LUNES DE LA SEMANA XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

FIESTA DE LA DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN

«Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré» Jn 2, 19.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan, 2, 13-22

Se acercaba la Pascua de los Judíos, y Jesús subió a Jerusalén, y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los que vendían palomas les dijo: «Quiten esto de aquí; no conviertan en un mercado la casa de mi Padre». Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora».

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?». Jesús contestó: «Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré». Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la Palabra que había dicho Jesús.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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Hoy celebramos la fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán. En el año 312, el emperador Constantino, luego de obtener la victoria en la batalla de Milvio, donó la propiedad de los Laterani al papa Melquíades como signo de reconocimiento hacia Cristo, a quien fue dedicada. En dicha propiedad se fijó la residencia del obispo de Roma hasta el año 1400.

El papa Silvestre celebró la dedicación de la Basílica el 9 de noviembre del año 324, consagrándola al Santísimo Salvador; por ello, en esta fecha se celebra a la “madre y cabeza de todas las iglesias”.

Celebramos la Dedicación de la Basílica de Letrán con la lectura del pasaje evangélico en el que Jesús purifica el templo de Jerusalén. En esta purificación a Jesús lo inspira un celo santo, ya que proféticamente transita desde el templo material hasta el templo de su cuerpo glorioso y resucitado, cuando dice: «Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré».

Los escribas y doctores judíos no entendían el verdadero significado; el templo al que se refería era su propio cuerpo que finalmente fue sacrificado en la cruz y que resucitó al tercer día. Recordemos que estas palabras de Jesús fueron utilizadas después en su juicio.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo, con poderes divinos, purifica la casa de Dios de sacrilegios, con la ira santa y en forma dramática. Este celo ardiente le irá conduciendo paulatinamente a ser, Él mismo, el templo que Dios Padre reconstruirá en tres días y en cuya memoria nosotros participamos en cada Santa Eucaristía.

Dejemos que Nuestro Señor Jesucristo purifique nuestros corazones de todas las miserias que hemos incorporado en nuestras vidas al aceptar algunas propuestas mundanas. Recordemos el texto siguiente, en el capítulo 4 de Lucas, versículos 18 y 19, y en el capítulo 61 de Isaías, versículos 1 y 2: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, y para proclamar el año de gracia del Señor».

Hermanos: meditando la palabra, es conveniente que respondamos de corazón: ¿Comprendemos que el signo de purificación del templo nos ayuda a purificar nuestro corazón? ¿Oramos por la purificación de la humanidad?

Hermanos: que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a dejar de lado la lógica humana para identificar y reconocer el rostro inconfundible de Nuestro Señor Jesucristo en nuestra vida. También, no dejemos de orar por todos aquellos hermanos que, distanciados de los preceptos cristianos, atacan a la Iglesia y vandalizan los templos.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, tú que nos haces revivir cada año el día de la Dedicación de la Basílica de Letrán, derrama tu gracia sobre todas las iglesias y recintos de oración, y socorre a todos aquellos que en dichos lugares invocan tu Santo Nombre; que la fuerza y el espíritu de tu Palabra fortalezcan el corazón de todos los fieles que allí se congregan.

Padre eterno, tú que vas edificando el templo que somos nosotros, haz crecer unida a toda la Iglesia para que llegue a ser la nueva Jerusalén, verdadera visión de paz.

Espíritu Santo, derriba las barreras levantadas por nuestro orgullo para que no se nos niegue, aunque seamos pecadores, la alegría de convertirnos en verdaderos templos de la presencia de Nuestro Señor Jesucristo, en el que podamos entrar en comunión plena y perfecta con Dios Padre.

Amado Jesús, extiende tu rostro de perdón a todos los difuntos de todo tiempo y lugar, especialmente, a los que más necesitan de tu infinita misericordia.

Madre Santísima, Reina de la paz, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito de Paul Evdokimov:

«El misterio de la Iglesia se remota más allá de la historia. Son muchos los textos que hablan de ello: “Él nos eligió en Cristo antes de la creación del mundo, para que fuéramos su pueblo y nos mantuviéramos sin mancha en su presencia … misterioso plan, escondido desde el principio de los siglos en Dios” (Ef 1,4 y 3,9).

Su preexistencia en la sabiduría de Dios indica lo naturaleza metahistórica de la Iglesia. Las formas de la vida social son contingentes, pueden existir o no en función de la evolución histórica, pero la Iglesia no depende de la historia; la Iglesia irrumpe en el mundo precisamente porque su génesis está en otro lugar. La Iglesia, “escondida desde toda la eternidad” en Dios, pre – iniciada en el paraíso, prefigurada en Israel, desciende del cielo en las lenguas de fuego, entra en la historia en Jerusalén, el día de Pentecostés.

Es la manifestación gradual de lo que está escondido y se dirige hacia la “plenitud del que llena totalmente el universo” (Ef 1,23). Todas las criaturas en la tierra, bajo la tierra y en los cielos doblan la rodilla y convergen en la plenitud del Cristo total».

Queridos hermanos: hagamos el compromiso de acercarnos a la misericordia divina y dejar que Nuestro Señor Jesucristo purifique nuestras vidas. Así mismo, acudamos frecuentemente a la Santa Eucaristía y participemos de la acción purificadora que llega a través del Espíritu Santo.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.