MARTES DE LA SEMANA XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

FIESTA DE LA NATIVIDAD DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

«Miren: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”» Mt 1, 23.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 18-23

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Miren: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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Hoy celebramos la “Fiesta de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María, de la estirpe de Abrahán, nacida de la tribu de Judá y de la progenie del rey David, de la cual nació el Hijo de Dios, hecho hombre por obra del Espíritu Santo, para liberar a la humanidad de la antigua servidumbre del pecado” (Martirologio Romano).

Esta fiesta se remonta al siglo V, cuando se edificó una iglesia en Jerusalén, donde supuestamente había estado la casa de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Meditemos esta hermosa fiesta con un extracto de la Exhortación Apostólica Postsinodal «Sacramentum Caritatis» del papa emérito Benedicto XVI:

«Que María Santísima, Virgen inmaculada, arca de la nueva y eterna alianza, nos acompañe en el camino al encuentro del Señor que viene. En Ella encontramos la esencia de la Iglesia realizada del modo más perfecto.

La Iglesia ve en María, “Mujer eucarística” — como la llamó el Siervo de Dios Juan Pablo II —, su icono más logrado, y la contempla como modelo insustituible de vida eucarística. Por eso, … el sacerdote, en nombre de la asamblea litúrgica, afirma con las palabras del canon: “Veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor”.

Su santo nombre se invoca y venera también en los cánones de las tradiciones cristianas orientales. Los fieles, por su parte, “encomiendan a María, Madre de la Iglesia, su vida y su trabajo. Esforzándose por tener los mismos sentimientos de María, ayudan a toda la comunidad a vivir como ofrenda viva, agradable al Padre”. Ella es la “Tota pulchra”, Toda hermosa, ya que en Ella brilla el resplandor de la gloria de Dios. La belleza de la liturgia celestial, que debe reflejarse también en nuestras asambleas, tiene un fiel espejo en Ella. De Ella hemos de aprender a convertirnos en personas eucarísticas y eclesiales para poder presentarnos también nosotros, según la expresión de san Pablo, “inmaculados” ante el Señor, tal como Él nos ha querido desde el principio.

Que el Espíritu Santo, por intercesión de la Santísima Virgen María, encienda en nosotros el mismo ardor que sintieron los discípulos de Emaús, y renueve en nuestra vida el asombro eucarístico por el resplandor y la belleza que brillan en el rito litúrgico, signo eficaz de la belleza infinita propia del misterio santo de Dios. Aquellos discípulos se levantaron y volvieron de prisa a Jerusalén para compartir la alegría con los hermanos y hermanas en la fe. En efecto, la verdadera alegría está en reconocer que el Señor se queda entre nosotros, compañero fiel de nuestro camino.

La Eucaristía nos hace descubrir que Cristo muerto y resucitado, se hace contemporáneo nuestro en el misterio de la Iglesia, su Cuerpo. Hemos sido hechos testigos de este misterio de amor. Deseemos ir llenos de alegría y admiración al encuentro de la santa Eucaristía, para experimentar y anunciar a los demás la verdad de la palabra con la que Jesús se despidió de sus discípulos: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta al fin del mundo” (Mt 28,20)»

Hermanos: meditemos en nuestros corazones la Natividad de Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María. Detengámonos en su sentido profundo, ya que Dios es el protagonista de dicho nacimiento y del destino de la existencia de Nuestra Madre, que se lee en el pasaje evangélico de hoy.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, concede, Señor, a tus servidores el don de la gracia del cielo, para que, cuantos hemos recibido las primicias de la salvación por la Maternidad de la Virgen María, consigamos aumento de paz en la fiesta de su Nacimiento.

Padre eterno, te pedimos por la santa Iglesia, para que acogiendo con humildad y fe el don de la salvación, sea, cada vez más, canal de gracia y de perdón para la humanidad.

Padre eterno, te pedimos por todos los pueblos de la tierra, para que al compartir los bienes materiales, culturales y espirituales descubran el camino seguro de fraternidad que tú quieres de nosotros.

Padre eterno, te pedimos por los más necesitados de nuestra sociedad, para que reciban la ayuda por parte de quienes, como María, consagran su vida al servicio de los demás.

Amado Jesús, concede a los difuntos de todo tiempo y lugar tu misericordioso amor para que lleguen al banquete celestial; y no dejes que las almas de las personas moribundas se extravíen del camino que conduce a tu Reino.

Madre Santísima, Virgen y Madre de Dios, bendita y digna de toda veneración, nosotros celebramos tu nacimiento, ruega ante la Santísima Trinidad por nosotros. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, con un texto del Protoevangelio de Santiago:

«Y he aquí que dos mensajeros llegaron a ella, diciéndole: Joaquín, tu marido, viene a ti con sus rebaños. Porque un ángel del Señor ha descendido hasta él, diciéndole: Joaquín, Joaquín, el Señor ha oído y aceptado tu ruego. Sal de aquí, porque tu mujer, Ana, concebirá en su seno.

Y Joaquín salió y llamó a sus pastores, diciendo: Traedme diez corderos sin mácula, y serán para el Señor mi Dios; y doce terneros, y serán para los sacerdotes y para el consejo de los ancianos; y cien cabritos, y serán para los pobres del pueblo.

Y he aquí que Joaquín llegó con sus rebaños, y Ana, que lo esperaba en la puerta de su casa, lo vio venir y, corriendo hacia él, le echó los brazos al cuello, diciendo: Ahora conozco que Señor, mi Dios, me ha colmado de bendiciones, porque era viuda, y ya no lo soy; estaba sin hijo, y voy a concebir uno en mis entrañas. Y Joaquín guardó reposo en su hogar aquel primer día …

Y los meses de Ana se cumplieron y, al noveno, dio a luz. Y preguntó a lo portera: ¿Qué he parido? La partera contestó: una niña. Y Ana repuso: Mi alma se ha glorificado en este día. Y acostó a la niña en su cama. Y, transcurridos los días legales, Ana se lavó, dio el pecho a la niña y la llamó María.

Y cuando la niña llegó a la edad de tres años, Joaquín dijo: llamad a las hijas de los hebreos que estén sin mancilla, y que tome cada cual una lámpara, y que estas lámparas se enciendan, para que la niña no vuelva atrás y para que su corazón no se fije en nada que esté fuera del templo del Señor. Y ellas hicieron lo que se les mandaba, hasta el momento en que subieron al templo del Señor. Y el gran sacerdote recibió a la niña y, abrazándola, la bendijo y exclamó: El Señor ha glorificado tu nombre en todas las generaciones. Y en ti, hasta el último día, el Señor hará ver la redención por Él concedida a los hijos e Israel».

Queridos hermanos: hagamos el propósito de confiar en la intercesión de Nuestra Santísima Madre. No dejemos de asistir, aunque sea virtualmente, a la Santa Eucaristía, de agradecer y dialogar con Nuestro Señor Jesucristo a través de la Adoración al Santísimo Sacramento, y de rezar el Santo Rosario en la dulce compañía de Nuestra Santísima Madre María.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.