VIERNES DE LA SEMANA XXIX DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEMANA XXIX DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

SAN JUAN PABLO II, PAPA

«Cuando te dirijas al tribunal con tu adversario, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras van de camino; no sea que te lleve ante el juez y el juez te entregue al guardia y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo» Lc 12,58-59.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según San Lucas 12,54-59

En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Cuando ven subir una nube por el poniente, dicen enseguida: “Va a llover”, y así sucede. Cuando sopla el viento del sur, dicen: “Hará calor”, y así sucede. Hipócritas, si saben interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no saben interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no saben juzgar ustedes mismos lo que es justo? Cuando te dirijas al tribunal con tu adversario, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras van de camino; no sea que te lleve ante el juez y el juez te entregue al guardia y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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Hoy celebramos a San Juan Pablo II. Karol Wojtila nació en 1920 en Wadowice. Desde muy joven, durante la Segunda Guerra Mundial, trabajaba como obrero, pero en su corazón latía fuertemente su vocación sacerdotal. Fue ordenado sacerdote en 1946; en 1958 fue consagrado obispo auxiliar de Cracovia. Participó en el Concilio Vaticano II. En 1978 fue elegido papa; su pontificado ha sido uno de los más largos de la historia de la Iglesia, duró casi 27 años.

Ejerció su ministerio con incansable espíritu misionero y con una caridad abierta a toda la humanidad. Realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia, y 146 por el interior de este país. Su amor a los jóvenes le impulsó a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Juan Pablo II promovió el diálogo interreligioso, convocando a encuentros de oración por la paz, especialmente en Asís. Bajo su guía, la Iglesia celebró el Gran Jubileo del año 2000. Con el Año de la Redención, el Año Mariano y el Año de la Eucaristía, promovió la renovación espiritual de la Iglesia.

Realizó numerosas canonizaciones y beatificaciones para mostrar innumerables ejemplos de santidad, que sirvieran de estímulo a los hombres de nuestro tiempo. Dejó como legado múltiples documentos. Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005. El Papa Benedicto XVI lo beatificó el 1 de mayo de 2011 y el Papa Francisco lo canonizó, junto a Juan XXIII, el 27 de abril del 2014.

El pasaje evangélico de hoy está referido a dos temas fundamentales: el primero, el llamado de Jesús a aprender a leer con lucidez los signos de los tiempos; y el segundo es una exhortación a la reconciliación con el prójimo, antes de que sea demasiado tarde.

A través de un ejemplo de la naturaleza, Jesús nos hace ver que la aplicación de los ojos de la mente y del corazón puede servir para identificar y analizar las novedades del momento que nos toca vivir. Así, Jesús pasa de la meteorología al tiempo mesiánico, este último como sinónimo de eternidad. Pasa del análisis humano al discernimiento iluminado por la fe.

Jesús también hace un llamado a la reconciliación; es decir, a generar el espacio propicio donde la reconciliación sea posible.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo desea que nosotros no solo seamos espectadores de la historia, sino, participantes activos del proyecto de salvación que tiene para la humanidad. Esto significa que debemos estar atentos para contemplar e interpretar con lucidez los hechos que ocurren en nuestro alrededor y en el mundo a la luz de nuestra fe cristiana, considerando al presente como una llave para la eternidad. De esta manera, con la inspiración del Espíritu Santo podemos contribuir, con nuestras acciones, por más pequeñas que sean, al desarrollo de una sociedad más cristiana y humana.

Así mismo, Nuestro Señor Jesucristo nos exhorta a reconciliarnos con Él, a acudir al mar infinito de su misericordia, ya que solo Él puede perdonar nuestros pecados grandes y pequeños. Solo Él es capaz de liberarnos de las ataduras del pecado.

Hermanos: meditando la lectura de hoy, respondamos a la luz de nuestra fe: ¿Cómo respondemos a los acontecimientos que ocurren en nuestro país y en el mundo? ¿Acudimos frecuentemente al sacramento de la penitencia para reconciliarnos con Dios? ¿Cómo contribuimos para lograr la reconciliación entre personas distanciadas por conflictos?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a mirar cualquier acontecimiento de nuestras vidas, cercano, global o distante, a la luz de las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo. Así mismo, a acudir a su misericordia cuando pecamos, contribuyendo a la concordia en el mundo como un signo cristiano de todos los tiempos.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Padre eterno, tú que concediste los dones apostólicos a San Juan Pablo II, concédenos a nosotros la apertura de nuestros corazones para que, purificados por tu gracia, te sirvamos con amor.

Padre eterno, te ofrecemos el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y del mundo entero. Por su dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Espíritu Santo: te pedimos que inspires siempre nuestros pensamientos, palabras y acciones, para contribuir a la reconciliación de las personas en medio de sus diferencias, quítanos la ceguera para ver cada uno de tus signos.

Amado Jesús, Amor de los amores, mira con bondad y misericordia los corazones de los moribundos y lleva al cielo a todos los difuntos, especialmente, a aquellos que más necesitan de tu misericordia.

Madre Santísima, tú que acompañaste a San Juan Pablo II durante toda su vida, protégenos ante las asechanzas del maligno e intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios con un extracto de la Carta Apostólica «Novo Millennio Ineunte» de San Juan Pablo II:

«¿No es acaso un “signo de los tiempos” el que hoy, a pesar de los vastos procesos de secularización, se detecte una difusa exigencia de espiritualidad, que en gran parte se manifiesta precisamente en una renovada necesidad de orar? También las otras religiones, ya presentes extensamente en los territorios de antigua cristianización, ofrecen sus propias respuestas a esta necesidad, y lo hacen a veces de manera atractiva. Nosotros, que tenemos la gracia de creer en Cristo, revelador del Padre y Salvador del mundo, debemos enseñar a qué grado de interiorización nos puede llevar la relación con él.

La gran tradición mística de la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente, puede enseñar mucho a este respecto. Muestra cómo la oración puede avanzar, como verdadero y propio diálogo de amor, hasta hacer que la persona humana sea poseída totalmente por el divino Amado, sensible al impulso del Espíritu y abandonada filialmente en el corazón del Padre. Entonces se realiza la experiencia viva de la promesa de Cristo: “El que me amé, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él” (Jn 14,21) …

Sí, queridos hermanos y hermanas, nuestras comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas “escuelas de oración”, donde el encuentro con Cristo no se exprese solamente en petición de ayuda, sino también en acción de gracias, alabanza, adoración, contemplación, escucha y viveza de afecto hasta el “arrebato del corazón”. Una oración intensa, pues, que sin embargo no aparta del compromiso en la historia: abriendo el corazón al amor de Dios, lo abre también al amor de los hermanos, y nos hace capaces de construir la historia según el designio de Dios».

Queridos hermanos: invoquemos al Espíritu Santo para que nos prepare con el fin de ver los acontecimientos de nuestros tiempos con la luz de las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo. Hagamos el compromiso de acudir frecuentemente al sacramento de la penitencia y contribuir activamente a la reconciliación entre las personas en medio de sus diferencias.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.