VIERNES DE LA SEMANA XII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEMANA XII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

«Señor, si quieres, puedes limpiarme». Extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio». Mt 8,2-3.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 8,1-4

En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». Extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio». Y enseguida quedó de la lepra. Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y lleva la ofrenda que mandó Moisés para que les sirva de testimonio».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

 

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Luego del Sermón de la montaña, va emergiendo un Jesús que sana. Lo cual se observa a lo largo de una serie narrativa de diez milagros ubicados entre los capítulos 8 y 9, que concluye con un pasaje doctrinal. De esta manera, se completa la imagen de Jesús: profeta y hombre de Dios, poderoso en obras y palabras.

En el relato de sanación se aprecia el siguiente esquema básico: un breve diálogo en el que el enfermo expresa su fe, y luego se produce la sanación. La fe era condición indispensable para que ocurriese el milagro: la firme creencia y confianza en Jesús para disponerse a su gesto liberador. Así mismo, varios de sus milagros confirman y fortalecen esa fe inicial.

Adrianus de Groot nos dice: «En el evangelio, el milagro da testimonio de la persona de Jesus. Su predicación del Reino y las curaciones que realizó no son independientes entre sí, sino que se completan recíprocamente formando un único conjunto significativo. Su Palabra obra en los milagros la salvación. Sus milagros son verdaderamente el Reino de Dios. Jesús no anuncia, en efecto, solo el Reino, sino que lo hace presente con las obras. La actualidad del Reino se anuncia solo con la aparición de Jesús. Dios Padre ha ligado la realización del Reino a la misión de Jesús, y se sirve de él para la última y definitiva invitación: “Haced penitencia y creed en el Evangelio” (Mc 1,15). De este modo, el hombre queda situado frente a una opción inevitable, una invitación que puede significar para él la salvación o la ruina».

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Cada milagro de Nuestro Señor Jesucristo proclama que Él es la fuente de la vida. Que Él es la fuente de la esperanza y de la libertad para la humanidad. Por ello, todos sus milagros estaban encaminados a testificar, con fe, el mayor de todos ellos: su resurrección, que es la victoria definitiva sobre la muerte y la maldad.

Nuestro Señor Jesucristo nos enseña que su ejemplo liberador debemos aplicarlo en nuestros hermanos, especialmente en aquellos que sufren dolor, enfermedad, hambre, miseria y esclavitud. Postrémonos ante Nuestro Señor Jesucristo con confianza y fe, y digámosle: “Señor, si quieres puedes sanarme; si quieres, puedes liberarme; Señor, si quieres puedes liberar y sanar a mi hermano”.

Meditando el texto de hoy, respondamos: ¿Oramos con fe y confiamos en la acción sanadora y liberadora de Nuestro Señor Jesucristo? ¿Compartimos nuestra fe? ¿Contribuimos a extender la acción liberadora de Nuestro Señor Jesucristo a nuestro alrededor?

Que las respuestas a estas preguntas y la diaria invocación al Espíritu Santo nos concedan aumentar y compartir nuestra fe para la mayor gloria de Dios.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Dios Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, concédenos la fe y la plena confianza en Nuestro Señor Jesucristo para contribuir a la extensión del Reino de los cielos.

Santo Espíritu de Dios, que a través de las obras de misericordia que nos inspiras, podamos siempre hacer la voluntad de Dios Padre.

Amado Jesús, misericordia pura e infinita, concede el perdón a las almas del purgatorio y llévalas al banquete celestial. Envía a San Miguel Arcángel para que proteja a las almas de las personas agonizantes ante los ataques del enemigo.

Madre Santísima, Madre del Sol que nace de lo alto, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una homilía de San Juan Crisóstomo:

«Grande es la prudencia, grande la fe de ese leproso que se acerca al Señor. Porque no le interrumpió en su enseñanza, ni irrumpió por entre la concurrencia, sino que esperó el momento oportuno y se acercó al Señor cuando éste hubo bajado del monte.

Y no le ruega como quiera, sino con gran fervor, postrado a sus pies; como cuenta otro evangelista, con verdadera fe y con la opinión que de Jesús se debe tener.

Porque no dijo: “Si se lo pides a Dios”, ni “Si haces oración”, sino “Si quieres, puedes limpiarme”. No dijo: “Señor, límpiame”. No, todo se lo encomienda a Él; a Jesús hace señor de su curación; y Jesús atestigua que tiene toda autoridad.

¿Y si la opinión del leproso era equivocada? En ese caso el Señor se la hubiera deshecho, lo reprendía y corregía. Ahora bien, ¿fue eso lo que hizo? De ninguna manera; todo lo contrario. Lo que hace es aceptar y confirmar lo que el leproso le había dicho.

Por ello precisamente no le responde: “Queda limpio”, sino: “Quiero, queda limpio”; con lo que el dogma ya no se fundaba en la mera suposición del leproso, sino en la sentencia misma del Señor.

No obraron así los apóstoles. ¿Entonces cómo? Cuando toda la muchedumbre los rodeaba llena de estupor, ellos decían: “¿Por qué nos miráis a nosotros, como si por propio poder o autoridad hubiéramos hecho andar a ese hombre?”. Mas el Señor, que muchas veces habló de sí humildemente sin considerar la gloria que le corresponde, ¿qué dice aquí para confirmar la opinión de todos los que lo admiraban en ese momento por su autoridad? “Quiero, queda limpio”.

En verdad, aunque había hecho tantos y grandes milagros, en ninguna parte parece que haya repetido esa palabra. Sin embargo, aquí, para confirmar la idea que, tanto el pueblo entero como el leproso, tenían de su autoridad, añadió este “quiero”. Y no es que lo dijera y luego no lo hiciera: la obra siguió inmediatamente a la palabra».

Hermanos: como en Marcos 9,24, digámosle al Señor diariamente: «Creo, pero aumenta mi fe». Oremos incesantemente para alcanzar este don maravilloso y, con amor, compartamos nuestra fe con los hermanos más necesitados. Tengamos en cuenta que la adoración al Santísimo Sacramento, la Santa Eucaristía, la Penitencia y el rezo del Santo Rosario son también parte del ejercicio de nuestra fe.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.