LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEMANA III DEL TIEMPO DE CUARESMA – CICLO B
«El primero es: «… amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas». El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»» Mc 12, 29-31.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 28b-34
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?». Respondió Jesús: «El primero es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas». El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No hay mandamiento mayor que éstos».
El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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El texto de hoy trata sobre la primacía del amor. También se ubica en el capítulo 22 de Mateo, entre los versículos 34 y 40, y en el capítulo 10 de Lucas, versículos 25 al 28.
Días atrás, Jesús manifestó que venía al mundo a dar cumplimiento y plenitud a la Ley, muestra de ello es el evangelio de hoy, en el que los escribas y doctores desean conocer, de las mismas palabras de Jesús, cuál es el mandamiento principal. La pregunta del letrado busca una respuesta integradora, ya que los doctores de la ley la desglosaron en 613 preceptos, de los cuales 248 eran prescripciones positivas y 365 eran prohibiciones, tantas como los días del año.
Jesús responde inicialmente citando al Deuteronomio, capítulo 6, versículos 4 y 5, «Escucha Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amaras al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas». Luego, añade, citando a Levítico, capítulo 19, versículo 18: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»; finalmente, concluye: «No hay mandamiento mayor que éstos».
Jesús, al enunciar estos dos mandamientos, los conecta y los integra totalmente, porque no puede existir uno separado del otro. Jesús señala que el cumplimiento de la Ley y los profetas consiste en el cumplimiento de estos mandamientos del amor.
En esta cuaresma debemos profundizar en nuestra conversión, avanzando por el camino de la fe y del amor; porque para ese doble encuentro con Dios y nuestro prójimo, no hay camino más rápido y mejor que el amor. Es la armonía total que se percibe y se manifiesta en todo lo real.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
San Agustín decía: «¿Qué es el amor? El amor es la virtud por la que amamos. ¿Qué amamos? Un bien inefable, un bien benéfico, un bien que crea todos los bienes. Que Dios sea tu delicia, puesto que de Él recibes todo lo que causa tu deleite.
Sea nuestra esperanza nuestro Dios. El que hizo lo bello es más bello que todo; el que hizo lo fuerte es más fuerte; el que hizo lo grande es más grande que todo. Cualquier cosa que ames, Él deberá ser tu amor. Aprended a amar a la criatura en el Creador, en la hechura al Hacedor. No te retenga lo que fue hecho por Él y pierdas a aquel por quien tú también fuiste hecho. “Bienaventurado el varón que puso su esperanza en el nombre del Señor y no fue en pos de vanidades y de engañosas locuras”».
Hermanos: el despliegue maravilloso del amor de Dios nos conduce al agradecimiento y alabanza a Él por nuestras vidas, nuestras familias, nuestro planeta, por todos los dones que recibimos de Él. A la vez, nos cuestiona sobre nuestra manera de amar a Dios y amar al prójimo a través de nuestras obras.
Haciendo silencio en nuestro corazón, respondamos: ¿Cómo está nuestro amor a Dios y al prójimo?
Que las respuestas a esta pregunta permitan acercarnos a la plenitud del amor de Nuestro Señor Jesucristo.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Dios maravilloso, tú que nos amas a pesar de nuestras ofensas, concédenos la fuerza y los dones de tu Espíritu Santo para conocerte más, amarte más y servirte amando al prójimo todos los días de nuestra vida.
Dios Santo y bueno, haz que salgamos siempre victoriosos de los combates que el enemigo del amor nos propone diariamente, y que nada, ni nadie nos separe jamás de ti.
Madre Santísima, esposa del Espíritu Santo, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos, repitamos en la intimidad de cada uno en nuestros corazones, el himno al amor cristiano, que se encuentra en la primera carta a los Corintios, capítulo 13, versículos del 1 al 10, y el 13:
«Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo estruendoso.
Aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera una fe como para mover montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es paciente, es servicial, el amor no es envidioso ni busca aparentar, no es orgulloso ni actúa con bajeza, no busca su interés, no se irrita, sino que deja atrás las ofensas y las perdona, nunca se alegra de la injusticia, y siempre se alegra de la verdad. Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca terminará…
Ahora nos quedan tres cosas: la fe, la esperanza, el amor. Pero la más grande de todas es el amor».
Amado Señor, confiados en tu paciencia y misericordia, deseo asumir el compromiso de contrastar mi vida con tus mandamientos de amor, y con este bello himno al amor que inspiraste a San Pablo.
Hermanos: amemos a nuestro prójimo a través de la realización de obras de misericordia en favor de nuestros hermanos más necesitados. Hagámoslo por el amor de Dios.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.