VIERNES DE LA SEMANA V DE CUARESMA – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEMANA V DE CUARESMA – CICLO B

«Si no hago las obras de mi Padre, no me crean, pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que comprendan y sepan que el Padre está en mí, y yo en el Padre» Jn 8, 38.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 31-42

En aquel tiempo, los judíos de nuevo agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les dijo: «Muchas obras buenas, por encargo de mi Padre, les he mostrado. ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?». Los judíos le contestaron: «No te apedreamos por ninguna obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios». Jesús les respondió: «¿No está escrito en la ley de ustedes: «Yo les digo: ustedes son dioses»? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿dicen ustedes que blasfema por haber dicho que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean, pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que comprendan y sepan que el Padre está en mí, y yo en el Padre».

Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escapó de las manos. Jesús se fue de nuevo a la otra orilla del Jordán, al lugar donde anteriormente había estado bautizando Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo acerca de este hombre era verdad». Y muchos allí creyeron en Él.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

 

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El pasaje evangélico de hoy forma parte de la última confrontación de Jesús con los judíos, que se produce en la fiesta de la dedicación o fiesta de las luces. Los judíos lo quieren apedrear por considerarlo blasfemo, ya que Jesús afirma que es Hijo de Dios, sustentando su aseveración en sus obras, las que atestiguan su filiación espiritual con Dios Padre, y también a través de la Palabra. Recordemos que Jesús fue acusado de blasfemo ante Pilatos por sus detractores.

Como en los textos de los días anteriores, Jesús insiste con paciencia y misericordia; pero sus opositores, lejos de abrir sus corazones, incrementan sus deseos de apresarlo y matarlo. Finalmente, Jesús logró escapar y fue al otro lado del río Jordán, donde muchas personas se convirtieron al escucharle.

Como apreciamos, Jesús predica con palabras, con obras y con todo su ser. Como afirma Basilio Caballero: “Si bien sus obras, su vida y su conducta revelaban su origen divino, solamente mediante los ojos de la fe, que es don de Dios, se podía y se puede entender el misterio y la persona de Cristo”.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

En la lectura de los últimos días, las confrontaciones entre Jesús y sus oponentes va alcanzando posiciones extremas: por un lado, la luz, el amor y la misericordia que Jesús personifica y, por el otro lado, el rechazo de sus adversarios.

Frente las situaciones extremas que vivió Jesús, en las que no se deja vencer por el odio de sus oponentes, hagamos un profundo examen de conciencia de los momentos en los que nuestra fe presenta altibajos y describamos nuestras conductas, e identifiquemos las causas que generan dichos comportamientos.

Porque somos creados para proclamar siempre la Palabra de Dios y alabar a Jesús, a Dios Padre y a Dios Espíritu Santo. Y si nuestras voces fueran silenciadas, aun así, estamos llamados a mostrar la verdad de la gloria de Dios a través de nuestras obras. Miremos a nuestro alrededor: cuántas personas necesitan consuelo ante tanto dolor, cuántas personas necesitan algo de comer, cuántas personas necesitan medicinas, cuántas personas marginadas y en todas ellas está el Señor.

Ante estas realidades, conviene preguntarnos: ¿Nuestras acciones están de acuerdo con nuestra fe? ¿Nos dejamos vencer por el rechazo de quienes proponen ideologías contrarias a la fe cristiana? Adicionalmente, este momento puede resultar oportuno para analizar si, en menor o mayor medida, las posiciones diametralmente opuestas que Jesús enfrentó se encuentran en nuestro corazón.

Que este examen de conciencia y el auxilio divino nos ayuden a mantenernos firmes en nuestra fe cristiana, en medio de las dificultades que enfrentamos y de las tentaciones que el mundo propone.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Perdona las culpas de tu pueblo, Señor, y que tu bondad nos libre de las ataduras del pecado que hemos cometido a causa de nuestra debilidad.

Gracias Padre eterno por todas las personas que trabajan directa e indirectamente enfrentando la pandemia que azota a la humanidad, otórgales la fortaleza y el gozo de servirte a través de los enfermos y personas indefensas.

Padre eterno, estamos dispuestos a seguir tus preceptos, concédenos la gracia de ser verdaderos testigos de tu Hijo Jesucristo, a quien enviaste para redimir al mundo. Concédenos, Padre eterno, una fe plena, una esperanza firme en nuestra vida futura y un amor que nos haga ser auténticos instrumentos de tu paz, convirtiendo tu Palabra en acción.

Amado Jesús, que los moribundos y los que ya han muerto obtengan tu misericordia y tomen parte en tu gloriosa resurrección.

Madre Santísima, Reina de los ángeles, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto del padre Gonzalo Mazarrasa:

«La escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y la Escritura no puede fallar. “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. El Padre consagró y envió al mundo al que es su Palabra y se quedó mudo, dice san Juan de la Cruz, pues no tiene ya nada más que decir. “Por su Palabra se hizo todo y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho”. A su Palabra se la conoce por sus obras: “Y vio Dios que sus obras eran buenas”. La Palabra no hace más que lo que ve hacer al Padre, hace siempre y solo las obras de su Padre: “Si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre”.

El mismo Jesús nos dijo: “Por sus obras los conoceréis”, porque “no hay árbol bueno que dé frutos malos”. Jesús ha estado tres años haciendo obras buenas. Lo que empezó en el Jordán un día a las cuatro de la tarde lo va a terminar allí, en el “lugar donde antes había bautizado Juan”. “El que lo vio”, Juan el evangelista, nos narra la primera y la última semana de esa vida pública que terminará a las tres de la tarde de un viernes en el Calvario, cuando, después de beber la cuarta Copa de la Cena pascual en la cruz, Jesús diga: “Todo está cumplido”. La obra del Padre es él quien la cumple. Por eso es el Hijo. Y Juan lo atestigua para que también nosotros creamos. “Si no me creéis a mí, creed a las obras”».

Hermanos: hagamos el propósito de reflexionar la experiencia actual a la luz de la Palabra, con el fin de superar colectivamente esta crisis. A la vez, seamos más pacientes y misericordiosos con los demás, invocando siempre al Santo Espíritu para que nos fortalezca y acompañe en este desafío.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.