LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA III DE ADVIENTO – CICLO C
«Yo los bautizo con agua; pero viene uno que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego» Lc 3,16.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 3,10-18
En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: «Entonces, ¿qué hacemos?». Él les contestó: «El que tenga dos túnicas, de una al que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: «Maestro, ¿qué hacemos nosotros?». Él les respondió: «No exijan más de lo establecido». A su vez, algunos soldados le preguntaron: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?». Juan les respondió: «A nadie extorsionen ni denuncien falsamente y conténtense con su sueldo».
Como el pueblo estaba a la expectativa, y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: «Yo los bautizo con agua; pero viene uno que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano la horquilla para separar el trigo de la paja en su granero y quemar la paja en la hoguera que no se apaga». Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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Hoy, tercer Domingo de Adviento, “domingo de gaudete” o de la alegría, y en el día de Nuestra Santísima Madre, la Bienaventurada Virgen de Guadalupe, PAX Televisión celebra 25 años al servicio de la Iglesia. Que la Santísima Trinidad, Nuestra Santísima Madre y San José sigan bendiciendo a las Misioneras de Pax Vobis, a la Comunidad de Jesús y benefactores que hacen posible esta obra de amor. Nuestro eterno agradecimiento al cielo.
En el pasaje evangélico de hoy, Juan Bautista exhorta a la conversión, presentándola como la actitud fundamental para preparar la venida de Nuestro Salvador. El que ha de venir está llamando a nuestras puertas con la voz del último de los profetas que nos invoca a compartir, a dar de comer al hambriento, a vestir al desnudo, a visitar al enfermo, a aliviar el sufrimiento de nuestros hermanos afligidos. En suma, a hacer presente a Jesús en la humanidad.
Este pasaje presenta también la bella metáfora de Juan Bautista de no ser digno de desatar sus sandalias, y reafirma la diferencia de su bautismo con agua y el bautismo de Jesús que iba a ser enriquecido con el Espíritu Santo.
En este “domingo de gaudete”, que toda nuestra fuerza expresiva manifieste a los cuatro vientos la alegría de la próxima Navidad, adhiriéndonos sin condiciones al llamado de Juan Bautista. Una alegría de Adviento siempre nueva y de cada día, aquella que trae la justicia y la paz.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
«Este tercer domingo de Adviento se caracteriza por la alegría: la alegría de quien espera al Señor que «está cerca», el Dios con nosotros anunciado por los profetas. Es la «gran alegría» de la Navidad que hoy gustamos anticipadamente; una alegría que «será de todo el pueblo», porque el Salvador ha venido y vendrá de nuevo a visitarnos desde las alturas, como el sol que nace de lo alto» (San Juan Pablo II).
El evangelio de hoy nos pone frente a la pregunta fundamental de este tiempo de Adviento: «¿Qué tenemos que hacer para esperar la venida de Nuestro Salvador?». Nuestra respuesta cotidiana y alegre debe ser: amar a Dios y al prójimo. Así mismo, dar constante testimonio de las veces en que nuestros corazones experimentaron el gozo indescriptible por haber encontrado al Señor.
Hermanos: ayudemos a nuestro prójimo a salir de la tristeza. Prediquemos la alegría imaginando a Nuestra Santísima Madre en estos días previos a la Navidad, radiante de gozo con el Hijo de Dios en su seno; ella, a pesar de las preocupaciones, nunca perdió la alegría, porque «el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros» (Jn 1,14).
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Oh, Dios, que contemplas cómo tu pueblo espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del Señor, concédenos llegar a la alegría de tan gran acontecimiento de sanación y celebrarlo siempre con solemnidad y júbilo desbordante.
Madre Santísima, Virgen de Guadalupe, te pedimos intercedas ante la Santísima Trinidad por los medios de comunicación del mundo, en especial por los medios de la Iglesia y, de manera particular, por PAX Televisión, que hoy cumple 25 años de fundación. Que la Santísima Trinidad otorgue a todos los medios de comunicación, la sabiduría para que transmitan el amor y la paz de Nuestro Señor Jesucristo.
Espíritu Santo, luz que penetra las almas, riega nuestros desiertos con ríos de agua viva e impúlsanos a seguir a Nuestro Señor Jesucristo cumpliendo sus enseñanzas.
Amado Jesús, imploramos tu misericordia para que todas las almas del purgatorio hereden la vida eterna.
Madre Santísima, Nuestra Señora de Guadalupe, esperanza nuestra, intercede por nuestras peticiones ante la Santísima Trinidad. Amén.
- Contemplación y acción
Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo, con un texto de San Juan Pablo II:
«“Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres; el Señor está cerca” (Fil 4,4-6). Con estas palabras del apóstol Pablo, la liturgia nos invita a la alegría. Es el tercer domingo de Adviento, llamado por este motivo domingo Gaudete. El Adviento es tiempo de alegría, pues permite revivir la espera del acontecimiento más alegre de la historia: el nacimiento del Hijo de Dios de la Virgen María. Saber que Dios no está lejos, sino cercano; que no es indiferente, sino compasivo; que no es ajeno, sino un Padre misericordioso que nos sigue con cariño con el respeto de nuestra libertad: esto es motivo de una alegría profunda que las cambiantes vicisitudes cotidianas no pueden menoscabar.
Una característica inconfundible de la alegría cristiana es que puede convivir con el sufrimiento, pues se basa totalmente en el amor. De hecho, el Señor -que está cerca de nosotros hasta el punto de hacerse hombre- viene a infundirnos su alegría, la alegría de amar. Solo así se comprende la serena dicha de los mártires incluso en medio de las pruebas, o la sonrisa de los santos de la caridad ante quien vive en medio del dolor: una sonrisa que no ofende, sino que consuela. “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. El anuncio del ángel a María es una invitación a la alegría. Pidamos a la Virgen Santa el don de la alegría cristiana».
Queridos hermanos: hagamos el propósito de ser testigos de Nuestro Señor Jesucristo en nuestras vidas. Dejemos que la alegría y la fuerza poderosa de su Palabra inspire nuestras ideas, proyectos y actividades.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.