MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXV DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXV DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

«Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de aquel sitio. Y si no los reciben, al salir de aquel pueblo, sacudan el polvo de los pies, como testimonio contra ellos» Lc 9,4-5.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,1-6

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No lleven nada para el camino: ni bastón y alforja, ni pan ni dinero; tampoco lleven dos túnicas. Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de aquel sitio. Y si no los reciben, al salir de aquel pueblo, sacudan el polvo de los pies, como testimonio contra ellos». Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando el Evangelio y curando enfermos por todas partes.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

———–

«Toda nuestra vida, por muda que sea debe dar testimonio del Evangelio. Toda nuestra existencia, todo nuestro ser debe gritar el Evangelio. Toda nuestra persona debe respirar a Jesús. Todos los actos de nuestra vida deben gritar que le pertenecemos y deben ser una imagen de vida evangélica. Todo nuestro ser debe ser una predicación viva, un reflejo de Jesús, un perfume suyo, algo en lo que resplandezca la imagen de Jesús». San Charles de Foucauld.

La lectura de hoy trata sobre la “misión de los Doce” que también se encuentra en los evangelios de Mateo y Marcos. En el texto, Jesús, con autoridad divina y consciente del sufrimiento humano, inviste a sus discípulos y los envía a predicar el Reino de los cielos.

La misión reproduce la actividad de Jesús: les da poder sobre los demonios, para curar enfermedades y proclamar el Reino. Estas instrucciones que Jesús imparte tienen como fin hacer comprender a los Doce que el actor principal de la misión es Dios Padre y que deben confiar absolutamente en su providencia y entregarse completamente a esta obra divina con bondad, respeto y tolerancia, despreocupándose de lo que puedan necesitar en el camino.

La expresión «sacudan el polvo de los pies» hace referencia a una costumbre judía cada vez que emprendían el regreso a su tierra.

En suma, las instrucciones de Jesús se refieren al mensaje, a los signos de la misión y al comportamiento del misionero, siempre austero y confiado en Dios. Hoy, como en aquel tiempo, el éxito y la autenticidad de la misión descansa en la fe, aquella fe que actúa también en el corazón de los destinatarios de las bienaventuranzas.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

El amor hizo que la misión realizada por los doce apóstoles sea eficaz. Muchos de ellos sufrieron torturas y muerte, pero el Evangelio de Dios llega a nosotros después de dos mil años y nuestra Iglesia prosigue con esta misión.

Hoy también la misión de los consagrados y de los laicos, de ser testimonio vivo de la Palabra de Dios, tiene que ver con el amor; es decir, con el equipaje, la hospitalidad y la conducta del misionero. Todos los cristianos debemos amar como Nuestro Señor Jesucristo amó; es decir, dando nuestro talento, tiempo y vida a los demás. De esta manera, nuestro testimonio, con el apoyo del Espíritu Santo, será eficaz en medio de un mundo cada vez más incrédulo y apartado de Dios.

Queridos hermanos, meditando la palabra de hoy, respondamos: ¿En nuestro seguimiento a Jesús, tenemos desapego a las cosas materiales? ¿Rezamos por las personas que tienen necesidades espirituales y materiales? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a purificar nuestro seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Dios Padre, concede los dones apostólicos a todos los consagrados de la Iglesia para que, fieles al envío de Nuestro Señor Jesucristo, anuncien el Evangelio, curen a los enfermos y liberen a las personas de sus males físicos y espirituales.

Padre eterno, te suplicamos admitas en tu reino a todos los difuntos de todo tiempo y lugar para que puedan contemplar tu rostro. Protege Señor a las almas de los agonizantes para que lleguen a tu reino.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Madre del amor hermoso, Reina de los ángeles, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Dios con un extracto de la Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” §181-183 del papa Francisco:

«El mandato de Cristo es: “Id por todo el mundo, anunciad la Buena Noticia a toda la creación” (Mc 16,15), porque “toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios” (Rm 8,19). Toda la creación quiere decir también todos los aspectos de la vida humana… Las enseñanzas de la Iglesia sobre situaciones contingentes están sujetas a mayores o nuevos desarrollos y pueden ser objeto de discusión, pero no podemos evitar ser concretos… Los Pastores, acogiendo los aportes de las distintas ciencias, tienen derecho a emitir opiniones sobre todo aquello que afecte a la vida de las personas, ya que la tarea evangelizadora implica y exige una promoción integral de cada ser humano.

Ya no se puede decir que la religión debe recluirse en el ámbito privado y que está sólo para preparar las almas para el cielo. Sabemos que Dios quiere la felicidad de sus hijos también en esta tierra, aunque estén llamados a la plenitud eterna, porque Él creó todas las cosas “para que las disfrutemos” (1 Tm 6,17), para que todos puedan disfrutarlas. De ahí que la conversión cristiana exija revisar “especialmente todo lo que pertenece al orden social y a la obtención del bien común” (San Juan Pablo II).

Por consiguiente, nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos. ¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo. Una auténtica fe —que nunca es cómoda e individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra».

Queridos hermanos: pidamos diariamente la intervención del Espíritu Santo para que nos conceda los dones apostólicos que nos permitan, en el Santísimo Nombre de Jesús, acercar a nuestros hermanos al amor y a la misericordia de Dios.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.