SÁBADO DE LA SEMANA II DE ADVIENTO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA II DE ADVIENTO – CICLO C

«Pero les digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos» Mt 17,12.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 17,10-13

Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaban a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?». Él les contestó: «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero les digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos». Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan, el Bautista.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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El pasaje evangélico de hoy también se ubica en Marcos 9,11-13. En el evangelio de Mateo, forma parte del texto de la Transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo. Por ello, la pregunta que realizaron los discípulos surgió porque habían visto a Moisés y Elías en la transfiguración. Los discípulos, de acuerdo con la creencia popular, que enseñaban los doctores, dijeron que, si Elías no ha vuelto aún, Jesús no es el Mesías.

Jesús, en su respuesta, identifica la persona de Elías con la de Juan Bautista, quien cumplió con su tarea de preparar al pueblo para la venida del Salvador. De la misma manera que a Juan no lo reconocieron, sino que lo mataron, así también Jesús, el Hijo del Hombre, será malinterpretado y condenado a muerte.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Este tiempo de Adviento, de espera de Nuestro Señor Jesucristo, es un tiempo propicio para reflexionar sobre nuestro comportamiento cotidiano, contrastándolo con las enseñanzas del Señor.

La lectura de hoy muestra cómo la falta de entendimiento era algo muy común en los discípulos de Jesús y en sus seguidores. Sin embargo, el Maestro estaba allí, cercano en cuerpo y espíritu.

Hoy también, el mundo demuestra una gran falta de entendimiento y Nuestro Señor Jesucristo está presente cerca de todos en espíritu. Él mismo nos aseguró: «Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo»; así mismo, fue contundente cuando manifestó: «Pues, donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos».

Entonces, acudamos a la fuente de agua viva, a la fuente del entendimiento que es Nuestro Señor Jesucristo que nos habla e instruye a través de su Palabra y del Espíritu Santo. Preguntémosle a Jesús nuestras dudas a través de la Santa Biblia, de preferencia en comunidad, y con la dirección de un asesor espiritual.

Hermanos: meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿Reconocemos a Nuestro Señor Jesucristo en nuestra vida cotidiana, en las alegrías y en las tristezas? ¿Comprendemos el valor de la Cruz en nuestras vidas? ¿Ayudamos a otras personas a comprender el valor de la cruz de Nuestro Señor Jesucristo y a llevar sus cruces?

Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a reconocer a Nuestro Señor Jesucristo en todos los instantes de nuestras vidas y, así, contribuir a que otras personas lo reconozcan, lo conozcan y lo sigan.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Padre eterno, Dios todopoderoso, amanezca en nuestros corazones el resplandor de tu gloria, para que, disipadas las tinieblas de la noche, la llegada de tu Unigénito manifieste que somos hijos de la luz.

Amado Jesús, tú eres la Palabra eterna de Dios Padre, tú eres la infinita sabiduría con que fue creado todo el universo. Concédenos reconocerte a través de tu Palabra, de nuestros hermanos y en todo instante de nuestras vidas.

Amado Jesús, amado Maestro, escuela de luz, amor y misericordia, fortalece con tu Santo Espíritu a la Iglesia para que, en unión íntima contigo y encendidos por la fe, la esperanza y el amor, lleven tu Paz a toda la humanidad.

Amado Jesús, concede a todos los difuntos de todo tiempo y lugar el perdón, y ábreles las puertas de la mansión eterna.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Madre del Adviento, intercede por nuestras oraciones ante la Santísima Trinidad.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios con una homilía de Manuel Garrido Bonaño:

«El verdadero profeta está dominado por Dios. Y es tal su testimonio de vida que se halla pronto a morir por el Evangelio, por su fe cristiana. Su vida es ejemplar en todo, principalmente en la obediencia, en la humildad, en la caridad. Todo profeta auténtico prepara el camino del Señor, procura hacer rectas sus veredas, rellena los valles y allana la altivez, principalmente con su vida santa.

Con el Salmo 79 pedimos al Señor que nos restaure, que brille su rostro y nos salve … Dios no nos abandona. Actuó por medio de los profetas del Antiguo Testamento para preparar los caminos del Mesías. Envió a un nuevo Elías en la persona del Bautista. Él, el Pastor de Israel eterno, venga también ahora a visitar a su Viña, su Iglesia, y proteja a su escogida, a su amada.

En la tradición bíblica el profeta Elías había de venir. Elías ya vino, dice el Señor y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así, también el Hijo del Hombre va a padecer en manos de ellos. Cuando dijo esto el Señor, sus discípulos entendieron que se refería a Juan Bautista. Todo profeta es tal en relación con Cristo. Le prepara el camino de la conciencia de los hombres con su predicación y su testimonio de vida. Está dispuesto a desaparecer cuando Él llegue. Ha de percatarse de que su misión está cumplida. Sobre todo, le imitará en su conducta. Como Cristo, y como los antiguos profetas que lo anunciaron, el profeta de hoy y de todos los tiempos sabe que le espera la incomprensión, el sufrimiento, tal vez la muerte.

Pero no se busca a sí mismo; no se deja enredar por la soberbia sutil de sentirse “distinto” de los otros y, por consiguiente, mejor que los demás. No exige reconocimientos, ni honores. Acepta la dramaticidad de la fe y de su vocación. Está en paz con su conciencia. No quiere ser dominador del prójimo, sino solo un testigo, un colaborador, un servidor. Todos hemos de ser profetas si aceptamos las profundas exigencias de nuestro bautismo. Ante todo, y sobre todo, hemos de lograr humildad, servicio, caridad y, en una palabra, santidad de vida.

San Juan Crisóstomo alaba así la tarea de San Juan Bautista:

“Es deber del buen servidor no sólo el de no defraudar a su dueño la gloria que se le debe, sino también el de rechazar los honores que quiera tributarle la multitud… San Juan dijo “quien viene detrás de mí, en realidad me precede”, y “no soy digno de desatar la correa de sus sandalias”, y “Él os bautizará con el Espíritu Santo y el fuego”, y que había visto al Espíritu Santo descender en forma de paloma y posarse sobre Él. Por último, atestiguó que era el Hijo de Dios y añadió “he ahí al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” … Todos los demás profetas y apóstoles anunciaron a Cristo cuando estaba ausente. Unos, antes de su Encarnación; otros, después de su Ascensión. Sólo él lo anunció estando presente. Por eso también lo llamó “amigo del esposo”, pues sólo él asistió a su boda”».

Hermanos: hagamos el compromiso de pedir a la Santísima Trinidad los dones celestiales para entender y convertir las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo en acciones. Hoy, de manera especial, hagamos el compromiso de reconocer a Nuestro Señor Jesucristo a lo largo de nuestras actividades cotidianas, ya sea a través de nuestros hermanos o por el ejercicio de los dones que Dios nos ha otorgado.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.