LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA XII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B
SAN LUIS GONZAGA
«No juzguen y no serán juzgados; porque con el juicio con que ustedes juzguen serán juzgados, y la medida que usen, la usarán con ustedes». Mt 7,1-2.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,1-5
En aquel tiempo, dijo Jesús: «No juzguen y no serán juzgados; porque con el juicio con que ustedes juzguen serán juzgados, y la medida que usen, la usarán con ustedes. ¿Por qué te fijas en la paja que tiene tu hermano en el ojo y no te fijas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte esa paja del ojo” teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita, sácate primero la viga del ojo, entonces verás claro y podrás sacar la paja del ojo de tu hermano».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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San Luis Gonzaga nació el 9 de marzo de 1568 en Castiglioni delle Stiviere (Mantua). En 1585, venciendo la oposición paterna, renunció al título de marqués y entró en el noviciado jesuita. Cuando estaba a punto de ser ordenado sacerdote, se contagió de tifus mientras atendía y curaba a los enfermos. Partió a la Casa del Padre el 21 de junio de 1591, en la octava del Corpus Christi, tal como la había predicho. Fue canonizado en 1726 por el papa Benedicto XIII.
El pasaje evangélico de hoy, denominado “El juicio a los demás”, se ubica en la parte narrativa del Sermón de la montaña, en el capítulo 7 de Mateo. A partir de aquí, las enseñanzas de Jesús se van dirigiendo a sus discípulos, hasta configurar el “Discurso misionero” en el capítulo 10.
El Sermón de la montaña ha ido desarmando todas las estructuras y condicionamientos que rodean al pecado que esclaviza a las personas. Jesús revoluciona todo el comportamiento humano con las bienaventuranzas, así como con las seis antítesis que meditamos los días previos.
Hoy, Jesús señala que antes que juzgar a los demás, debemos ser autocríticos, ya que la crítica indebida es un camino seguro a la hipocresía. Jesús hace la ilustración con un proverbio que pone en alto relieve la desproporción entre la paja en el ojo del hermano y la viga en el ojo propio.
Jesús nos recuerda que el juicio pertenece a Dios, que la medida que usemos será usada con nosotros y que todos somos imperfectos. Por eso, una mirada al espejo ayuda a ser más tolerantes y acogedores.
Uno de los Apotegmas de los Padres del desierto cuenta que, una vez, un joven se acercó a uno de los padres y le preguntó: “¿Cómo puedo estar seguro de que no me equivoco en el camino espiritual?”. El monje le contestó: “Estarás seguro de no equivocarte en el camino espiritual cuando no juzgues a nadie”.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
Jesús nos enseña que, a menudo, pretendemos corregir a nuestro hermano sin considerar que nosotros no hemos realizado ningún esfuerzo por corregir nuestros propios defectos o vicios. El orden exige que limpiemos primero nuestro propio espíritu para poder, con un corazón más limpio, ver más claramente y ser capaces de ayudar a mejorar a nuestro hermano. Jesús señala que, pretender lo contrario, es hipocresía.
La hipocresía empieza cuando queremos exhibirnos como modelo para los demás o pretendemos corregir al hermano basándonos en una autoridad frágil y sin una base espiritual firme. Nuestro Señor Jesucristo insiste en que debemos esforzarnos por nuestra propia conversión para luego tratar de corregir a nuestros hermanos.
Hermanos: meditando la lectura, respondamos: ¿Somos conscientes de nuestras debilidades y nos esforzamos por superarlas invocando a la Santísima Trinidad?
Que las respuestas a esta pregunta nos permitan entender que, si la presencia del reinado de Dios entre nosotros nos ha permitido experimentar el don inmenso e impagable de su perdón y misericordia, todo otro juicio que no sea el de ver al prójimo en el mismo abrazo salvador del Padre, sería tan injusto y absurdo como quien se fija en la paja del ojo del hermano llevando una viga en el propio.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Padre eterno, dispensador de los dones celestiales, que has querido juntar en san Luis Gonzaga una admirable inocencia de vida y un austero espíritu de penitencia, concédenos, por su intercesión, que, si no hemos sabido imitarle en su vida inocente, sigamos fielmente sus ejemplos en la penitencia.
Amado Jesús, te suplicamos envíes al Santo Espíritu para que hagamos un examen de consciencia que nos permita corregir nuestros pensamientos y acciones que están alejados de tus enseñanzas.
Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, envía tu luz sobre los gobernantes de las naciones para que sean verdaderos guías de los pueblos siguiendo las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amado Jesús, misericordia pura e infinita, concede el perdón a las almas del purgatorio y llévalas al banquete celestial. Envía a San Miguel Arcángel para que proteja a las almas de las personas agonizantes ante los ataques del enemigo.
¡Dulce Madre, María!, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un sermón de San Juan Crisóstomo:
«¿Queréis que os indique el camino de la conversión? Son numerosos, variados y diferentes, pero todos conducen al cielo.
El primer camino de la conversión es aborrecer nuestros pecados. Empieza tú a confesar tus pecados para ser justo. Esto porque dice el profeta: “Me dije: confesaré al Señor mis culpas. Y tú perdonaste mi falta y mi pecado”. Condena tú mismo las faltas que has cometido y esto bastará para que el Maestro te escuche. El que condena sus pecados irá con más cuidado para no recaer en ellos …
Hay un segundo camino que no es inferior al primero, y es: no guardar rencor a nuestros enemigos, dominar nuestra ira para perdonar las ofensas que nos infligen nuestros compañeros de servicio, porque así obtendremos el perdón de las ofensas contra el Maestro. Es la segunda manera de obtener la purificación de nuestras faltas. “Si perdonáis a vuestros deudores -dice el Señor- mi Padre que está en el cielo perdonará también vuestras faltas”.
¿Quieres conocer el tercer camino de la conversión? Es la oración ferviente y atenta desde el fondo del corazón … El cuarto camino es la limosna, tiene un poder considerable e indecible … Luego, la modestia y la humildad no son medios menores para destruir el pecado desde la raíz. Tenemos como testimonio de ello al publicano, que no podía proclamar sus buenas acciones, sino que, en su lugar, ofreció su humildad y depositó ante el Señor el pesado fardo de sus faltas.
Acabamos de indicar cinco caminos hacia la conversión … ¡No te quedes inactivo, sino avanza cada día por estos caminos! Son fáciles, y a pesar de tus miserias puedes ir por ellos».
Queridos hermanos: cuando sintamos la tentación de juzgar a nuestros hermanos, seamos autocríticos y oremos por la conversión de nuestros hermanos y por la nuestra, esforzándonos por alcanzarla.
En el Santísimo Nombre de Jesús y de María, esforcémonos diariamente por la superación de nuestras debilidades, para que seamos verdaderos discípulos de Nuestro Señor Jesucristo y no caigamos en la tentación de creernos mejores que los demás.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.