MARTES DE LA SEMANA XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«Bienaventurados los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad les digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y les irá sirviendo» Lc 12, 37.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 35-38

En aquel tiempo, dijo el Jesús a sus discípulos: «Tengan ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Ustedes estén como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad les digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y les irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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El pasaje evangélico de hoy se ubica luego de la enseñanza de Jesús sobre el verdadero tesoro. En consonancia con las enseñanzas previas, en el texto de hoy Jesús hace una exhortación a la vigilancia, enseñando que todo siervo debe estar siempre atento y preparado para recibir al amo apenas llegue a la casa y a la hora menos esperada.

Debe encontrarse ceñido, es decir, con la túnica recogida y bien sujeta al cinturón para poder correr a abrir la puerta en forma inmediata; así mismo, con las lámparas encendidas para no tropezar e iluminar el camino de la entrada para atender en forma adecuada al amo.

La expresión “cintura ceñida” se encuentra en el libro del Éxodo 12, 11 y se refiere a la comida de Pascua, que debía comer el pueblo, “bastón en mano y a toda prisa”, en vísperas de la salida de Egipto. Así mismo, cuando alguien iba a trabajar, a luchar o a ejecutar una tarea, se ceñía.

Las “lámparas encendidas” se refieren a la luz con que se alumbraban en la casa y significa que hay que velar “toda la noche”, sea cual sea la hora. Nos hace recordar las instrucciones recibidas por Moisés y por Aarón, precisamente, para comer la Pascua.

Como lo afirma San Gregorio: “Quiso el Señor, por tanto, que nos fuese desconocida la última hora, para que no pudiendo preverla, estemos siempre preparándonos para ella”.

Analizando en forma más profunda, Jesús anticipa y aconseja a sus discípulos para que estén preparados para su segunda venida, para la Parusía. La felicidad prometida tiene que ver con el futuro, con la felicidad en el fin de los tiempos.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo, a través de una comparación sencilla, insiste amorosamente en las actitudes fundamentales para ser sus discípulos: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo; confianza filial en Dios Padre, desapego de los bienes terrenales y vigilancia para estar siempre preparado para el encuentro definitivo con Dios.

Así mismo, Nuestro Señor Jesucristo nos hace una promesa de felicidad cuando en el versículo 37 nos propone otra bienaventuranza: «Bienaventurados los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad les digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y les irá sirviendo».

Nadie conoce el día, ni la hora en que el Señor nos llamará a su encuentro. Muchas veces, nuestra juventud y buena salud, pero, sobre todo, la adopción de conductas mundanas que ponen al ser humano por encima de Dios hace que posterguemos aquel encuentro personal con Nuestro Señor Jesucristo. Él mismo, el Rey de reyes y Señor de señores, nos exhorta a estar preparados, a cualquier edad y sea cual sea el estado de nuestras vidas.

Hermanos: meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿Estamos en gracia de Dios, atentos y vigilantes? ¿Estamos preparados para presentarnos ante Nuestro Señor Jesucristo?

Que las respuestas a estas preguntas nos animen acercarnos, con amor y agradecidos, a Nuestro Señor Jesucristo y a estar preparados para ayudar a que otras personas también se acerquen y lo conozcan.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Amado Jesús, concede a los consagrados y consagradas los dones apostólicos para que, instruidos en las sagradas doctrinas, contribuyan para que la humanidad tome conciencia de la importancia capital que tiene el seguimiento vigilante a Nuestro Señor Jesucristo.

Espíritu Santo: te pedimos por la salud espiritual y corporal de todos nuestros hermanos enfermos que están abandonados, sin ningún apoyo material y espiritual. Te suplicamos: no los abandones nunca, tú que eres el amor de Dios Padre y de Dios Hijo.

Amado Jesús, Salvador nuestro, te suplicamos que las almas de los difuntos de todo tiempo y lugar transiten por la puerta de tu misericordia, amado Señor.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito de Teofilato:

«Después que el Señor estableció a su discípulo en la moderación, despojándolo de todo cuidado de la vida y del orgullo, lo induce ahora a servir diciendo: «Tened ceñida vuestra cintura» -es decir estad siempre dispuestos a imitar a vuestro Dios-. «Y antorchas encendidas», esto es, no viváis entre tinieblas, sino que la luz de la razón os alumbre siempre dándoos a conocer lo que habéis de evitar.

Este mundo es una noche, pero tienen ceñidos sus cinturas los que llevan una vida práctica o activa. Porque tal es costumbre de los que trabajan, a quienes convienen antorchas ardientes, esto es el don de la discreción, para que puedan conocer en la práctica, no sólo lo que conviene hacer, sino cómo debe hacerse. De otra manera, los hombres caen en el precipicio de la soberbia. Y debe observarse que primero manda ceñir las cinturas y después encender las antorchas, porque primero es la acción y después la reflexión, que es la luz del espíritu. Por tanto, estudiemos el modo de ejercer nuestras facultades y entonces tendremos dos antorchas ardientes, a saber: la inhabitación del Espíritu – que nos ilumina brillando en nuestra mente – y la doctrina con la que ilustramos a los demás».

Hermanos: hagamos el propósito de acudir asiduamente a la misericordia divina y a la santa Eucaristía, aun virtualmente debido a la crisis sanitaria que atraviesa la humanidad. Así mismo, pidamos diariamente al Espíritu Santo los dones para mantener nuestro corazón firme y vigilante. Que no pase el día de hoy sin que demos testimonio del amor de Dios, hablando con alguien de lo bueno que es el Señor.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.