LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA SEMANA XI DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B
«Amen a sus enemigos, y oren por quienes los persiguen». Mt 5,44.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,43-48
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Ustedes han oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y odiarás a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, y oren por quienes los persiguen. Así serán hijos del Padre que está en el cielo, que hace salir el sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué premio tendrán? ¿No hacen lo mismo también los publicanos?» Y, si saludan solo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos? Por tanto, sean perfectos como su Padre celestial es perfecto».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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En Mateo 5,20-48 se presenta seis antítesis que afectan algunos puntos de la Ley. Recordemos que una antítesis es una relación de oposición de proposiciones, juicios o tesis; en este caso, son los contrastes entre las proposiciones antiguas y las propuestas revolucionarias de Jesús.
La primera se ubica en el versículo 22, cuando Jesús interpreta el quinto mandamiento: “No matarás”. La segunda, entre los versículos 27 y 28, en la que Jesús habla sobre el adulterio. La tercera, entre los versículos 31 y 32, cuando Jesús habla sobre el divorcio. La cuarta, entre los versículos 33 y 36, cuando Jesús se refiere al juramento. La quinta, entre los versículos 38 y 39, en la que Jesús habla sobre la “Ley del Talión”.
Y la sexta se ubica en el pasaje evangélico de hoy, versículos 43 y 44, cuando Jesús dijo: «Ustedes han oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y odiarás a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, y oren por quienes los persiguen».
Jesús, con este texto fundamental, señala con claridad que el amor supera largamente los límites de la Ley al plantear una justicia de orden superior que se caracteriza por el amor que debemos tener, incluso, a las personas que nos causan daño y por quienes sentimos enemistad.
No basta con evitar la venganza y escapar al resentimiento, hay que amar a quienes nos causaron daño; es más, Nuestro Señor Jesucristo nos dice que debemos orar por dichas personas y busquemos ser perfectos como nuestro Padre celestial. De esta manera, Jesús nos llama a la “humanidad de Dios”, al amor excelso, al amor con el que perdonó a quienes lo crucificaron. Jesús nos llama al amor con el que Él nos amó y nos ama, es decir, al amor extremo.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
Amar al prójimo y, en especial, a las personas que nos han hecho o nos hacen daño forma parte del mandamiento del amor que Jesús nos dejó. No es una acción opcional, es un mandamiento que debemos cumplir, de lo contrario, estaremos evitando que el amor de Dios se haga realidad.
El rey de la mentira y de la maldad promueve en el mundo todo tipo de violencia y desea que el resentimiento y la venganza, como frutos del egoísmo, sean el estandarte de todo ser humano. Sin embargo, Nuestro Señor Jesucristo, con el Espíritu Santo que envió Dios Padre, lo venció totalmente con su muerte y resurrección.
No es fácil perdonar y amar a nuestros enemigos; la única forma de hacerlo es con la ayuda de Dios. Para ello, Jesús nos brinda tres consejos: primero, buscar la perfección de Dios Padre contemplando su amor; segundo, rezar a Dios Padre por las personas que nos causan daño para que se acerquen a su amor misericordioso y sigan a Jesús; tercero, pedir a Dios Padre que nos conceda la humildad de Jesús para perdonar y amar como Él nos amó.
Hermanos, meditando el pasaje evangélico de hoy, respondamos: ¿Estamos dispuestos a rezar por las personas que nos han causado daño o nos provocan enemistad? ¿Estamos dispuestos a glorificar a Dios evitando el resentimiento y amando a nuestros enemigos?
Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a perfeccionar nuestro amor y el respeto a los sagrados mandamientos del Señor.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Padre eterno, Padre bondadoso, que haces salir el sol a buenos y malos, haznos semejante a ti para que seamos el fiel reflejo de tu amor misericordioso y seamos capaces de ver en cada hombre, incluso en el enemigo, un hermano que, como nosotros, ha sido salvado por Cristo al precio de su sangre.
Amado Jesús, Tú que perdonaste a los que te crucificaron, otórganos la gracia de perdonar y amar a las personas que nos hacen daño, así como de olvidar las rencillas pasadas y superar cualquier enemistad.
Espíritu Santo derrama tu santa luz para que el mundo acoja las revelaciones de amor de Nuestro Señor Jesucristo con el convencimiento de que el amor de Dios todo lo puede.
Amado Jesús, por tu infinita misericordia, lleva contigo a todos los difuntos de todo tiempo y lugar y muéstrales el excelso rostro de tu amor.
Madre Santísima, Reina de los ángeles, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un sermón de Fulgencio de Ruspe:
«“No debáis nada a nadie salvo el amor mutuo” (Rm 13,8). Que deuda más sorprendente, hermanos, que este amor que el apóstol Pablo nos enseña hemos de pagar siempre, sin dejar nunca de ser deudores. ¡Dichosa deuda, deuda sagrada, portadora de créditos en el cielo, llena de riquezas eternas!… Acordémonos de las palabras del Señor: “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian” (cf Lc 6,27). ¿Y cuál será la recompensa de este trabajo?… “Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo”.
El apóstol Pablo nos da a conocer qué es lo que se dará a estos hijos de Dios: “Si somos hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Rm 8,17). ¡Escuchad, pues, cristianos, escuchad, hijos de Dios, escuchad herederos de Dios, coherederos con Cristo! Si queréis poseer la herencia de vuestro Padre, pagad la deuda de vuestro amor no sólo hacia vuestros amigos sino también hacia vuestros enemigos. No rechacéis dar este amor a nadie; es el tesoro común a todos los hombres de buena voluntad. Poseedlo todos juntos, y para aumentarlo, derramadlo tanto a los malos como a los buenos. Porque este bien, que no se posee sino es todos juntos, no es de la tierra sino del cielo; la parte de uno jamás reduce la de ninguno de los otros…
El amor es un don de Dios: “El amor ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5,5) … El amor es la raíz de todos los bienes, tal como, vemos en san Pablo, la avaricia lo es de todos los males (1Tm 6,10) … El amor está siempre contento, porque cuanto más multiplica sus dones, tanto más ampliamente Dios nos lo concede. Es por esta razón que mientras el avaro se empobrece con todo lo que acapara, el hombre que paga su deuda de amor se enriquece con lo mismo que da».
Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo que nos muestra la grandeza de ser cristianos amando a los enemigos, a aquellos que nos han lastimado, más no para seguir soportando injusticias o sometimientos, sino más bien, para que en nuestro corazón reine siempre la pureza del amor, sin distinción de personas. Solo así seremos hijos de Dios Padre y hermanos de Cristo quien entregó su vida por toda la humanidad.
El amor a nuestros enemigos empieza en nuestra voluntad, decidimos amar exponiendo nuestras heridas y lesiones ante la luz de Cristo, y perdonando a quienes nos las han causado. Es en ese preciso momento en que empezamos a sanar y nos hacemos libres en el nombre de Dios. De esta manera, el amor fluirá sin obstáculos como un canal de misericordia desde el corazón de Cristo, pasando por el nuestro y llegando al prójimo, para la mayor gloria de Dios.
Hermanos: somos conscientes de lo difícil que puede resultar perdonar y amar a nuestros enemigos. Ante esta tarea difícil, desde hoy, demos el primer paso rezando por ellos, para que el Espíritu Santo ilumine y purifique sus corazones e intenciones. Que este primer paso nos conduzca a la oración permanente para que reine el amor y el perdón en el mundo entero.
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.