SÁBADO DE LA SEMANA I DE ADVIENTO – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA I DE ADVIENTO – CICLO B

«Vayan y proclamen que el reino de los cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios. Lo que han recibido gratis, denlo gratis» Mt 10, 7-8.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 35 al 10, 1.6-8

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y pueblos enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias.

Al ver Jesús a la multitud, sintió compasión de ellos, porque estaban cansados y abandonados, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos; rueguen, pues, al dueño de la cosecha que mande trabajadores a recogerla».

Y llamó a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «Vayan a las ovejas descarriadas del pueblo de Israel. Vayan y proclamen que el reino de los cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios. Lo que han recibido gratis, denlo gratis».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

———–

El pasaje evangélico de hoy está integrado por los siguientes segmentos:

  • Un resumen breve de la actividad de Jesús en el versículo 35 del capítulo 9 de Mateo.
  • La compasión que conmovió a Jesús por la multitud en el versículo 36.
  • El llamado de Jesús a la oración hacia Dios Padre para que envíe más trabajadores para su mies, en los versículos 37 y 38.
  • El llamado de los doce en el versículo 1 del capítulo 10.
  • Parte de las instrucciones que dio Jesús para la misión de los doce, ubicadas en los versículos 6 al 8 del capítulo 10 de Mateo.

Hoy, el evangelio nos comunica a Jesús mismo, hoy escuchamos el latido de su corazón. Su mirada se fija en las multitudes con una compasión infinita y nos invita a compartir su mismo amor por la humanidad, confiándonos el doble mandato de la oración y de la misión, porque para él, tener autoridad significa tener compasión, bondad y amor.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

El texto de hoy resalta la importancia que tiene la misión de los doce apóstoles, que simbolizan a los pastores y comunidades de la Iglesia. El llamado de Jesús a los misioneros y su envío tiene un carácter universal porque es imperioso anunciar la buena nueva y cuidar la vida en todas sus dimensiones.

Proclamar el reino significa también tener la certeza de que el reino está entre nosotros y que formamos parte de él.

El poder, las gracias y el amor de Nuestro Señor Jesucristo se transmite íntegramente a sus discípulos, y estas gracias se extienden en la actualidad a todos los discípulos del Señor, según la voluntad del Espíritu Santo. Por ello, todos los dones que hemos recibido de Dios, debemos ejercitarlos y brindarlos gratuitamente a nuestros hermanos, en el Santísimo Nombre de Jesús.

Conscientes de que las recomendaciones de Jesús son muy diferentes a los criterios del mundo, respondamos desde lo profundo de nuestros corazones: ¿Cumplo y defiendo los criterios de la misión enunciados por Nuestro Señor Jesucristo?

Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a ser misioneros activos de Nuestro Señor Jesucristo, porque todos estamos llamados a la misión de llevar la Palabra de Dios y su amor a toda la humanidad. La misión no es fácil, pero sí es posible con la ayuda de Dios.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, inspira y fortalece a la Iglesia en la misión de llevar el Evangelio y la misericordia a toda la humanidad.

Santísima Trinidad, te rogamos que envíes más obreros para la misión y que la novedad del Evangelio sea aceptada por toda la humanidad.

Amado Jesús: concédenos también a nosotros la gracia de ser misioneros anunciadores de la alegría de la salvación que eres tú, amado Señor.

Amado Jesús, te suplicamos, ilumines a nuestros difuntos que yacen en tiniebla y en sombra de muerte, y ábreles las puertas de tu reino.

Madre Santísima, Madre del amor bendito, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios a través un texto de Mariano Magrassi:

«Sabemos cuál fue la reacción de los discípulos ante la desconcertante noticia que cambió la faz del mundo: lo dejaron todo al instante. Y Jesús dice enseguida que esta bella noticia es preciso proclamarla a todas las gentes, por doquier, por todo el mundo. Querríamos que este anuncio sacudiera también nuestra conciencia. Es una bella noticia para mí, y puede ser nueva. Es nueva cada vez que la escucho.

“¡Creed en el Evangelio!”. También aquí se cuela la palabra creer. No se trata de la aceptación de una verdad abstracta, sino de abandonarse a Jesús, que se revela como la única salvación, como el Reino que está aquí. Es darle crédito, darle carta blanca: es un abandonarse del todo en el Señor con todo nuestro ser. De ahí la importancia del acto de predicar: “predicad a todo el mundo”. Tal vez hemos olvidado el carácter casi sacramental de esta predicación …

Muchas veces nos desanimamos en nuestro ministerio y decimos: “¿De qué sirve mi predicación?”. ¿Creo que el Evangelio es en mi boca el Evangelio de Cristo en sentido subjetivo, fuerza de salvación, por tanto, para todo el que se abre a la Palabra, que tiene una fuerza maravillosa en sí misma?

A buen seguro, no es preciso tomar esto en un sentido mágico. La Palabra es tal, si es acogida, si es escuchada: habla al corazón, quiere “un corazón que la escucha”. Pero es poderosa, es eficaz, lleva a cabo la salvación. Y para nosotros es siempre un comienzo: hoy debo acoger la Palabra que me salva: “Ojalá escuchéis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón…” (Sal 94,8).

Es posible que muchas veces la gente, al vernos trabajar generosamente (el Señor lo quiera), dé la impresión de decirnos: ¿Qué te hace hacerlo? Deberíamos tener una respuesta única: ¡Sólo él! ¡Sólo él me lleva a hacerlo! Aquí reside todo el cristianismo, si queremos reducirlo a lo esencial. Esta adhesión total a la persona de Cristo se convierte en el sentido único de la vida: “Para mí la vida es Cristo” (Flp 1,21).

Nuestra pastoral es toda una pedagogía del encuentro con Cristo; coger a los hermanos de la mano, llevarlos al encuentro de Jesús, el único Salvador, y retirarnos después en silencio».

Queridos hermanos: anunciar el Reino es liberar a la gente de sus penas y sufrimientos, es dar vida, es contagiar felicidad. Hagamos el compromiso de trabajar cristianamente por una sociedad de paz, de justicia y amor. Dejemos que el Espíritu Santo revele nuestra misión e inspire las acciones de amor en favor de nuestros hermanos más necesitados.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas, poniendo en práctica la Palabra de Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.