JUEVES DE LA SEMANA XXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA XXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

MEMORIA OBLIGATORIA DE SAN GREGORIO MAGNO, PAPA Y DOCTOR DE LA IGLESIA

«No temas, desde ahora serás pescador de hombres» Lc 5, 10.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, y Él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de la orilla. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Remen mar adentro, y echen las redes para pescar». Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado toda la noche trabajando y no hemos sacado nada; pero, si tú lo dices, echaré las redes».

Y, puestos a la obra, pescaron una gran cantidad de peces que reventaban las redes. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador».

Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la cantidad de peces que habían pescado; lo mismo le pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas, desde ahora serás pescador de hombres». Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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Hoy celebramos a San Gregorio Magno, doctor de la Iglesia. Nació en Roma en el año 540. Estudió derecho y retórica. A los 34 años fue nombrado magistrado principal de Roma. Después de la muerte de su padre y atraído por la vida monástica, se hizo monje a los 38 años y a los 50 años fue papa.

San Gregorio Magno era un hombre de Dios; siempre estaba atento a las necesidades del prójimo. En tiempos difíciles, fue portador de paz y esperanza. Su vida y obra es una muestra de que Nuestro Señor Jesucristo es la verdadera fuente de la paz.

En el pasaje evangélico de hoy se narra el llamado de Jesús a los primeros discípulos. Con el signo de una pesca abundante, Jesús propone a Simón Pedro el desafío del llamado a seguirle de manera radical. Es una escena vocacional.

En el diálogo, Simón Pedro, que era un pescador experto, pone en duda las habilidades pesqueras de Jesús y, aunque no comprende el objetivo de Jesús, confía en sus instrucciones y obedece. El resultado de la faena fue sorprendente.

Simón Pedro se da cuenta que en la pesca de aquel día hubo una intervención divina, ante la cual confiesa: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador». Pero mientras le pide al Señor que se aleje de él, Jesús se acerca más a su corazón con un llamado vocacional: «No temas, desde ahora serás pescador de hombres».

Él y sus compañeros, a pesar de sus pecados y su miedo a la santidad, son invitados a creer en el evangelio y a proclamarlo para multiplicar las personas que se acercan a Dios como en la pesca milagrosa. Finalmente, en el texto, la barca representa a la Iglesia que da vida porque Jesús está en ella.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo, desde que tomó nuestra condición humana, siempre buscó discípulos, a quienes llamó “pescadores de hombres”. Y desde su gloriosa Resurrección, a través de su Santo Espíritu, sigue llamando discípulos y lo hace amorosa y misericordiosamente.

Todos los seres humanos tenemos la vocación de seguir a Nuestro Señor Jesucristo; para ello, es importante descubrir la atracción y la fuerza de su Palabra, y acercarse a Él sin temor.

Todos los seres humanos somos capaces de ser multiplicadores de la Palabra de Dios; invoquemos al Espíritu Santo para que perfile nuestra vocación de discípulos. Para ello, tengamos en cuenta el proceso vocacional: primero, buscar el encuentro personal con Jesús y la fe en Él; segundo, la conversión profunda y sincera (como la de Pedro) y, tercero, la decisión de seguir a Jesús.

Hermanos: meditando la lectura de hoy, contestemos: ¿Cómo respondemos a nuestra vocación de seguimiento a Jesús en nuestras familias, comunidades, trabajos, país y como habitantes de la creación de Dios?

Hermanos: que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a tener clara nuestra vocación y misión en nuestras vidas.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, Señor Dios nuestro, que cuidas a tu pueblo con misericordia y lo gobiernas con amor, por la intercesión del Papa san Gregorio concede el espíritu de sabiduría a quienes encomendaste la conducción de tu rebaño, y haz que la santidad de los fieles sea el gozo eterno de sus pastores.

Amado Jesús, tú que no nos pides que seamos perfectos, sino que te sigamos confiadamente, envíanos tu Santo Espíritu para que seamos tus discípulos en la misión de hacer realidad tu amor y misericordia en nuestras familias, comunidades, trabajos y por donde vayamos.

Espíritu Santo, que tu santa luz ilumine los corazones de toda la humanidad para que cada persona identifique su vocación de seguimiento laical o consagrado a Nuestro Señor Jesucristo, y la haga realidad con una plena disposición y con la fortaleza que tú nos infundes.

Amado Jesús, misericordia pura, recibe a las benditas almas del purgatorio en tu Reino y protege a las personas agonizantes en el tránsito hacia la vida eterna.

Madre Santísima, Reina de la paz, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito de San Gregorio Magno:

“El diablo atacó al primer hombre, nuestro padre Adán, por una triple tentación: gula, vanidad y codicia. El diablo fue vencido por Cristo, quien fue tentado de manera parecida a aquella por la que fue vencido el primer hombre. Igual que la primera vez, lo tentó a través de la gula: “Di que estas piedras se conviertan en pan”; a través de la vanidad: “Si eres Hijo de Dios, tírate abajo”; y, a través del deseo violento de una buena situación, cuando le enseña todos los reinos del mundo y le dice: “Todo esto te daré si te postras y me adoras”.

Es preciso resaltar, que cuando fue tentado, el Señor replica con textos de la Santa Escritura. Hubiera podido echar a su tentador al abismo solo con la Palabra que Él mismo era. Y, sin embargo, no recurrió a su gran poder; tan solo le puso delante los preceptos de la Santa Escritura. Es así como Jesús nos enseña a soportar la prueba, de manera que cuando los malos nos hacen sufrir, nos vemos impulsados a recurrir a la buena doctrina, antes que a la venganza.

Comparen la paciencia de Dios con nuestra impaciencia. Nosotros cuando hemos soportado injurias o sufrido ofensas, en nuestro furor, tendemos a vengarnos, o bien amenazamos con hacerlo. Nuestro Señor Jesucristo carga con la adversidad del enemigo, sin contestarle de otra forma que con palabras pacíficas”.

Queridos hermanos: estemos atentos para que la incredulidad que promueve el mundo no nos paralice y, con la invocación y ayuda del Espíritu Santo, nuestra fe se fortalezca y podamos ser discípulos de Nuestro Señor Jesucristo por donde vayamos.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.