LECTIO DIVINA DEL MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A
«Ustedes ya están limpios por la palabra que les he anunciado. Permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes» Jn 15, 3-4.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 23, 27-32
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente diciendo: «¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que se parecen a los sepulcros blanqueados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo ustedes: por fuera parecen justos, pero por dentro están repletos de hipocresía y crímenes.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que edifican sepulcros a los profetas y adornan monumentos de los justos, diciendo: “Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas”!
Con esto atestiguan en contra de ustedes mismos, que son hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Completen pues lo que sus padres comenzaron!».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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El pasaje evangélico de hoy, como el de ayer, también forma parte del pasaje denominado “Invectiva contra los letrados y los fariseos” en el que Jesús censura siete veces su espiritualidad, son los siete “ayes” o “malaventuranzas” de Jesús.
Hoy meditamos los versículos 27 al 32. El texto de hoy presenta la sexta y séptima censura de Jesús a los letrados y fariseos. Estos dos últimos “ayes” refuerzan la crítica de Jesús a la incoherencia entre la palabra y el comportamiento.
En la sexta censura, entre los versículos 27 y 28, Jesús formula un duro diagnóstico sobre la vida moral de los fariseos, comparándola con “sepulcros blanqueados”. Con esta imagen Jesús condena a los que tienen una apariencia ficticia de persona correcta, pero cuyo interior es la negación total de aquello que quieren aparentar.
En la séptima y última censura, entre los versículos 29 y 32, Jesús acusa a los fariseos de los crímenes cometidos por sus antepasados contra los profetas y justos. Con su última expresión: «¡Completen pues lo que sus padres comenzaron!», Jesús se refería a su pasión y crucifixión, sabiendo que los fariseos ya habían decidido matarlo.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
En el pasaje evangélico de hoy, Nuestro Señor Jesucristo continúa llamando a la coherencia entre nuestro interior y el comportamiento que exhibimos cotidianamente.
Jesús señala que lo primero está en nuestro interior, en nuestro corazón y que nuestra conducta, es decir, lo exterior, es producto de nuestros sentimientos.
Si estamos alejados de los preceptos cristianos, la Palabra es una fuente de purificación que nos lleva a la experiencia personal con Nuestro Señor Jesucristo, al igual que la Santa Eucaristía, la adoración al Santísimo Sacramento y la oración.
Tengamos siempre presente lo que nos dice Nuestro Señor Jesucristo en el capítulo 15 de Juan, versículos 3 y 4: «Ustedes ya están limpios por la palabra que les he anunciado. Permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes».
Hermanos: meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿Somos fieles a las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo?
Hermanos: que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a incrementar nuestra coherencia entre nuestras creencias cristianas y nuestra conducta cotidiana.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Amado Jesús, con una plena disposición a seguirte, fortalece con tu Santo Espíritu nuestros esfuerzos para que nuestra conducta diaria sea coherente con tus enseñanzas.
Amado Jesús, que en ti habita toda la plenitud de la divinidad, mira con bondad y misericordia a las almas del purgatorio, y permíteles alcanzar la vida eterna en el cielo.
Madre Santísima, Madre de la Iglesia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos contemplemos a Dios con un texto de Simeón el Nuevo Teólogo:
«Que cada uno de nosotros se acuse y se reprenda a sí mismo – y no a Adán – por cualquier pecado en el que caiga, y cada uno de nosotros muestre una penitencia digna, si quiere conseguir de verdad la vida eterna en el Señor. Sin embargo, si no queréis y permanecéis en vuestro endurecimiento, esto es lo que dice el Señor: “Cuando, en efecto, tiemble la tierra, este el cielo descompuesto y se enrolle como un libro; quedarán aterrados frente a estas espantosas calamidades”.
Los que contradicen, murmuran o hacen todavía peor, ¿cómo se defenderán entonces? ¿Acaso dirán: “No hemos oído”, o bien: “Nadie nos ha avisado?”. Con razón se les podrá responder: “¡Cuántas cosas os he predicho, oh infelices, y cuantas exhortaciones os he dirigido por medio de los profetas, de los apóstoles, de todos mis siervos y hasta personalmente!? ¿No oíais decir en mis evangelios: “Haced penitencia”? Y aunque yo dijera: “Estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida” (Mt 7,14), ¿no estabais acaso sobre lechos blandos y buscabais la comodidad en todos?
Y cuando os decía: “El que quiera ser el primero, que sea el último de todos, el esclavo de todos y el siervo de todos” (Mc 9, 35 y 10, 44), ¿no preferisteis acaso los primeros puestos en la mesa y los primeros asientos, sitios preeminentes, autoridad, funciones, otros cargos, y acaso no os negasteis a someteros o a servir con humildad de ánimo al que era vil, pobre y rechazado?
Por eso os suplico a todos, padres y hermanos espirituales míos, y nunca cesaré de suplicar a vuestra caridad que ninguno de vosotros descuide su propia salvación (Heb. 2,3). Según las palabras del Señor, no cesemos de velar y orar, hasta que no pasemos a las bienaventuranzas del más allá y no consigamos los bienes prometidos por la gracia y el amor a los hombres de Nuestro Señor Jesucristo, a quien corresponde toda gloria por los siglos de los siglos. Amén».
Queridos hermanos: sigamos esforzándonos para que nuestro comportamiento sea coherente con las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo. Pidamos al Espíritu Santo los dones para obrar siempre en concordancia con el mandamiento del amor.
San Agustín dice: “Invocaré al Señor alabándole, y seré salvo de mis enemigos. Si te alabas a ti mismo, no te verás a salvo de tus enemigos. Invoca al Señor alabándole, y te verás libre de tus enemigos”.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.