LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA IX DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B
SAN JUSTINO, MÁRTIR
«Al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios». Mc 12,17.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Marcos 12,13-17
En aquel tiempo, enviaron contra Jesús unos fariseos y herodianos para atraparlo con alguna pregunta. Se acercaron y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de las personas, sino que enseñas según la verdad el camino de Dios: ¿Es lícito pagar el impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?». Jesús, dándose cuenta de la hipocresía de ellos, les replicó: «¿Por qué me pones a prueba? Tráiganme un denario, para que lo vea». Ellos le trajeron. Y él les preguntó: «¿De quién es esta imagen y esta inscripción?». Le contestaron: «Del césar». Y Jesús les dijo: «Al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios». Y ellos quedaron admirados de su respuesta.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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San Justino nació en Flavia Neapolis, en la actual Jordania. Era hijo de colonos griegos. Era filósofo y se convirtió a los treinta años. En el año 150 escribió la “Primera apología de la religión cristiana”. Entre los años 152 y 153 fue atacado por el filósofo Crescencio. En el año 160 escribió “Diálogo con Trifón”, un judío con el que debate la hipótesis del establecimiento de un puente entre el cristianismo y el judaísmo. Fue decapitado en Roma alrededor del año 165. Es patrono de los filósofos.
El pasaje evangélico de hoy, denominado “Tributo al césar”, se encuentra también en Mateo 22,15-22 y en Lucas 20,20-26. En la escena se identifica a los fariseos, conocidos por su fanatismo religioso, y a los herodianos, que colaboraban con el imperio romano. Estos dos grupos se confabulan para tenderle una trampa a Jesús, ya que cualquiera de las dos respuestas era un peligro.
Jesús, con una integridad, coherencia e inteligencia admirable, pide devolver al césar lo que es del césar, reconociendo la autonomía del poder civil, pero rechazando su divinización. De esta manera, Jesús toma el controvertido tema del pago de tributos para expresar un mandamiento global, que abarca la vida entera: afirmar el primado de Dios, sin desatender las obligaciones civiles. Es la respuesta de quien no se deja atrapar por el engaño.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
Nuestro Señor Jesucristo se opone a cualquier proyecto dictatorial impuesto por gobernantes que se consideran una suerte de dioses o señores de mundo. Cuando Jesús afirma «A Dios lo que es de Dios», significa que Dios no se identifica con ningún proyecto político en particular, sino con todos aquellos que optan por la vida y se ponen al servicio de las necesidades de las personas.
En este sentido, tenemos el deber de defender que la opción preferencial por los pobres, la defensa de la vida desde su concepción, la defensa de la familia ante la ideología de género, la defensa de los valores cristianos ante la promoción de los pecados capitales, disfrazados de libertad, y tantas otras, son acciones de la Iglesia que se desprenden del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo y que no tienen las motivaciones políticas del mundo.
Por ello, al igual que Nuestro Señor Jesucristo, todo cristiano debe ser libre interiormente. En esa libertad, no se somete a las tendencias e ideologías mundanas y, mejor aún, valora las ideas, los hechos y las personas con los parámetros del Evangelio.
Hermanos, meditemos a la luz del evangelio y respondamos: ¿Asumimos una actitud cristiana en la elección de las personas que dirigirán los destinos de nuestras naciones? ¿Colaboramos con nuestras autoridades en las acciones para mejorar el bienestar de las personas?
Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden siempre a ser ciudadanos honestos y buenos cristianos.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Señor, tú que has enseñado a san Justino a encontrar en la locura de la cruz la incomparable sabiduría de Cristo, concédenos, por intercesión de tu mártir, la gracia de alejar los errores que nos cercan y de mantenernos firmes en la fe.
Amado Jesús, ilumina con tu Santo Espíritu a todos los gobernantes del mundo para que siempre busquen el bienestar de las personas y dejen de lado las motivaciones personalistas y partidarias.
Santo Espíritu, ilumina nuestros pensamientos y acciones para que seamos buenos cristianos y ciudadanos honestos, respetuosos de las autoridades y con plena disponibilidad para trabajar siempre por el bienestar de las personas y así, contribuir a la construcción del Reino de los cielos.
Amado Jesús, Hijo de Dios vivo, que con tu muerte y resurrección venciste a la muerte, que la oblación última de nuestros difuntos los lleve al gozo eterno de tu gloria.
Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto del padre André Louf:
«La verdadera pregunta para Jesús, la única que le importa no es lo que es preciso pagar al césar, sino lo que es preciso pagar a Dios. Se da al césar lo que lleva su imagen, se da a Dios lo que ha sido acuñado a imagen de Dios.
Ahora bien, los judíos todavía no se habían dado cuenta de que era él, antes y después de cualquier otro, la verdadera imagen de Dios: este Jesús al que intentan poner en una situación embarazosa. No han visto la impronta de Dios en su humanidad. En su cuerpo de hombre, en su rostro, que debió de ser de una inolvidable belleza y nobleza. Jesús es el esplendor de la gloria de Dios. En Jesús, Dios se puso a nuestro alcance y se ofreció a nosotros. Él es el Señor, y no hay otro.
El césar no le hace competencia. El césar no podría sustituir a Jesús, ni ningún otro poder, ni el dinero, ni las riquezas: los ídolos a los que el creyente ha renunciado. Sabe en quién ha puesto su confianza, a quién se ha abandonado: a Jesús, metal precioso de humanidad, acuñado como efigie de Dios; a Jesús, que le amó y fue el primero en entregarse por él (Gál 2,20).
Algún día todo creyente tendrá que hacer esta elección: entre el césar y Jesús. En alguna ocasión esta elección está clara, pero con mucha mayor frecuencia resulta oscura y sutil. Sin embargo, ningún cristiano puede evitarla por completo, porque de estos dos -Dios y el dinero- no es posible más que amar a uno odiar al otro: fue el mismo Jesús quien lo afirmó (Lc 16, 13). Y tanto más porque el que elige, opta en favor o en contra de sí mismo.
En efecto, también él ha sido acuñado con una imagen, no la del césar, sino la de Dios, precisamente como Jesús. Si opta por la imagen del césar, acabará por asemejarse al césar, y la imagen de Dios se irá deteriorando poco a poco en él. Si opta por Jesús, se irá regenerando progresivamente su imagen en él y se hará enteramente conforme a él (2 Cor 3, 18). Aparecerá en su rostro un destello de la gloria de Dios. Al pertenecer a Dios, será dado enteramente a Dios».
Queridos hermanos: incorporemos en nuestras intenciones y oraciones diarias a los gobernantes del mundo, de nuestro país y de todo territorio, para que Dios Espíritu Santo los ilumine en su labor. Asumamos también el compromiso de colaborar más activamente con nuestras autoridades y participar cristianamente en los procesos de búsqueda y elección de personas idóneas para la conducción de los destinos de nuestros pueblos.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.