LUNES DE LA SEMANA II DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA II DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

«Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino revienta los odres, y se pierde el vino y los odres. A vino nuevo, odres nuevos» Mc 2, 22.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 18-22

En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando. Vinieron unos y preguntaron a Jesús: «¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, en cambio tus discípulos no ayunan?».

Jesús les contestó: «¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar. Llegarán días en que les será arrebatado el esposo, entonces, aquel día, sí que ayunarán.

Nadie cose un remiendo de tela nueva sobre un vestido viejo, porque el remiendo nuevo encoje y rompe el vestido viejo, y la rotura se hace más grande. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino revienta los odres, y se pierde el vino y los odres. A vino nuevo, odres nuevos».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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Entre los capítulos 2 y 3 de Marcos se identifican cinco conflictos entre Jesús y las autoridades religiosas y fariseos. El primero de ellos está referido al perdón de los pecados, que se ubica en los versículos 1 al 12 del capítulo 2. El segundo conflicto trata sobre el hecho de compartir mesa con los pecadores, ubicado entre los versículos 13 y 17 del capítulo 2. El tercero es sobre el ayuno, que corresponde a la lectura de hoy. El cuarto conflicto trata sobre la observancia del sábado, situado entre los versículos 13 y 28 del capítulo 2. Y el quinto se refiere a la curación en sábado, ubicado en el capítulo 3, versículos 1 al 6.

El ayuno en el Antiguo Testamento generalmente se asociaba al luto; era una expresión de pena y desesperación debido principalmente al pecado o a una bendición que se deseaba profundamente. Mucho ayuno se realizó para propiciar la venida del Mesías.

Ante la polémica pregunta de los escribas y fariseos por la falta de ayuno de sus discípulos, Jesús les dice que Él es el esposo que Israel está esperando. Recordemos que en el Antiguo Testamento Dios se presentaba como el esposo de su pueblo Israel; al respecto, podemos leer a Isaías, capítulo 62, versículo 5.

Sus discípulos no necesitaban ayunar porque participaban de su gracia, que los conservaba fuertes en la virtud. Jesús no estaba contra el ayuno. En el Sermón de la montaña, en el capítulo 6 de Mateo, versículos del 1 al 18, Jesús lo incluyó entre los pilares de la piedad, junto con la oración y la limosna. Si bien Jesús ayunó cuarenta días, no lo hizo con el fin de mortificar sus pasiones, sino para enseñarnos la norma de la abstinencia.

En la parte final del texto, con dos bellas y cortas metáforas, de gran alcance y llenas de sabiduría, Jesús señala que los recipientes viejos no pueden contener la novedad.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

El proyecto de vida que proponía Nuestro Señor Jesucristo no encajaba en el modelo religioso y político de la época. Su Palabra es el vino nuevo que hace estallar el odre viejo. La novedad que representó la Palabra de Jesús, así como su ejemplo, generó incomodidad en muchos; en la actualidad, también resulta difícil que muchas personas asimilen las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

El núcleo esencial del mensaje de hoy está en la renovación interior de cada persona, como condición esencial para recibir el vino nuevo que Jesús trae.

En cuanto al ayuno cristiano, este no puede ser regido por reglas y normas sino mediante una relación profunda con nuestro Señor. El ayuno descansa sobre la obra definitiva del Calvario, de donde procede toda gracia y bendición de Dios.

Hermanos: meditando la lectura de hoy, contestemos: ¿Cuáles son las seguridades a las que queremos aferrarnos para no aceptar el vino nuevo de Nuestro Señor Jesucristo? ¿Ayunamos de las cosas y situaciones que pueden alejarnos de Dios? ¿Contribuimos a que nuestras comunidades renueven sus odres?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a examinar nuestra fe y el seguimiento a las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo; así mismo, a ayunar de las cosas que nos alejan de los preceptos cristianos. Con la confianza puesta en Él, seamos críticos con nosotros mismos.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, haz que el Santo Padre, el papa Francisco, los obispos, sacerdotes y consagrados, guiados por el Espíritu Santo, nos ayuden a vivir con alegría nuestra vocación cristiana.

Amado Jesús, concédenos tu Santo Espíritu para que, iluminados por tu amor, acojamos con alegría el vino nuevo de tu gran lección de amor, y hacerla realidad a través de nuestra vida.

Amado Jesús, misericordia pura, tú que estás sentado a la derecha de Dios Padre, alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede por nuestras oraciones ante la Santísima Trinidad. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una homilía de Pseudo Macario:

«Que cada uno, si quiere, se examine a sí mismo para ver de qué se alimenta, dónde vive, dónde se encuentra, a fin de que, teniendo entendimiento y adquiriendo un discernimiento exacto, se dé con ardor a tender al bien. Y después, cuando ores, pon atención a ti mismo, dominando los pensamientos y las potencias, preguntándote de dónde vienen, si de Dios o del adversario, y quién lleva el alimento a tu corazón, el Señor o las potencias de las tinieblas de este siglo.

Oh alma, cuando te hayas examinado y te hayas conocido a ti misma, pídele al Señor con deseo ardiente el alimento celestial, pídele crecer y obrar según Cristo, como se ha dicho: “Pero nuestra ciudadanía está en los cielos” (Flp 3,20), y esto no en apariencia y en figura, como piensan algunos. Fíjate cómo el corazón y los pensamientos de los que sólo tienen una apariencia de piedad están atados al mundo. Fíjate en la agitación y en la inestabilidad de su propósito, en la inconstancia de sus juicios, en la vileza y el miedo, como se ha dicho: “Estarás en la tierra gimiendo y temblando” (Gn 4,12).

De acuerdo con su incredulidad y con la confusión de sus pensamientos inestables, se ven zarandeados en todo momento como todos los otros hombres. Éstos se distinguen del mundo sólo en apariencia, en la imaginación y en las obras del cuerpo llevadas a cabo por el hombre exterior, pero con el corazón y la mente se ven arrastrados al mundo y se ven enredados en vínculos terrenos y vanas preocupaciones, y no poseen en el corazón la paz celestial, como dice el apóstol: “La paz de Dios reine en vuestros corazones” (Col 3,15). Es la paz que reina en los pensamientos de los creyentes y los renueva en el amor a Dios y a todos los hermanos».

Queridos hermanos: hagamos el propósito de examinar nuestra vida interior y estar atentos para dejar que el Espíritu Santo vaya purificando nuestro seguimiento; esforcémonos en identificar aquellas seguridades a las que nos aferramos y que impiden recibir el vino nuevo de la Palabra de Dios. Así mismo, que nuestros ayunos nos alejen del pecado.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.