcamos nuestro corazón a tu Palabra y que tus enseñanzas las convirtamos en acciones evangelizadoras.
Amado Jesús, fortalécenos con tu Espíritu Santo para que tengamos siempre un corazón dispuesto a seguirte, haznos parte de la bienaventuranza luminosa de tu verdad y de tu amor.
Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto de Gregorio Magno:
«¿Quién me hubiera creído si yo hubiera querido ver en las espinas la representación de las riquezas? Sobre todo, por el hecho de que las espinas pinchan, mientras que las riquezas deleitan. Sin embargo, las riquezas son espinas porque laceran la mente con las picaduras de los pensamientos que llevan consigo; más aún, hieren y hacen brotar sangre cuando arrastran hasta el pecado.
Con razón el Señor no sólo las llama “riquezas”, sino “riquezas engañosas”: engañosas porque no pueden permanecer por mucho tiempo en nuestra posesión; engañosas porque no nos liberan de la pobreza. Sólo son verdaderas aquellas riquezas que nos hacen ricos en virtudes. Por consiguiente, hermanos, si codiciáis ser ricos, amad las verdaderas riquezas. Si buscáis la excelencia del verdadero honor, tended al Reino celeste. Si amáis la gloria de las dignidades, apresuraos para ser inscritos en la curia suprema de los ángeles y de los santos.
Custodiad en el corazón las palabras del Señor que oís con vuestros oídos. En efecto, la Palabra divina es alimento de la mente. Así como un estómago débil rechaza el alimento material, así puede ser rechazada la Palabra oída. Ahora bien, del mismo modo que el que no retiene los alimentos se encuentra, ciertamente, en peligro de muerte, temed también el peligro de la vida eterna si, después de haber recibido el alimento de la santa exhortación, no guardáis en la memoria las palabras de vida.
Cuidado: todo lo que hacéis pasa, y, queráis o no, cada día os acercáis, sin tener jamás ni un momento de pausa, al juicio eterno. ¿Por qué amar lo que debéis abandonar? ¿Por qué desatender aquello a lo que debemos llegar?… Sin embargo, aunque el terreno bueno da fruto con paciencia, las obras buenas que hacemos no son nada si no somos capaces de soportar también pacientemente los males. Cuanto más asciende alguien en la perfección, tanto más crece contra él la adversidad del mundo. De ahí se sigue que veamos a muchos que hacen el bien y, con todo, gimen bajo el peso de pesados fardos de tribulaciones.
Según la palabra del Señor, éstos dan fruto mediante la paciencia: acogiendo ahora con humildad los azotes, serán recibidos, después de los azotes, en el descanso celestial. Así, la uva que se pisa y se transforma en vino deleitoso; así la aceituna que se exprime con fuerza, se libera de su grasa y se transforma en aceite; así, mediante la trilla, se separa el grano del cascabillo y llega limpio al granero».
Queridos hermanos: hagamos el propósito de buscar con fe el gozo incomparable del encuentro personal con Nuestro Señor Jesucristo. Hagámoslo a través de nuestros hermanos que más necesitan ayuda material y espiritual, invitándolos a vivir esta experiencia inigualable.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.