VIERNES DE LA SEMANA XXVI DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEMANA XXVI DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS, VIRGEN Y DOCTORA DE LA IGLESIA

«Señor, si quieres, puedes sanarme». Él extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda sano». Mt 8,2-3.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según San Mateo 8,1-4

En aquel tiempo, cuando Jesús bajaba del monte le seguía una gran multitud. Un leproso se le acercó, se postró ante él y le dijo: «Señor, si quieres, puedes sanarme». Él extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda sano». Y en ese instante se sanó de la lepra. Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie; ve a presentarte al sacerdote y, para que les conste, lleva la ofrenda establecida por Moisés».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

———-

«Mi vida es un instante, una hora de paso. ¡Oh, Dios mío, sabes que para amarte en la tierra no dispongo más que del día de hoy!» (Santa Teresa del Niño Jesús).

Hoy celebramos a Santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, fiel testimonio de confianza filial en Dios. Para ella, el amor tiene un rostro: Jesús. Teresa es uno de los “pequeños” del evangelio que se deja transportar por Jesús a las profundidades del misterio de su amor.

Nació en Alenzón en 1873. En 1877, después de la muerte de su mamá, se traslada con su familia a Lisieux. A los 14 años tomó la decisión de consagrarse a Dios, para lo cual pidió la autorización del papa León XIII, e ingresó en 1888 al monasterio de las carmelitas descalzas de Lisieux, donde hizo su profesión religiosa a los 17 años. Murió en 1897, fue beatificada en 1923 y canonizada en 1925 por Pío XI. Escribió más de 200 cartas, 62 poemas, 21 oraciones y 8 recreaciones piadosas.

Luego del Sermón de la montaña, va emergiendo un Jesús que sana. Lo cual se observa a lo largo de una serie narrativa de diez milagros ubicados entre los capítulos 8 y 9 de Mateo. Así, se completa la imagen de Jesús: profeta y hombre de Dios, poderoso en obras y palabras.

En el relato de sanación se aprecia el siguiente esquema básico: un breve diálogo en el que el enfermo expresa su fe, y luego se produce la sanación. La fe era condición indispensable para que ocurriese el milagro: la firme creencia y confianza en Jesús para disponerse a su gesto liberador. Así mismo, varios de sus milagros confirman y fortalecen esa fe inicial. Por ello, Jesús repite a los curados: «Tu fe te ha salvado».

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Santa Teresa del Niño Jesús es un bello ejemplo de abandono en el Señor, ella siguió el camino del amor, de la sencillez y de la confianza total en el amor misericordioso de Nuestro Señor Jesucristo.

Cada milagro de Nuestro Señor Jesucristo proclama que Él es la fuente de vida, de esperanza y de libertad para la humanidad. Por ello, todos sus milagros estaban encaminados a testificar, con fe, el mayor de todos ellos: su resurrección, que es la victoria definitiva sobre la muerte y la maldad.

Nuestro Señor Jesucristo nos enseña que su ejemplo liberador debemos aplicarlo en nuestros hermanos, especialmente en aquellos que sufren dolor, enfermedad, hambre, pobreza y esclavitud. Postrémonos ante Nuestro Señor Jesucristo con confianza y fe, y digámosle: «Señor, si quieres puedes sanarme»; y también: «Señor, si quieres, puedes liberarme; Señor, si quieres puedes liberar y sanar a mi hermano».

Meditando el texto, respondamos: ¿Oramos con fe y confiamos en la acción sanadora y liberadora de Nuestro Señor Jesucristo? ¿Contribuimos a extender su acción liberadora a nuestro alrededor? ¿Compartimos nuestra fe? Que las respuestas a estas preguntas y la diaria invocación al Espíritu Santo nos concedan aumentar y compartir nuestra fe para la mayor gloria de Dios.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno: tú que preparas tu reino para los humildes y los sencillos, concédenos seguir confiadamente el camino de Santa Teresa del Niño Jesús para que, con su intercesión, podamos tener un corazón abierto al perdón y a la fraternidad.

Dios Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, concédenos la fe y la plena confianza en Nuestro Señor Jesucristo para contribuir a la extensión del Reino de los cielos.

Santo Espíritu de Dios, que a través de las obras de misericordia que nos inspiras, podamos siempre hacer la voluntad de Dios Padre.

Padre misericordioso, te suplicamos que extiendas también tu Reino a las almas de los difuntos, en especial a todos aquellos que partieron sin conocerte y alejados de ti. Ten misericordia Padre eterno.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios a través de un escrito de Santa Teresa del Niño Jesús:

«Jesús ha querido darme luz acerca de este misterio. Puso ante mis ojos el libro de la naturaleza y comprendí que todas las flores que él ha creado son hermosas y que el esplendor de la rosa y la blancura del lirio no le quitan a la humilde violeta su perfume ni a la margarita su encantadora sencillez … Comprendí que, si todas las flores quisieran ser rosas, la naturaleza perdería su gala primaveral y los campos ya no se verían esmaltados de florecillas …

Eso mismo sucede en el mundo de las almas, que es el jardín de Jesús. Él ha querido crear grandes santos, que pueden compararse a los lirios y a las rosas; pero ha creado también otros más pequeños, y éstos han de conformarse con ser margaritas o violetas destinadas a recrear los ojos de Dios cuando mira a sus pies. La perfección consiste en hacer su voluntad, en ser lo que él quiere que seamos …

Comprendí también que el amor de Nuestro Señor se revela lo mismo en el alma más sencilla, que no opone resistencia alguna a su gracia, que en el alma más sublime. Y es que, siendo propio del amor el abajarse, si todas las almas se parecieran a las de los santos doctores que han iluminado a la Iglesia con la luz de su doctrina, parecería que Dios no tendría que abajarse demasiado al venir a sus corazones. Pero él ha creado al niño, que no sabe nada y que sólo deja oír débiles gemidos, y ha creado al pobre salvaje, que sólo tiene para guiarse la ley natural. ¡Y también a sus corazones quiere él descender! Éstas son sus flores de los campos, cuya sencillez le fascina …

Abajándose de tal modo, Dios muestra su infinita grandeza. Así como el sol ilumina a la vez a los cedros y a cada florecilla, como si sólo ella existiese en la tierra, del mismo modo se ocupa también Nuestro Señor de cada alma personalmente, como si no hubiera más que ella. Y así como en la naturaleza todas las estaciones están ordenadas de tal modo que en el momento preciso se abra hasta la más humilde margarita, de la misma manera todo está ordenado al bien de cada alma».

Queridos hermanos: en este día de Santa Teresa del Niño Jesús, hagamos el compromiso de pedir al Espíritu Santo las gracias de la humildad, la misericordia y el amor fraterno, realizando obras de misericordia y viendo en cada hermano necesitado, el rostro de Nuestro Señor Jesucristo.

Como en Marcos 9,24, digámosle al Señor diariamente: «Creo, pero aumenta mi fe». Oremos incesantemente para alcanzar este don maravilloso y, con amor, compartamos nuestra fe con los hermanos más necesitados.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.