SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR – CICLO B

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Mt 2, 10-11.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 1-12

Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».

Al enterarse el rey Herodes se sobresaltó, y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel”».

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles: «Vayan y averigüen cuidadosamente acerca del niño y, cuando lo encuentren, avísenme para ir yo también a adorarlo».

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto, la estrella que habían visto salir, comenzó a guiarlos hasta que se detuvo en un lugar donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo sido advertidos en sueños, para que no volvieran a donde estaba Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

———–

Hoy celebramos la Epifanía del Señor, que es el encuentro del Salvador, enviado por Dios, y la humanidad que lo espera. Con la Epifanía se inicia la evangelización de todos los pueblos. En este encuentro con el Niño Jesús participan Dios Padre misericordioso, el hombre que siente el llamado de Dios y todos aquellos que acompañan la búsqueda y el encuentro.

Los reyes magos eran hombres de otras culturas y religiones; son buscadores de la verdad y representan a toda la humanidad. Ellos llegan a Jerusalén, meta de la peregrinación de las naciones, guiados por una estrella nueva, un acontecimiento que en medio oriente indicaba el nacimiento de un rey divino.

Ellos dejaron su seguridad y comodidad para buscar al que no conocían; encontraron al niño y a la Virgen María en un establo, y reconocieron la presencia del Dios-con-nosotros. Se inclinaron para depositar junto al niño sus ofrendas: oro, incienso y mirra, que representaban a la realeza, a la divinidad y a la humanidad, respectivamente.

La manifestación de Nuestro Señor alcanza a todas las culturas y religiones, es universal. Como vemos, el único requisito para encontrar a Nuestro Señor Jesucristo es “seguir la estrella” que nos conduce hasta Él.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Nuestro Dios altísimo nos ha dado los más grandes y maravillosos ejemplos de humildad. El primero de ellos ha sido tomar nuestra humilde condición humana en un modesto pesebre.

Por eso, como lo manifiesta San Agustín, «¿Cuál es su grandeza? No la busques en la tierra, sube más allá de los astros. Cuando llegues a las regiones celestiales, oirás decir: “Sube más arriba”. Cuando hayas llegado hasta los tronos y dominaciones, principados y potestades, aún oirás: “Sube más arriba, nosotros somos solo criaturas”. Levántate, pues, por encima de toda criatura, de todo lo que ha sido formado, de todo lo que ha recibido su existencia, de todos los seres cambiantes, corporales y espirituales. En una sola expresión, por encima de todo. Tu vista no llega a alcanzar la meta. Te tienes que elevar por la fe, ya que ella te conduce hasta el Creador. Entonces contemplarás la Palabra, que estaba en el principio …».

Pidamos al cielo, a Dios Espíritu Santo, aquella fe que movió a los reyes magos a llegar hasta el Niño Jesús. Corramos hacia donde está el Niño. Aprendamos la gran lección que nos legaron los reyes magos: la búsqueda indesmayable de Dios. No faltarán quienes, como Herodes, tratarán de apartarnos del camino, pero tampoco faltarán los creyentes que, como la Virgen María, tendrán como respuesta a Jesús que llevan dentro y lo entregan al que lo busca.

Hermanos: a la luz de la Palabra, respondamos: ¿Cuáles son los signos que en la actualidad nos conducen a Nuestro Señor Jesucristo? ¿Ayudamos a nuestros hermanos a encontrar a Jesús? ¿Oramos para que la diversidad de culturas y religiones no enfrente a los pueblos, sino, más bien, que sea un estímulo para la búsqueda de la unión en la humanidad?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a encontrar los hilos espirituales que nos conduzcan hasta el Creador por mediación de Nuestro Señor Jesucristo, con la ayuda del Espíritu Santo y en compañía de Nuestra Santísima Madre María. Así mismo, nos impulsen a orar y contribuir a la unidad entre culturas.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, que revelaste a los pueblos gentiles a tu Unigénito por medio de una estrella, concédenos con bondad, a los que ya te conocemos por la fe, contemplar la hermosura infinita de tu gloria.

Amado Jesús, haz que todos los que buscan el bien y la verdad descubran, en los hechos sencillos de la vida cotidiana, los signos de la presencia de la Santísima Trinidad, y lo acojan como el mayor tesoro de su vida.

Amado Jesús, misericordia pura, tú que estás sentado a la derecha de Dios Padre, alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede por nuestras oraciones ante la Santísima Trinidad.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto de San Juan Crisóstomo:

«Levantémonos, a ejemplo de los magos. Dejemos que el mundo se turbe, pero nosotros corramos al establo del niño. Que los reyes, sus pueblos y los tiranos se esfuercen en borrarnos el camino; no importa, no frenemos nuestro ardor. Rechacemos todos los males que nos amenazan.

Si no hubieran visto al niño, los Magos no habrían escapado al peligro que corrían por parte del rey Herodes. Antes de disfrutar la felicidad de contemplar al niño, eran presos del temor, estaban asediados de peligros, hundidos en la turbación. Después de adorarlo, la calma y la seguridad llega a sus almas.

Dejad, pues, aquí la ciudad en desorden, un déspota sediento de sangre, todas las riquezas de este mundo, y venid a Belén, la casa del pan espiritual. Si sois pastores, venid simplemente y veréis al niño en un establo. Si sois reyes y no venís, vuestra púrpura no os servirá de nada. Si sois magos, no es ningún obstáculo, con tal que vengáis a mostrar vuestra veneración y no a tratar de cualquier manera al Hijo de Dios. Venid con temor y alegría, dos cosas que no son incompatibles.

Postrémonos, dejemos todo lo que tenemos en las manos. Sí tenemos oro, démoslo sin reserva y no lo retengamos. Unos extranjeros emprendieron un camino muy largo para contemplar a este niño recién nacido. ¿Qué recurso tenéis para explicar vuestra conducta, vosotros que rehusáis visitar a un prisionero o a un enfermo? Los Magos ofrecieron oro; ¡vosotros apenas dais un trozo de pan! Los Magos encontraron la estrella y su corazón se llenó de alegría, y vosotros, que veis a Cristo en una tierra extranjera y sin vestido, ¿no os dejáis conmover?».

Hermanos: hagamos el compromiso de meditar la vida de Nuestro Señor Jesucristo a la luz de la Palabra y nunca dejemos de dar testimonio de su presencia y manifestación en nosotros.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.