DOMINGO DE LA SEMANA XVII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA XVII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados; hizo lo mismo con el pescado y les dio todo lo que quisieron. Jn 6,11.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 6,1-15

En aquel tiempo, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.

Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Dónde compraremos panes para dar de comer a toda esta gente?». Lo decía para ponerlo a prueba, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios no bastan para que a cada uno le toque un pedazo de pan». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?». Jesús dijo: «Digan a la gente que se siente». Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil.

Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados; hizo lo mismo con el pescado y les dio todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recojan los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie». Los recogieron, y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. La gente entonces, al ver la señal milagrosa que había hecho, decía: «Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo». Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña, Él solo.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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El pasaje evangélico de hoy narra el signo de la multiplicación de los panes, que se puede leer en los cuatro evangelios. Jesús da de comer hasta saciarse a cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

El texto va más allá de la multiplicación de los panes y de los peces; el mensaje transita por el gesto amoroso y solidario de Jesús de curar a los enfermos y de compartir el pan y los peces con una multitud que representa a toda la humanidad. Es también una hermosa prefiguración de la Santa Eucaristía, ya que los gestos del Señor antes de la multiplicación de los panes son idénticos a los de la última cena.

La lectura también nos invita a participar en la dinámica solidaria y misionera de Jesús; por ello, hagamos nuestra la siguiente expresión del papa Francisco: «Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: “¡Dadles vosotros de comer!”».

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo no abandona jamás a quiénes lo siguen. Él siempre estará cerca, dispuesto a cambiar nuestro desierto por un lugar de amor, misericordia y esperanza; pero, especialmente, por un lugar en el que nos brinda el alimento de vida eterna.

En la multiplicación de los panes, Nuestro Señor Jesucristo nos da una muestra fehaciente de la economía divina: multiplica nuestras pequeñas ofrendas en amor y alimento abundante. Pero ¿quién fue ese muchacho que ofreció gratuitamente su comida? Definitivamente, él representa a aquellos hermanos anónimos que cruzan el Reino de los cielos con humildad, sin dejar su nombre. Mientras tanto, los más de cinco mil personas, al sentarse para recibir el pan y los peces, hicieron un acto colectivo de fe.

Hermanos: a la luz de la Palabra, respondamos: ¿Tenemos sentimientos de compasión, misericordia y solidaridad por nuestros hermanos más necesitados? ¿Tenemos fe en los signos que Dios realiza a cada instante en nuestras vidas? ¿Recibimos la comunión sacramental o espiritual?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a focalizar nuestro seguimiento a Dios a través del prójimo más necesitado y de la recepción de Nuestro Señor Jesucristo en nuestros corazones a través de la comunión sacramental o espiritual.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, Dios, protector de los que en ti esperan y sin el que nada es fuerte y santo; multiplica sobre nosotros tu misericordia, para que, instruidos y guiados por ti, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos ya a los eternos.

Espíritu Santo, dirige y santifica nuestros pensamientos, palabras y obras, y haznos dóciles a tus inspiraciones.

Padre eterno y misericordioso, tú que nos otorgas la salvación que nos libra de nuestros enemigos a través de Nuestro Señor Jesucristo, te suplicamos que recibas en tu Reino a las benditas almas de las personas que están muriendo en esta crisis sanitaria.

Madre Celestial, Madre de la Divina Gracia, Madre del amor hermoso, Reina de los ángeles, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto del padre Mauro-Giuseppe Lepori:

«La primera preocupación, el primer pensamiento que parece tener Jesús frente a la necesidad de la muchedumbre, es la fe de sus discípulos. Sin embargo, los apóstoles calculan, hacen el inventario de sus fuerzas y de sus medios y la respuesta que dan a Jesús es una constatación escéptica de imposibilidad. En suma, los apóstoles no han superado la prueba de la fe. No han comprendido que Jesús no quería poner a prueba sus alforjas, sino la fe que decían tener en él. ¿Cuál es, entonces, la actitud de fe adecuada?

El niño de los cinco panes y de los dos peces lo da todo, ofrece todo lo que tiene. Lo que ofrece es nada en comparación con la necesidad, pero esta nada es todo para el muchachito. Entonces Dios puede concluir la ofrenda. La santidad es el cumplimiento dado por Dios a la ofrenda total, aunque la ofrenda total de nosotros mismos sea una ofrenda de muy poca cosa. La gracia germina en la fe de la ofrenda total del pequeño, es decir, de aquel que no se siente nunca dueño del cumplimiento. Y así es como Cristo nos pide que nos enfrentemos a las inmensas necesidades del mundo y de la Iglesia. A Jesús no le gustan los planes, las evaluaciones, los programas pastorales detallados por anticipado. Cristo prefiere que sus discípulos pongan a disposición de los otros lo poco o nada que son o que tienen: esto le basta para multiplicarlo.

Cuantos panecillos y cuantos peces se pierden en nuestros bolsillos porque los consideramos insuficientes para las necesidades, cuando solo bastaría ofrecerlos a Cristo para que los multiplique a voluntad. Bastaría con una pequeñez confiada que reconociera que todo es ya milagro, hasta los cinco panes y los dos peces que dio el niño».

Queridos hermanos: invocando siempre la inspiración y la protección del Espíritu Santo, realicemos obras de misericordia en favor de aquellos hermanos más necesitados material y espiritualmente, compartiendo los bienes que el Señor nos ha otorgado.

Recordemos que cuando nosotros compartimos nuestro pan con quien lo necesita, no solo aliviamos la necesidad ajena, sino que contribuimos a fortalecer su fe en nuestro Dios providente y misericordioso, nos convertimos en instrumentos de su amor. Seamos instrumentos del Señor. Acudamos también a la comunión espiritual si es que no podemos recibirla sacramentalmente.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.