DOMINGO DE LA SEMANA XIV DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA XIV DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa» Mc 6,4.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6,1-6

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas, ¿no viven con nosotros aquí?». Y se escandalizaban a causa de él. Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa». No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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El texto de hoy denominado “Jesús en la sinagoga de Nazaret” se encuentra también en Mateo 13,53-58 y en Lucas 4,16. 22-30. Este pasaje considerado una “anécdota” evangélica.

Jesús vuelve al pueblo donde había vivido; sin embargo, no es querido en su tierra y sufre la desconfianza, incredulidad y rechazo de la gente, incluso de su familia. Es el precio de la libertad; pese a ello, Él manifiesta su dimensión profética y divina. Las personas no niegan los hechos prodigiosos realizados por Él, pero no creen que Jesús es el Mesías y consideran que su origen humilde es incompatible con su condición de enviado glorioso de Dios Padre.

Es importante aclarar que, en la lengua semita, la palabra «hermanos» tiene un sentido amplio, se utiliza también para designar la relación entre primos y tíos; por ejemplo, en la relación de Abrahán y Lot, en Gén 12,5. Por tanto, este pasaje no se refiere a que María tuviese más hijos que Jesús.

Hoy, Jesús bordea el misterio de la libertad humana porque espera de nosotros una respuesta libre, confiada, una respuesta de amor y de fe. Busquemos, pues, espacios de silencio y meditación para escuchar la voz de Jesús y acercarnos a su Sagrado Corazón, siempre amoroso y misericordioso. Tenemos el desafío de entregar la antorcha encendida de la fe a las futuras generaciones, despertando el amor a Dios en nuestros hermanos.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

La ceguera de los nazarenos en tiempos de Jesús también se repite en la actualidad, donde la santidad es considerada un peligro insoportable para el mundo y es objetada de manera intolerante con argumentaciones e ideologías anticristianas. Y esto porque muchas veces cuesta reconocer la presencia de Dios entre nosotros. Muchas veces se esperan signos prodigiosos para creer en Él.

El ruido de la tecnología, del relativismo de los valores y de la agitación mundana, que disfrazan al miedo con el orgullo, impide escuchar los mensajes que la Santísima Trinidad comunica, a cada instante, a la humanidad. Sin embargo, aun cuando en el mundo abunde el pecado, Nuestro Señor Jesucristo está dentro de nosotros, está presente en nuestros hermanos más necesitados y muchas veces lo buscamos en otros lugares cuando está a nuestro lado.

Hermanos: a la luz de la Palabra, respondamos ¿Cuáles son las situaciones y circunstancias en las que reconocemos la presencia de Nuestro Señor Jesucristo, cuál es la imagen que tenemos de Él? ¿Lo reconocemos en los hermanos más necesitados? ¿Reconocemos el poder sanador de Dios? ¿Obstaculizamos la manifestación de la gracia de Dios en nosotros y en nuestro prójimo?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a buscar y promover la búsqueda de aquella fe sencilla que permite el contacto auténtico con Nuestro Señor Jesucristo, especialmente en estos momentos difíciles para la humanidad.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, oh, Dios, que en la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, concede a tus fieles una santa alegría, para que disfruten del gozo eterno los que liberaste de la esclavitud del pecado.

Santísima Trinidad, Dios de amor, ten piedad de la humanidad, de todos aquellos que sufren los embates de esta pandemia. Socorre a tu pueblo, amado Dios.

Amado Jesús, tú que te presentaste ante tu pueblo como verdadero Dios y verdadero hombre, concédenos la gracia de mirar al prójimo con los ojos del corazón y no nos guiemos por las apariencias.

Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, envía tu luz desde el cielo e ilumina nuestras mentes para reconocer a Dios en todas las circunstancias de nuestras vidas.

Amado Jesús, felicidad de los santos, haz que los difuntos que desean contemplar tu rostro se sacien de tu visión.

Madre Santísima, Reina de la paz, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una reflexión de Beda el Venerable:

«Su patria era Nazaret, en donde había nacido. Pero ¡cuánta no sería la ceguedad de los nazarenos, que menosprecian, por sólo la noticia de su nacimiento, al que debían reconocer por Cristo en sus palabras y hechos! “Llegado el sábado -continúa- comenzó a enseñar” … En su doctrina se encierra su sabiduría, y su poder en las curas y milagros que hacía.

“¿No es este el carpintero, el hijo de María?” Pues, aunque las cosas humanas no deban compararse a las divinas, queda íntegra, sin embargo, esta figura, porque el Padre de Cristo trabaja por el fuego y por el Espíritu.

Y continúa: “Hermano de Santiago, y de José, y de Judas y de Simón; y sus hermanas, Y sus hermanas, ¿no viven con nosotros aquí?”. Ellos atestiguan así que los hermanos de Jesús están allí con Él; pero no viendo en ellos, como los herejes, a otros hijos de José y de María, sino a parientes sólo de Él, a los cuales, según costumbre de la Escritura, se llama hermanos, como a Abraham y Lot (Gén 13), siendo Lot hijo del hermano de Abraham.

“Y estaban escandalizados de Él”. El escándalo y el error de los judíos es nuestra salvación y la condenación de los herejes. Despreciaban, pues, al Señor hasta el punto de llamarle carpintero e hijo del carpintero. Más Jesús les decía: “No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa” … Que haya sido llamado Profeta el Señor en la Escritura, lo confirma el mismo Moisés, quien, dijo: “Tu Señor Dios te suscitará un profeta de entre tus hermanos” (Dt 18,15). No solamente Él, que es el Señor de los Profetas, sino también Elías, Jeremías y los demás profetas, han sido menos considerados en su patria que en los pueblos extranjeros; porque es casi natural la envidia entre los compatriotas, no considerando los hechos de un hombre, y recordando la fragilidad de su infancia.

“Y se maravilló de su falta de fe…” No se asombraba como de una cosa no esperada e imprevista, puesto que conoce todas las cosas aun antes de ser hechas; pero conociendo hasta lo más secreto de los corazones, manifiesta delante de los hombres que se asombra de lo que quiere que se asombren los hombres. Y asombra por cierto la ceguedad de los judíos, que no quisieron creer lo que sus profetas les decían de Cristo, ni tampoco en Él que nació entre ellos. En sentido místico, Jesús, despreciado en su casa y en su patria, es Jesús despreciado en el pueblo judío. Hizo allí algunos milagros, para que no pudieran excusarse del todo; pero hace todos los días mayores milagros en medio de las naciones, no tanto por la salud de los cuerpos, sino por la del espíritu de los hombres».

Queridos hermanos: agradezcamos de corazón a la Santísima Trinidad por el amor, misericordia y ternura que tiene por toda la humanidad. Conscientes de este inmenso amor, hagamos el compromiso de contemplar la acción de Dios en nuestras vidas, reconociendo su presencia en nuestras actividades cotidianas, a través de nuestro prójimo, y a la luz de la Palabra.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.