JUEVES DE LA SEMANA XVII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA XVII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«El reino de los cielos se parece también a la red que se echa al mar y atrapa toda clase de peces; cuando está llena, la sacan a la orilla y sentándose recogen los buenos en canastos» Mt 13, 47-48.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 47-53

En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente «El reino de los cielos se parece también a la red que se echa al mar y atrapa toda clase de peces; cuando está llena, la sacan a la orilla y sentándose recogen los buenos en canastos. Lo mismo sucederá al fin de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. «¿Han entendido bien todo esto?».

Ellos le contestaron: «Sí». Entonces Jesús les dijo: «Todo escriba que se haya hecho discípulo del reino de los cielos, se parece a un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo». Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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El pasaje evangélico del día de hoy presenta la última de las siete parábolas del discurso de Jesús que Mateo ha recogido en el capítulo 13: la parábola de la red echada al mar. El texto también presenta la conclusión con la que Jesús termina el discurso, que es una expresión corta sobre lo nuevo y lo viejo.

En la lectura Jesús insiste en el juicio final, al igual que en la parábola de la cizaña: el fuego consumirá a la cizaña y los peces malos serán desechados.

De esta manera, Nuestro Señor Jesucristo muestra lo decisivo que significa para cada persona su respuesta de adhesión o no al Reino de los cielos. Y, con la conclusión sobre lo nuevo y lo viejo, Jesús hace ver que su presencia y su Palabra infunden en la vida de toda la humanidad una fuerza y ánimos siempre nuevos.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

En la parábola de la red echada al mar agitado, la red representa a Dios y a la Iglesia, y recoge en ella a toda la humanidad y la conduce a la orilla, que simboliza la luz auténtica del juicio divino, que servirá para separar a las personas buenas de las que no han cumplido Palabra de Dios.

Nuestro Dios nos ha concedido el don de la libertad, por ello, tenemos que elegir si decidimos seguir a Nuestro Señor Jesucristo o aceptamos las propuestas del mundo inspiradas por las tinieblas.

El juicio será al final de los tiempos, por lo tanto, no debemos juzgar, ni marginar a las personas; más bien, debemos obrar con paciencia y tolerancia, siempre dispuestos a ayudar a los hermanos a acercarse a la fuente de gracia, que es Nuestro Señor Jesucristo.

Hermanos: a la luz de la Palabra, respondamos de corazón: ¿Somos pacientes y misericordiosos con nuestro prójimo? ¿Ayudamos a nuestros hermanos que están alejados de Dios a acercarse a la fuente de agua viva que es Nuestro Señor Jesucristo? ¿Somos conscientes de que la Palabra de Dios es nueva a cada instante?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a promover y extender el Reino de los cielos, en el Santísimo Nombre de Jesús.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Espíritu Santo: fortalece, ilumina e inspira a la Iglesia para que extienda el Reino de los cielos a todos los confines de la tierra, llevando la Palabra y haciéndola realidad.

Padre eterno y misericordioso, te suplicamos que extiendas también tu Reino a las almas del Purgatorio; de manera especial, te pedimos por todos los agonizantes y por todos aquellos que partieron sin conocerte y alejados de ti. Ten misericordia Padre eterno.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Madre del Amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto de San Agustín:

«Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud”. ¿Qué significa esta justicia y esta rectitud? En el momento de juzgar reunirá junto a sí a sus elegidos y apartará de sí a los demás, ya que pondrá a unos a la derecha y a otros a la izquierda. ¿Qué más justo y equitativo que no esperen misericordia del juez aquellos que no quisieron practicar la misericordia antes de la venida del juez? En cambio, los que se esforzaron en practicar la misericordia serán juzgados con misericordia. Dirá, en efecto, a los de su derecha: “Venid, vosotros, benditos de mi Padre: heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”. Y tendrá en cuenta sus obras de misericordia: Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber, y lo que sigue.

¿Acaso, porque tú eres injusto el juez no será justo? O ¿porque tú eres falaz no será veraz el que es la verdad en persona? Pero, si quieres alcanzar misericordia, sé tú misericordioso antes de que venga. Perdona los agravios recibidos, da de lo que te sobra. Lo que das ¿de quién es, sino de él?

Si dieras de lo tuyo, sería generosidad, pero porque das de lo suyo es devolución. ¿Tienes algo que no hayas recibido? Estas son las víctimas agradables a Dios: la misericordia, la humildad, la alabanza, la paz, la caridad. Si se las presentamos, entonces podremos esperar seguros la venida del juez que “regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud”».

Queridos hermanos: desde lo más profundo de nuestro corazón, al culminar el discurso parabólico de Jesús, del capítulo 13 de San Mateo, hagamos el compromiso de volver a leer todo el capítulo y, pidiendo la inspiración del Espíritu Santo, orientemos nuestras obras de misericordia a quienes más lo necesitan en nuestro entorno, confiando plenamente en el Señor.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.