LUNES DE LA SEMANA XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

NUESTRA SEÑORA DEL PILAR

«La reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay Alguien que es más que Salomón» Lc 11, 31.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 29-32

En aquel tiempo, la gente se aglomeraba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.

La reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay Alguien que es más que Salomón. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con los hombres de esta generación, y la condenarán, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay Alguien que es más que Jonás».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

———–

Hoy celebramos a Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, en su advocación de la Virgen del Pilar, Patrona de España.

La tradición se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, cuando los apóstoles, fortalecidos con el Espíritu Santo, predicaban el Evangelio. Se dice que el Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan e hijo de Zebedeo, predicaba en España.

Santiago obtuvo la bendición de la Santísima Virgen para su misión. Pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, donde está Zaragoza.

Según narran los historiadores, en la noche del 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando «oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol». La Santísima Virgen, que aún vivía, le pidió al Apóstol que le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que «permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio”.

El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a construir la iglesia en aquel sitio. Esta fue la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen Santísima.

En 1640 ocurrió el gran milagro del Cojo de Calanda. Un hombre, a quien le amputaron una pierna; años más tarde, mientras soñaba que visitaba la basílica de la Virgen del Pilar, recuperó su pierna. Era la misma pierna que había perdido. Miles de personas fueron testigos.

El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar.

En el evangelio de hoy, Jesús responde ásperamente a quienes lo siguen solo por sus signos y milagros, indicando que la única señal que recibirán será la de Jonás; por ello les llama “generación perversa” debido a su falta de fe para comprender la acción divina en sus señales milagrosas.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, fue doblemente bendecida: primero, por concebir al Salvador del mundo y, segundo, por recibir la fe de la Santísima Trinidad. Por ello, inspirada por el Espíritu Santo, Santa Isabel le dice, en Lucas, capítulo 1, versículo 45: “Dichosa tú, que has creído”.

Hoy Jesús nos exhorta a buscarlo y a encontrarlo a través de la fe. Nuestro Señor Jesucristo sabe que siempre estamos en busca de señales o manifestaciones de su presencia divina y omnipotente, pero que es necesaria la fe para comprender los signos y milagros que Él realiza también en la actualidad, en nuestras vidas, a cada instante.

La fe será siempre nuestro fundamento para creer sin ver, para tener la certeza de que no estamos solos, sino que, Dios Padre, Dios Hijo y el Espíritu Santo nos acompañan siempre, en las alegrías y en las tribulaciones, y comprender también que la alegría y el sufrimiento son fuentes de gracia.

Esta comprensión nos conduce a cumplir con los mandamientos y a agradecer a la Santísima Trinidad por todos los dones que recibimos. Por ello, meditando la Palabra, respondamos: ¿Entendemos y comprendemos la acción divina en nuestras vidas? ¿Seguimos el ejemplo de Nuestra Santísima Madre? ¿Acudimos a ella?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a comprender los signos de la presencia de la Santísima Trinidad en medio de nosotros, en compañía de Nuestra Santísima Madre.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Dios, Padre amado, que en la gloriosa Madre de tu Hijo amado has concedido y concedes un amparo celestial a cuantos la invocan, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.

Santísima Trinidad: te alabamos y bendecimos por tu bondad, amor y misericordia, otórganos la gracia de la plena conversión, la obediencia y el seguimiento fiel a las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

Padre eterno, con la intercesión de Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, concede, por tu amor y misericordia, el perdón de las faltas de todos los difuntos, para que sean contados entre tus elegidos.

Madre Santísima, Reina de la Paz, Bendita Tú, elegida desde siempre para ser santa e irreprochable ante el Señor por el amor, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Señor, que tu mirada penetrante llegue hasta el fondo de nuestros corazones y sigamos cumpliendo cabalmente tus mandamientos.

Hermanos: contemplemos a Nuestra Santísima Madre con un extracto de la exhortación del papa Pablo VI Marialis Cultus:

«La misión maternal de la Virgen empuja al pueblo de Dios a dirigirse con filial confianza a aquella que está siempre dispuesta a acogerlo con afecto de madre y con eficaz ayuda de auxiliadora. Por eso el pueblo de Dios la invoca como “consoladora de los afligidos, salud de los enfermos, refugio de los pecadores”, para obtener consuelo en la tribulación, alivio en la enfermedad, fuerza liberadora en el pecado; porque ella, la libre de todo pecado, conduce a todos sus hijos a esto: a vencer con enérgica determinación el pecado. Y – hay que afirmarlo nuevamente – dicha liberación del pecado es la condición necesaria para toda renovación de las costumbres cristianas.

La santidad ejemplar de la Virgen mueve a los fieles a levantar “los ojos a María, la cual brilla como modelo de virtud ante toda la comunidad de los elegidos”. Virtudes sólidas, evangélicas: la fe y la dócil aceptación de la Palabra de Dios; la obediencia generosa; la humildad sencilla; la caridad solícita; la sabiduría reflexiva; la piedad hacia Dios, pronta al cumplimiento de los deberes religiosos, agradecida por los bienes recibidos; la fortaleza en el destierro, en el dolor; la pobreza llevada con dignidad y confianza en el Señor; el vigilante cuidado hacia el Hijo desde la humildad de la cuna hasta la ignominia de la cruz; la delicadeza provisoria; la pureza virginal; el fuerte y casto amor esponsal.

De estas virtudes de la Madre se adornarán los hijos que con tenaz propósito contemplan sus ejemplos para reproducirlos en la propia vida. Y tal progreso en la virtud aparecerá como consecuencia y fruto maduro de aquella fuerza pastoral que brota del culto tributado a Virgen.

La piedad hacia la Madre del Señor se convierte para el fiel en ocasión de crecimiento en la gracia divina: finalidad última de toda acción pastoral. Porque es imposible honrar a la “llena de gracia” sin honrar en sí mismo el estado de gracia, es decir, la amistad con Dios, la comunión en Él, la inhabitación del Espíritu. Esta gracia divina alcanza a todo el hombre y lo hace conforme a la imagen del Hijo. La Iglesia católica, basándose en su experiencia secular, reconoce en la devoción a la Virgen una poderosa ayuda para el hombre hacia la conquista de su plenitud».

Señor, nos comprometemos el día de hoy a reconocer tu presencia y divinidad en todas las situaciones que se nos presenten, en el prójimo, en todas las cosas, porque todo lleva tu divino sello.

Señor, hago el propósito de hablar de ti, por lo menos, a una persona y testimoniar tu presencia en mi vida. Señor, nos comprometemos a meditar la acción dócil y amorosa de Nuestra Santísima Madre.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.