LECTIO DIVINA DEL MIÉRCOLES DE LA SEMANA XIX DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B
SANTA CLARA DE ASÍS, VIRGEN
«Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» Mt 18,19-20.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 18,15-20
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si tu hermano peca, llámale la atención a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano que peca contra ti. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. En verdad les digo, que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo. En verdad les digo que, si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo. Porque donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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Santa Clara nació en Asís, Italia, el 16 de julio de 1194 y murió el 11 de agosto de 1253. Fue seguidora fiel de san Francisco de Asís, con el que fundó la orden de las hermanas clarisas. Clara se preciaba de llamarse “humilde planta del bienaventurado Padre Francisco”. Después de abandonar su vida de noble, se estableció en el monasterio de San Damiano hasta morir.
Clara fue la primera y única mujer en escribir una regla de vida religiosa para mujeres. En su contenido y en su estructura se aleja de las tradicionales reglas monásticas. Fue canonizada un año después de su fallecimiento, por el papa Alejandro IV.
El pasaje evangélico de hoy pertenece al cuarto discurso de Jesús en el evangelio de San Mateo que trata sobre el discipulado y la comunidad, también llamado discurso eclesiástico de Jesús. Hoy, Nuestro Señor Jesucristo brinda instrucciones claras a sus discípulos para mantener la comunión y la unidad entre ellos, ser siempre fieles a la Palabra, a través de la corrección fraterna, el perdón recíproco y la oración colectiva. De esta manera, podemos ir integrando en nuestras comunidades la sabiduría que el Espíritu Santo nos va regalando.
La expresión de Jesús de atar y desatar se refiere a la autoridad y al encargo espiritual que Jesús confiere a sus apóstoles y a la Iglesia para perdonar los pecados y conducir a las almas como mediadora de la caridad.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
Nuestro Señor Jesucristo insiste amorosamente en la gran oferta de paciencia y misericordia de Dios Padre. Toda la comunidad está llamada a cuidar de todos sus miembros, especialmente de aquellos que están en pecado o en situaciones de riesgo. En este sentido, Nuestro Señor Jesucristo nos señala el deber de la corrección fraterna gradual y el valor de la oración comunitaria.
La corrección fraterna puede ser una simple llamada de atención amorosa y sincera, en privado, y puede convertirse en el consejo de una mayor cantidad de personas, con el fin de hacer entender el error del hermano e invitarlo a la conversión. Por ello, no podemos caer en el pecado de la indiferencia; Dios no quiere que se pierda ni una sola persona. Recordemos que somos hombres y mujeres con limitaciones y debilidades humanas que caminamos juntos hacia Dios. Por ello, dejemos de lado las inercias e incorporemos en nuestras vidas la sabiduría que Dios nos va regalando; vivamos en conexión con nuestra verdadera identidad y, en consonancia con ella, ocupémonos unos de otros.
Hermanos, meditando el pasaje evangélico de hoy, respondamos: ¿Es difícil perdonar a los hermanos que nos ofenden? ¿Nos perdonamos a nosotros mismos? ¿Ayudamos a nuestros hermanos en pecado y/o en conflicto a tomar el camino de la reconciliación?
Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a ser mejores hermanos y cristianos en el amor de Nuestro Señor Jesucristo.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Padre eterno, que guiaste misericordiosamente a Santa Clara hacia el amor a la pobreza, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo en la pobreza de espíritu, merezcamos llegar a contemplarte en el reino celestial.
Gloriosa Santa Clara de Asís, por aquella fe inquebrantable que te hizo servirte de las cosas terrenas buscando las del cielo, por aquella esperanza firme con que venciste todas las dificultades que se oponían a tu santificación, por aquella caridad pura y ardiente que te movió en todos los momentos de la vida, pedimos con humilde confianza que intercedas ante Dios para que culmine esta difícil situación que atraviesa la humanidad.
Amado Jesús: tú que estás en medio de nosotros cuando oramos comunitariamente, presenta nuestras oraciones a Dios Padre. Concédenos a través del Espíritu Santo un deseo y amor apasionado por la salvación de todos nuestros hermanos, para que nadie quede excluido de la salvación eterna. Otorga a la Iglesia los dones para que siempre busque y acoja a aquellos hermanos que se han apartado de ti.
Amado Jesús, justo juez, tú que quieres que nadie quede excluido de tu acción redentora, concede tu misericordia a todas las almas del purgatorio, especialmente, a aquellas que más la necesitan.
Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo a través de Santa Clara de Asís, con un texto de Enzo Bianchi:
«Tanto para Clara como para Francisco, el primado se lo lleva el señorío de Dios sobre toda la vida y todas las cosas. La centralidad de toda la vida, la voluntad y la acción está constituida por Cristo; la dinámica de la vida, de penitencia o de conversión solo la da y sólo hemos de buscarla en el Espíritu Santo; pero esto es más que suficiente para definir la contemplación auténticamente cristiana […].
Clara no hace coincidir nunca contemplación y clausura, la contemplación como conocimiento amoroso de Cristo y la clausura como un hecho material. Tanto para Clara como para Francisco, la contemplación es asiduidad con la palabra leída en las sagradas Escrituras, aunque también escuchada y recibida por los hermanos como comida y alimento de la fe y del alma; la contemplación es oración continua atendiendo al Señor y a todas las criaturas.
Es propio y específico de Clara haber dado a la contemplación una dimensión propiamente evangélica: no era para ella una actividad extraordinaria, reservada a una élite, a los privilegiados de la cultura, sino una actitud cotidiana en el ámbito de la humilde realidad de las cosas, de las labores cotidianas. La contemplación para Clara es vida en Cristo, es sacrificio vivo y espiritual ofrecido al Señor. Es significativo que la única referencia que hace Clara a la página del encuentro de Jesús con María y Marta … determina lo único necesario de este culto de la vida a Dios y no entrevé ninguna oposición entre acción y contemplación.
La contemplación, por tanto, para Clara y Francisco, no es sólo conocer a Dios, sino también ver a los hombres y a las criaturas como los ve Dios. Clara llama a Inés “alegría de los ángeles” (Carta tercera 3, 11) y registra de un modo nuevo las cosas de Dios, las criaturas de las que siempre ve brotar una alabanza, una acción de gracias al Dios altísimo y creador».
Queridos hermanos: hagamos el propósito de pedir perdón por nuestros pecados. Así mismo, contribuyamos a que nuestros hermanos que están alejados de Dios se acerquen al camino de la conversión. Que la oración sea un signo de fraternidad y amor cristiano en nuestras comunidades.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.