SÁBADO DE LA SEMANA XXV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA XXV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«Oigan bien esto y no lo olviden: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres» Lc 9, 44.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 43b-45

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: «Oigan bien esto y no lo olviden: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres». Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no podían comprenderlo. Y les daba miedo preguntarle acerca de esto.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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Nuestro Señor Jesucristo realizó los siguientes anuncios de su pasión y muerte:

  • Primer anuncio: en Mateo 16, versículos 21-23; en Marcos 8, versículos 31-35 y en Lucas 9, versículos 21-24. Ayer meditamos este primer anuncio con la lectura de Lucas.
  • Segundo anuncio: en Mateo 17, versículos 22-23; en Marcos 9, versículos 30-32 y en Lucas 9, versículos 44-45.
  • Tercer anuncio: en Mateo 20, versículos 17-19; en Marcos 10, versículos 32-34 y en Lucas 18, versículos 31-34.

El pasaje evangélico de hoy presenta el segundo anuncio de la Pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Sus discípulos no entendieron este anuncio porque no comprendían y, en su razonamiento, no podían aceptar que el Mesías sea siervo de la humanidad. Por ello, prefieren seguir en su ignorancia por temor a preguntarle.

Ellos imaginaban un mesías con glorias humanas, que liberaría a Israel de la dominación romana. Necesitaban tiempo y la gracia del Espíritu Santo para dar el salto espiritual de la comprensión divina.

El anuncio de su pasión, muerte y resurrección es una muestra de cómo, en medio de las manifestaciones de la admiración general, Nuestro Señor Jesucristo no distrae el rumbo de su ministerio.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Así como los discípulos de Jesús, nosotros también necesitamos tiempo, reflexión y los dones del Espíritu Santo para comprender y aceptar la verdad plena de Nuestro Señor Jesucristo.

Muchas veces, nosotros y otros hermanos, hemos experimentado la intranquilidad propia de la búsqueda de la paz espiritual en los lugares equivocados y, por miedo a cambiar nuestros esquemas humanos, hemos preferido continuar con esa vida, confiando equivocadamente solo en nuestras propias fuerzas.

En estos casos, y siempre, es importante pedir los dones del Espíritu Santo para que nos ayude a canalizar nuestras búsquedas a través de los medios adecuados y, así, emprender el camino de regreso a Dios, al seguimiento de Nuestro Señor Jesucristo.

Así mismo, de la misma manera con la que Nuestro Señor Jesucristo abrazó la cruz, de esa manera, Él quiere que el seguimiento de todos nosotros no excluya esta realidad. Por eso, pidamos al Espíritu Santo los dones para perder el miedo a la cruz y comprender que el seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo es un camino de entrega total. Una entrega que es imposible para el ego.

Hermanos: cada uno de nosotros está llamado a responder ¿Quién es Jesús? Las respuestas no deben considerar nuestros conocimientos sobre Él, sino que debemos abrir nuestro corazón al misterio del Amor de los amores, con el fin de llegar, como Pedro, a comprender que Nuestro Señor Jesucristo es la fuente de la misericordia y de la sanación integral de toda la humanidad, que Él es la salvación para todos.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús, concédenos el coraje de dejarlo todo para seguirte por donde tú nos digas. Haz que, impulsados por tu amor, aceptemos sin dudas seguirte en cualquier travesía que nos propongas.

Amado Jesús, enséñanos a entender tu mensaje y fortalécenos con tu Santo Espíritu para cumplir la misión que nos encargas, aceptando y llevando nuestra cruz. Haz pura y ardiente nuestra oración, con la certeza de que tú puedes intervenir en favor de los que te necesitan en cualquier momento.

Amado Jesús, te suplicamos abras las puertas de tu Reino a los difuntos y protege a las almas de las personas agonizantes para que lleguen a contemplar tu rostro.

¡Dulce Madre, María!, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un fragmento de la carta de san Pablo a los Romanos capítulo 8, versículos del 18 al 39:

«Estimo que los padecimientos del tiempo presente no se pueden comparar con la gloria que ha de manifestarse en nosotros. Porque la creación está aguardando en anhelante espera la manifestación de los hijos de Dios, ya que la creación fue sometida al fracaso no por su propia voluntad, sino por el que la sometió, con la esperanza de que la creación será librada de la esclavitud de la destrucción para ser admitida a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Sabemos que toda la creación gime y está en dolores de parto hasta el momento presente. No solo ella, sino también nosotros, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción filial, la redención de nuestro cuerpo. Porque en la esperanza fuimos salvados; pero la esperanza que se ve no es esperanza, porque lo que uno ve ¿cómo puede esperarlo? Si esperamos lo que no vemos, debemos esperarlo con paciencia. Igualmente, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza porque no sabemos lo que nos conviene, pero el mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos inenarrables. Y el que penetra los corazones conoce los pensamientos del Espíritu y sabe que lo que pide para los creyentes es lo que Dios quiere.

Y sabemos que dios ordena todas las cosas para el bien de los que le aman, de los que han sido elegidos según su designio. Porque a aquellos que de antemano conoció también los predestinó a ser conformes con la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó los llamó; y a los que llamó, los justificó; y a los que justificó, los hizo partícipes de su gloria.

¿Qué más podremos decir? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará gratuitamente con él todas las cosas? ¿Quién podrá acusar a los hijos de Dios? Dios es el que absuelve. ¿Quién será el que condene? Cristo Jesús, el que murió; mejor dicho, el que resucitó, el que está a la diestra de Dios y el que intercede por nosotros. ¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada?

Dice la Escritura: Por tu causa estamos expuestos a la muerte todo el día, somos como ovejas destinadas al matadero. Pero en todas estas cosas salimos triunfadores por medio de aquel que nos amó. Porque estoy persuadido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni otras fuerzas sobrenaturales, ni lo presente ni lo futuro, ni poderes de cualquier clase, ni lo de arriba ni lo de abajo, ni cualquier otra atadura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro».

Queridos hermanos: contemplemos la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, y pidamos la intervención del Espíritu Santo para conocer los misterios del amor de Nuestro Salvador, cargar con nuestra propia cruz y seguirlo sin desfallecer.

Hermanos: que la Palabra de Dios sea una fuente de luz para nuestro camino; que la asistencia frecuente a la Santa Eucaristía, a la Adoración Eucarística y el rezo del Santo Rosario sean nuestro alimento espiritual.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.