LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A
SAN LEÓN MAGNO, PAPA Y DOCTOR DE LA IGLESIA
«Así también ustedes; cuando hayan hecho todo lo mandado, digan: “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”» Lc 17, 10.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas, 17, 7-10
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «¿Quién de ustedes que tenga un criado arando o pastoreando, le dice cuando llega del campo: “Ven, siéntate a la mesa”? ¿No le dirán más bien: “Prepárame la cena y sírveme mientras como y bebo, y luego comerás y beberás tú”? ¿Tienen que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?
Así también ustedes; cuando hayan hecho todo lo mandado, digan: “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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San León Magno nació en Toscana, Italia. Llegó a ser secretario del papa San Celestino y de Sixto III. Fue elegido papa el año 460, convirtiéndose en el papa más importante de su siglo, ya que sus acciones fueron decisivas para el destino de la Iglesia y del Imperio. Durante su pontificado se realizó el Concilio de Calcedonia y salvó a Roma de la invasión de los hunos, guiados por Atila. Murió el año 461 y fue reconocido por el sobrenombre de “Grande”.
El pasaje evangélico de hoy se ubica luego de las tres instrucciones que Jesús dio a sus discípulos. En la misma línea de las instrucciones comunitarias, en la lectura de hoy, con la parábola de lo qué es el siervo, Jesús hace un llamado a la fidelidad y responsabilidad del discípulo; así como al cumplimiento de su deber, sin exigir nada a cambio a Dios.
Con este ejemplo, Jesús brinda una lección a sus apóstoles para el servicio de su misión. Que no piensen en ventajas; que no se enorgullezcan, incluso si hacen milagros; porque sólo hicieron lo que tenían que hacer. La frase «somos siervos inútiles» es un modo de reconocer que, en este orden espiritual del apostolado, todo, absolutamente todo, es don de Dios.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
Nuestro Señor Jesucristo nos dio el más grande ejemplo de servicio. Él, con sus propias palabras, en el capítulo 10 de Marcos, versículo 45, nos dice: “El Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir”.
Por ello, nosotros como hijos de Dios Padre tenemos que ser conscientes y cuidar nuestra condición de siervos de Nuestro Señor Jesucristo. En este sentido, debemos estar atentos ante la tentación de la vanagloria y la soberbia, ya que estas despojan y destruyen los frutos de la fe; además, abren las puertas a la corrupción que corroe nuestra sociedad.
Hermanos: con estas reflexiones, es conveniente que proyectemos la lectura de hoy a nuestra vida y respondamos de corazón: ¿Somos fieles servidores de Nuestro Señor Jesucristo? ¿Somos capaces de servir a los demás sin esperar nada a cambio?
Hermanos: que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a tener una genuina vivencia espiritual siguiendo a Nuestro Señor Jesucristo.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Padre eterno, tú que no permites que el poder del infierno derrote a tu Iglesia, fundada sobre la firmeza de la roca apostólica, concédele, por los ruegos del papa san León Magno, permanecer siempre firme en la verdad para que goce de una paz duradera.
Padre del cielo: concédenos la humildad para reconocer que, cuando realizamos eficazmente las tareas que nos encomiendan, podamos alegrarnos por haber hecho lo que teníamos que hacer.
Amado Jesús, anímanos y concédenos la fortaleza para que con nuestro ejemplo hagamos que muchas personas conozcan y practiquen tus enseñanzas y, así, contribuyamos a un mundo más justo.
Espíritu Santo: amor del Padre y del Hijo, otórganos la sabiduría, el discernimiento y la fe para mantenernos alejados de las tentaciones de la vanagloria, del orgullo y de hacer las cosas por recibir gratitud humana.
Amado Jesús, extiende tu rostro de perdón a todos los difuntos de todo tiempo y lugar, especialmente, a los que más necesitan de tu infinita misericordia.
Madre Santísima, Reina de la paz, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos la pasión de Nuestro Señor Jesucristo con un sermón de San León Magno:
«Por tanto, todo lo que el Hijo de Dios hizo y enseñó con miras a la reconciliación del mundo no sólo lo conocemos por el relato de sus hechos pretéritos, sino que también lo experimentamos por la eficacia de sus obras presentes.
Él mismo, nacido de la Virgen Madre por obra del Espíritu Santo, es quien fecunda con el mismo Espíritu a su Iglesia incontaminada, para que, mediante la regeneración bautismal, sea engendrada para Dios una multitud innumerable de hijos, de los cuales se afirma que “traen su origen no de la sangre, ni del deseo carnal, ni de la voluntad del hombre, sino del mismo Dios”. Es en él mismo en quien es bendecida la posteridad de Abrahán por la adopción del mundo entero, y en quien el patriarca se convierte en padre de las naciones, cuando los hijos de la promesa nacen no de la carne, sino de la fe. Él mismo es quien, sin exceptuar pueblo alguno, constituye, de cuantas naciones hay bajo el cielo, un solo rebaño de ovejas santas, cumpliendo así día tras día lo que antes había prometido: “Tengo otras ovejas que no son de este redil; es necesario que las recoja, y oirán mi voz, para que se forme un solo rebaño y un solo pastor”.
Aunque dijo a Pedro, en su calidad de jefe: “Apacienta mis ovejas”, en realidad es él solo, el Señor, quien dirige a todos los pastores en su ministerio; y a los que se acercan a la piedra espiritual él los alimenta con un pasto tan abundante y jugoso que un número incontable de ovejas, fortalecidas por la abundancia de su amor, están dispuestas a morir por el nombre de su pastor, el buen pastor, que se dignó dar la propia vida por sus ovejas.
Y no sólo la gloriosa fortaleza de los mártires, sino también la fe de todos los que renacen en el bautismo, por el hecho mismo de su regeneración, participa en sus sufrimientos. Así es como celebramos de manera adecuada la Pascua del Señor, con ázimos de pureza y de verdad: cuando, rechazando la antigua levadura de maldad, la nueva creatura se embriaga y se alimenta del Señor en persona. La participación del cuerpo y de la sangre del Señor, en efecto, nos convierte en lo mismo que tomamos y hace que llevemos siempre en nosotros, en el espíritu y en la carne, a aquel junto con el cual hemos muerto, bajado al sepulcro y resucitado».
Queridos hermanos: reconozcamos que todo lo que tenemos en nuestras vidas son dones que Dios nos ha otorgado gratuitamente, y que nosotros debemos dar gratis. Hagamos el compromiso de contrastar nuestras acciones con los mandamientos del amor para ser siervos diligentes de Nuestro Señor Jesucristo. Y pidamos siempre a la Santísima Trinidad la fuerza para vencer las tentaciones de la vanagloria.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.