LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA XVI DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B
«Vengan ustedes solos a un sitio tranquilo a descansar un poco». Mc 6,31.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Marcos 6,30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Vengan ustedes solos a un sitio tranquilo a descansar un poco». Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en la barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todos los pueblos fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y sintió compasión de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles muchas cosas.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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El pasaje evangélico de hoy es la parte inicial del texto denominado “Multiplicación de los panes” o “Jesús da de comer a cinco mil” que está entre los versículos 30 y 44; hoy meditamos el fragmento ubicado entre los versículos 30 y 34.
Después del envío, Jesús acoge a los discípulos para que descansen y recuperen fuerzas, así como para reflexionar sobre la misión apostólica. Este momento puede entenderse como un espacio de intimidad y oración propio de los misioneros. Luego se formó una muchedumbre, Jesús observó el gentío con compasión y misericordia y se puso a enseñarles muchas cosas con el amor que lo caracteriza. De esta manera, el texto presenta la fisonomía de Jesús como formador de discípulos para anunciar la Buena Nueva, acogiendo a la gente con bondad y revelando el amor de Dios Padre. Un amor sensible frente al desamparo de la gente.
Como dice Adelaide Anzani Colombo: «Porque únicamente el amor -el amor y no cualquier ansia frenética de acción- no se cansa nunca ni necesita reposo; se alimenta de sí mismo y se recupera al infinito, porque participa de Dios. Un amor capaz de dar la vuelta a todo programa, de hacer saltar por los aires las mejores intenciones de reposo, un amor que no sabe resistirse, que se deja provocar, implicar, comprometerse; que es capaz de compasión. Dios es así, y así nos quiere a nosotros: “Vio Jesús un gran gentío y sintió compasión de ellos, pues eran como ovejas sin pastor”».
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
La expresión que Nuestro Señor Jesucristo dirigió a sus apóstoles: «Vengan ustedes solos a un sitio tranquilo a descansar un poco», nunca perderá vigencia, porque representa el tiempo necesario que requiere el cuerpo para recuperar sus fuerzas y la contemplación interior para renovar el vigor espiritual. Nuestro Señor Jesucristo nos invita al reposo del espíritu que será iluminado con su gracia, dejando de lado las agitaciones mundanas. En otras palabras, el equilibrio personal dependerá de cómo alimentamos nuestro espíritu, mente y cuerpo.
En nuestro mundo actual, el estrés es uno de los denominadores comunes de las actividades humanas. Es causado por el activismo frenético que va ganando espacio en la mentalidad y espiritualidad de las personas, evitando la reflexión trascendental que nos acerca a Dios. Además, nos aparta de los objetivos y proyectos fundamentales de la vida.
Toda la estructura causal del estrés y del activismo desenfrenado es compleja, pero su solución tiene sus raíces en la profundidad espiritual de esta enseñanza de Nuestro Señor Jesucristo: «Vengan ustedes solos a un sitio tranquilo a descansar un poco».
Por ello, queridos hermanos, conviene preguntarnos ¿Poseemos los “mecanismos” espirituales para detectar y enfrentar el estrés? ¿Cuáles son las actividades contemplativas que realizamos para renovar nuestras fuerzas espirituales?
Que las respuestas a estas preguntas nos permitan mantener el equilibrio personal necesario para realizar nuestra misión de evangelizar a través de nuestras actividades cotidianas. Así mismo, siguiendo el ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo, seamos siempre compasivos y misericordiosos con nuestros hermanos que tienen carencias espirituales y materiales.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Padre eterno, muéstrate propicio con tus siervos y multiplica compasivo los dones de tu gracia sobre ellos, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren siempre, con observancia atenta, en tus mandatos.
Amado Jesús, otórganos a través del Santo Espíritu el equilibrio para conocer y llevar adelante los designios que diariamente tienes para cada uno de nosotros. Danos la fuerza para ser instrumentos de tu amor y misericordia en un mundo cada vez más estresado y confundido.
Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, ilumina las mentes de las autoridades de los gobiernos para que siempre actúen con justicia y sean fieles testigos de las enseñanzas de Jesús.
Amado Jesús, te suplicamos ilumines con tu rostro a los difuntos que yacen en tinieblas y en sombras de muerte y ábreles las puertas de tu Reino. Protege Señor a las almas de las personas agonizantes para que lleguen a tu Reino.
¡Dulce Madre María!, Madre celestial, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una homilía de San Gregorio de Nisa:
«¿Dónde llevas a pastorear tu rebaño, oh, buen Pastor, que lo llevas todo entero a tus espaldas? Porque la raza humana entera es un único rebaño que tú has cargado sobre tus espaldas. Dime el lugar donde pacen, dame a conocer las aguas donde reposan, llévame a mí donde está la hierba crecida, llámame por mi nombre, para que yo, que soy oveja tuya, oiga tu voz, y tu voz sea para mí la vida eterna.
Sí, dímelo tú, a quien ama mi alma. Es así como te nombro, porque tu nombre está por encima de todo nombre, inexpresable e inaccesible a toda criatura dotada de razón. Pero este nombre, testigo de mis sentimientos hacia ti, expresa tu bondad. ¿Cómo no voy a amarte a ti, que me has amado primero, que me has amado cuando todavía era una oveja totalmente negra, hasta el punto de dar tu vida por las ovejas de las que eres pastor? No es posible imaginar amor más grande que el de quien ha dado la vida por mi salvación.
Dime, pues, dónde llevas a pacer tu rebaño, que pueda yo encontrar el pasto de salvación, hartarme del alimento celestial del que todo hombre debe comer si quiere entrar en la vida, correr hacia ti, que eres la fuente, y beber a grandes sorbos el agua divina que tú mismo haces brotar para los que tienen sed. Esta agua se derrama de tu costado después que la lanza ha abierto en él una llaga, y cualquiera que la guste se convierte en fuente que manará hasta la vida eterna».
Queridos hermanos: pidamos diariamente la intervención del Espíritu Santo para restaurar nuestras fuerzas y convertirnos en instrumentos de la paz y de la misericordia del Señor. No olvidemos que la realización de obras de misericordia es esencial para proclamar activamente la Palabra de Dios. Acompañemos esta petición con la asistencia frecuente a la Santa Eucaristía, a la Adoración Eucarística y con el rezo del Santo Rosario.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.