LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA XXVIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B
SAN JUAN XXIII, PAPA
«Aquí hay Alguien que es más que Salomón» Lc 11,31.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según San Lucas 11,29-32
En aquel tiempo, la gente se aglomeraba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay Alguien que es más que Salomón. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con los hombres de esta generación, y la condenarán, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay Alguien que es más que Jonás».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, locura para los gentiles; más para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Porque la locura divina es más sabia que las personas, y la debilidad divina, más fuerte que las personas» (1 Cor 1,22-25).
Angelo Giuseppe Roncalli nació el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, en Bérgamo, Italia. Fue el cuarto de trece hermanos. Fue bautizado ese mismo día. Recibió la confirmación y la primera comunión en 1889. Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904.
Durante la Primera Guerra Mundial fue sargento de sanidad y capellán castrense. Ordenado Obispo en 1925 en Roma, estuvo Bulgaria hasta finales de 1934. Cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, estaba en Grecia, que quedó destruida por los combates. Puso a salvo a muchos judíos sirviéndose del “visado de tránsito” de la Delegación Apostólica. En diciembre de 1944 Pío XII lo nombró Nuncio Apostólico en París, donde ayudó a los prisioneros de guerra.
En 1953 fue nombrado cardenal. Tras la muerte de Pío XII, fue elegido Papa el 28 de octubre de 1958. En sus cinco años como Papa, el mundo entero pudo ver en él una imagen auténtica del Buen Pastor. Humilde y atento, decidido y valiente, sencillo y activo, practicó los gestos cristianos de las obras de misericordia corporales y espirituales, visitando a los encarcelados y a los enfermos, acogiendo a personas de cualquier nación y credo, comportándose con todos con un admirable sentido de paternidad.
Convocó el Concilio Vaticano II. Murió el 3 de junio de 1963, al día siguiente de Pentecostés, en profundo espíritu de abandono a Jesús, deseando su abrazo, rodeado por la oración unánime de todo el mundo, que parecía haberse reunido en torno a él, para respirar con él el amor del Padre. Juan XXIII fue declarado beato por el Papa Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000 y el Papa Francisco lo canonizó el 27 de abril de 2014. (Perfil biográfico de Juan XXII, Web del Vaticano)
En el evangelio de hoy, Jesús responde ásperamente a quienes lo siguen solo por sus signos y milagros, indicando que la única señal que recibirán será la de Jonás; por ello les llama “generación perversa” debido a su falta de fe para comprender la acción divina en sus señales milagrosas. No se dan cuenta que Jesús es el signo de Dios Padre por excelencia.
La señal de Jonás es una prefiguración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, porque Jonás fue tragado por un gigantesco pez y estuvo en su vientre tres días, hasta que fue devuelto en tierra firme por el pez. Después el Señor le dijo a Jonás que se dirija a Nínive para avisar que la ciudad sería destruida en cuarenta días si no se convertían; en este tiempo, los ninivitas se arrepintieron de su mala vida y el Señor dio marcha atrás con la destrucción de la ciudad, tal como se puede leer en el libro del profeta Jonás, capítulos 1 al 3.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
Hoy Jesús nos exhorta a buscarlo y a encontrarlo a través de la fe. Nuestro Señor Jesucristo sabe que siempre estamos en busca de señales o manifestaciones de su presencia divina y omnipotente, pero que es necesaria la fe para comprender los signos y milagros que Él realiza también en la actualidad, en nuestras vidas, a cada instante.
Muchos preguntan por qué Dios no da al mundo signos abrumadores, que sea imposible negarse a creer. No lo hace por la misma razón con la que Cristo no quiso ofrecer signos a nadie, incluso al tentador en el desierto, ni a quienes lo injuriaban cuando moría en la cruz. Esta suerte de reclamo no serviría para nada, podría suscitar una creencia forzosa, pero sería una falsa fe.
Por eso, la fe será siempre nuestro fundamento para creer sin ver, para tener la certeza de que no estamos solos, sino que, Dios Padre, Dios Hijo y el Espíritu Santo nos acompañan siempre, en las alegrías y en las tribulaciones, y comprender también que la alegría y el sufrimiento son fuentes de gracia.
Esta comprensión nos conduce a cumplir con los mandamientos y a agradecer a la Santísima Trinidad por todos los dones que recibimos. Por ello, meditando la Palabra, respondamos: ¿Entendemos y comprendemos la acción divina en nuestras vidas?
Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a comprender los signos de la presencia de la Santísima Trinidad en medio de nosotros.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Santísima Trinidad: te alabamos y bendecimos por tu bondad, amor y misericordia, otórganos la gracia de la plena conversión, la obediencia y el seguimiento fiel a las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.
Hermanos, repitamos como en Marcos 29,24: “Señor, creo, pero aumenta mi fe”. Aumenta mi fe para seguirte con confianza plena en tu santa voluntad y cumpliendo tus mandamientos.
Santo Espíritu de Dios envía tus dones y mora en nuestro corazón. Que nuestra oración llegue hasta ti Señor, hasta tu santo templo.
Santísima Trinidad, a ti gloria y alabanza por los siglos. Amén.
Madre Santísima, Bendita Tú, elegida desde siempre para ser santa e irreprochable ante el Señor por el amor, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Dios con un breve texto de San Juan Crisóstomo:
«Guardémonos de perder toda esperanza, sino evitemos igualmente ceder muy fácilmente a la indolencia… La desesperanza impide al que ha caído levantarse y la indolencia hace caer al que está de pie… Si la presunción nos precipita de lo alto de los cielos, la desesperanza nos precipita en el abismo infinito del mal, mientras que es suficiente un poco de esperanza para arrancarnos de él…».
Señor Jesús, que los signos de la conversión de los ninivitas y de los tres días de Jonás en el cetáceo, que fue una prefiguración de tu pasión, muerte y resurrección, sigan revelándonos el misterio de tu amor.
Señor, que tu mirada penetrante llegue hasta el fondo de nuestros corazones y sigamos cumpliendo cabalmente tus mandamientos.
Señor, inunda nuestros corazones con tu amor y, en silencio, nos unimos a ti en un diálogo permanente, que la voz clara de tu Palabra permita hacer realidad el proyecto que tienes para nosotros; estamos dispuestos a seguirte con alma, vida y corazón.
Por ello, Señor, nos comprometemos a reconocer tu presencia y divinidad en todas las situaciones que se nos presenten, en el prójimo, en las alegrías y tristezas, en todas las cosas, porque todo lleva tu divino sello. También, hago el propósito de hablar de ti, por lo menos, a una persona y testimoniar tu presencia en mi vida.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.