JUEVES DE LA SEMANA V DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA V DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador». Lc 1, 46-47.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 7, 24-30

En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro. Se alojó en una casa procurando pasar desapercibido, pero no lo consiguió. Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se postró a sus pies. Esta mujer era pagana, siro-fenicia de nacimiento. Le rogaba que expulse el demonio de su hija.

Y él le dijo: «Espera primero que se sacien los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselos a los perritos». Pero ella le respondió: «Tienes razón, Señor; pero también los perritos, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños».

Él le contestó; «Por lo que has dicho, anda, que el demonio ha salido de tu hija». Al llegar a su casa, encontró a su hija acostada en la cama; el demonio había salido.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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Hoy celebramos a la Bienaventurada Virgen María de Lourdes. Es la única memoria incorporada al calendario universal que hace referencia a una aparición mariana que Bernadette Soubirous recibió en 1858, en la que oyó este mensaje: «Yo soy la Inmaculada Concepción». Es importante precisar, que el dogma de la Inmaculada Concepción había sido proclamado tres años antes.

En sucesivas apariciones, Nuestra Santísima Madre le pidió a Bernadette que era necesario hacer penitencia y oración por los pecadores, y le solicitó que le erigieran una capilla en ese lugar.

El pasaje evangélico de hoy, denominado “la fe de una mujer cananea”, se encuentra también en el capítulo 15 de Mateo, entre los versículos 32 y 39.

El tema central de hoy es la fe, a través de la cual se intercede por la liberación de toda impureza espiritual de otras personas.

En la primera etapa de la misión de Jesús, su acción evangelizadora estaba dirigida a los judíos (Mt 15, 21-28). Sin embargo, una mujer pagana por su religión y siro-fenicia por su origen geográfico, con una fe sencilla e indesmayable, y porfiando en un duelo verbal, logra que Jesús cambie sus planes permitiendo que la novedad del Evangelio también llegue a los paganos.

La mujer llama a Jesús «Señor»; es la única vez que aparece este título en Marcos. En cuanto a la expresión «perros», esta era común entre los judíos para referirse a los paganos. Al volver a su casa, la madre descubre que la Palabra de Jesús y su fe han devuelto la vida a su hija. La cananea es un modelo de fe unida a la oración.

De esta manera, Jesús demuestra que la fe no tiene fronteras de ningún tipo; deja claro que en la Iglesia no hay extranjeros.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Nuestra Santísima Madre, al presentarse como la Inmaculada Concepción, nos asegura que, con el poder del Espíritu Santo, es posible evitar el pecado, y nos invita tiernamente a luchar contra todo lo que nos separa de Dios y de nuestros hermanos.

La grandeza de la fe de la mujer cananea, pese a la marginación espiritual y social que sufría, permite que la gracia transformadora de Nuestro Señor Jesucristo actúe liberando a su hija.

«Si tuvieran fe como un granito de mostaza, dirían a aquel monte que se mueva para allá, y se movería. Y nada sería imposible para ustedes», dice el Señor.

Más allá de los signos y prodigios, basta que confiemos completamente en Jesús para que Él nos transforme y sane. Cuando la fe gana espacio en nuestros corazones, la gracia divina y el poder transformador de Jesús también lo hace.

La primera respuesta de Jesús puede ser un motivo de desánimo para cualquiera, un desaire que puso a prueba la fe de la mujer cananea. De la misma manera, a diario, se nos presentan pruebas que ponen a prueba nuestra fe y la relación que tenemos con Nuestro Señor Jesucristo.

Jesús observó la reacción de la mujer y luego actuó con misericordia para otorgar la pureza espiritual a la hija. De esta manera, con fe, se produce la ansiada liberación.

Meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿Cuándo pasamos por situaciones difíciles, acudimos a la misericordia de Dios con fe? ¿Acogemos a los hermanos necesitados que se acercan a nosotros e intercedemos por ellos, con fe?

Que las respuestas a estas preguntas sean beneficiosas para fortalecer nuestra fe e interceder por nuestro prójimo más necesitado ante Nuestro Señor Jesucristo.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Oh, Dios y Padre nuestro: por la Inmaculada Concepción de Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, limpia nuestro corazón de toda maldad y nos veamos libres de nuestras culpas.

Padre eterno, tú que nos diste a María por madre, concede por su mediación, salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores y a todos, abundancia de salud y de paz.

Amado Jesús, otórganos la fe de la mujer cananea que transformó esquemas humanos que marginan a las personas, en prodigios de amor y de fe.

Amado Jesús, fuente inagotable de amor, misericordia y pureza, ten compasión de nosotros y otórganos los dones espirituales para socorrer con fe a nuestro prójimo, en especial, a los más necesitados.

Padre eterno, tú que coronaste a Nuestra Santísima Madre como reina de cielos y tierra, haz que todos los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.

Madre Santísima, Inmaculada Concepción, Reina de la paz y de la esperanza, acompáñanos en nuestro camino para anunciar a través de nuestras vidas la venida del reino de los cielos y la liberación total de la humanidad. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios a través de Nuestra Santísima Madre, la Bienaventurada Virgen María de Lourdes. Repitamos en nuestro corazón su maravilloso cántico del Magnificat:

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque se ha fijado en su humilde esclava, pues mira, desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho cosas grandes por mí. Él es santo o y su misericordia llega a sus fieles, generación tras generación, su brazo interviene con fuerza, desbarata los planes de los arrogantes, derriba del trono a los poderosos y ensalza a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Amén».

De la misma manera que Nuestra Santísima Madre, acoge y recibe al Espíritu Santo, imitemos su docilidad y dispongamos nuestros corazones para recibir a Jesús en nuestras vidas, y contribuyamos siempre a alcanzar la Paz del Señor en nuestras familias y por donde vayamos.

Hermanos, que el amor de la Santísima Trinidad y el ejemplo de Nuestra Santísima Madre se manifiesten a través de nosotros mediante acciones de gracias, realizando obras de misericordia, meditando la Palabra y participando de la Eucaristía.

Hagamos el compromiso de mantener firme nuestra fe, pidiendo siempre que el Espíritu Santo la aumente a través de la oración. Así mismo, estemos dispuestos a ayudar a todas aquellas personas que necesitan apoyo en estos difíciles momentos, sin distinción de nacionalidad o de otra índole.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.