FERIA PRIVILEGIADA DEL VIERNES DE LA SEMANA III DE ADVIENTO – CICLO C

LECTIO DIVINA DE LA FERIA PRIVILEGIADA DEL VIERNES DE LA SEMANA III DE ADVIENTO – CICLO C

Así, desde Abrahán a David fueron en total catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; y desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce generaciones. Mt 1,17.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1,1-17

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zara, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.

David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías engendró a Manases, Manasés a Amós, Amós a Josías; Josías engendro a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.

Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matan, Matán a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Así, desde Abrahán a David fueron en total catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; y desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce generaciones.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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En cualquier tiempo litúrgico, los días que no son domingo se denominan ferias. Como norma, las ferias ceden su celebración a todas las solemnidades y fiestas, combinándose con las memorias libres y obligatorias. Pero, dentro de los días feriales hay una jerarquía, hay ferias que tienen preferencia sobre cualquier otra celebración. En Adviento, las ferias de la última semana tienen preferencia sobre las memorias obligatorias y se les llama “ferias privilegiadas”. Estas tienen la finalidad de prepararnos más intensamente para la Navidad. Por eso, desde hoy, los textos de la liturgia nos van disponiendo para acoger al «sol que viene de lo alto para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz» (Lc 1,78-79).

El pasaje evangélico de la “feria privilegiada” de hoy se denomina “Genealogía de Jesús” y es la expresión solemne con la que comienza el evangelio de Mateo, quien presenta las cuarenta y dos generaciones desde Abrahán hasta llegar a Jesús. Una genealogía que nos ayuda a conocer nuestros orígenes.

En este sentido, Nguyen van Thuan, sacerdote vietnamita declarado venerable, afirmó: «Estoy convencido de que las palabras de la “Genealogía de Jesucristo” contienen el anuncio esencial de la Antigua y de la Nueva Alianza, el núcleo del misterio de la salvación, que nos encuentra a todos unidos … Verdaderamente, la misericordia de Dios se extiende y se extenderá de generación en generación, “porque es eterna su misericordia”. Que esta lista de nombres de pecadores y pecadoras que Mateo pone de relieve en la genealogía de Jesús no nos escandalice. En ella se exalta el misterio de la misericordia de Dios».

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

El pasaje evangélico de hoy describe de una historia real, una historia que evoca a hombres y mujeres con fortalezas y debilidades; que experimentaron alegrías, éxitos, fracasos y dolor como en cualquier familia humana.

En esta genealogía se identifican patriarcas, sabios, profetas; buenos y malos gobernantes; trabajadores, campesinos, desterrados, esclavos, emigrantes … Por ello, al meditar profundamente esta lectura debemos preguntarnos: ¿quién de nosotros se siente excluido de la familia de Nuestro Señor Jesucristo? ¿Quién no se sentirá llamado a participar de la plenitud de las promesas de Dios que se hizo hombre en medio de nuestra familia humana?

Hermanos: nadie debe sentirse excluido de la familia de Nuestro Señor Jesucristo. Por más pecadores que seamos, nadie debe sentirse excluido porque Nuestro Señor Jesucristo fue claro y contundente cuando dijo, en Lucas 19,10: «El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido». Por eso, todos estamos llamados a participar de las promesas de Dios Padre, ¡todos!

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Padre eterno, Dios nuestro, creador y redentor de la naturaleza humana, que has querido que tu Verbo, la Palabra eterna, se encarnase en el seno de la siempre Virgen María, escucha complacido nuestras súplicas, para que tu Unigénito, que ha tomado nuestra naturaleza humana, nos haga partícipes de su divinidad.

Amado Jesús, escuela de luz, amor y misericordia, tú que no despreciaste nuestra naturaleza mortal, ven y arráncanos del dominio de la oscuridad.

Amado Jesús, misericordia pura, concede a todos los difuntos de todo tiempo y lugar el perdón, y ábreles las puertas de la mansión eterna.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Madre del Adviento, intercede por nuestras oraciones ante la Santísima Trinidad.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto de León Magno:

«Dice Mateo: “Genealogía de Jesús, Mesías, hijo de David, hijo de Abrahán” (Mt 1,1) … Y así, mientras la Sabiduría iba construyendo su casa, “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14): habitó con la carne que había tomado del hombre y que animó con el aliento vital. La humildad fue tomada por la majestad, la debilidad por la potencia, la mortalidad por la eternidad, y, para destruir la deuda que pesaba sobre nuestra condición, sucedió así que, en conformidad con las exigencias de nuestra salvación, nació el verdadero Dios en una perfecta naturaleza de verdadero hombre. …

Enriqueció el elemento humano, pero no disminuyó el elemento divino. El rebajamiento que hizo -lo invisible, visible- y por el que el creador y señor de todas las cosas quiso ser un mortal común fue un acto de misericordia. Por tanto, el que en la condición de Dios se hizo hombre, en la condición de hombre se hizo esclavo.

El demonio se gloriaba porque el hombre, al caer víctima de su engaño, había quedado privado de los dones de Dios y, despojado del privilegio de la inmortalidad, había quedado herido por la inexorable sentencia de muerte… Hace, por consiguiente, su entrada en medio de las miserias de este mundo el Hijo de Dios: baja del cielo, su sede, pero no se separa de la gloria del Padre y es engendrado a través de un modo y un nacimiento absolutamente nuevos. Nuevo fue el modo, porque él, invisible en su naturaleza, se hizo visible en la nuestra; inalcanzable de por sí, quiso ser alcanzado; el que vivía antes de todos los tiempos, empezó a ser en el tiempo; siendo señor del universo, asumió la condición de esclavo, escondiendo la inmensidad de su majestad; siendo Dios inmortal, se dignó someterse a las leyes de la muerte. Y también fue nuevo el nacimiento con el que fue engendrado, porque la virginidad inviolada de la madre no conoció hombre, sino que suministró la materia de la carne.

Su nacimiento es extraordinario. El que es verdadero Dios es también verdadero hombre; en esta unidad subsisten en relación mutua la humildad del hombre y la alteza de la divinidad. Y como el Verbo no se separa de la gloria paterna, tampoco la carne abandona la naturaleza de nuestra estirpe humana».

Hermanos: acerquémonos a Nuestro Señor Jesucristo; que en esta Navidad Él llegue a nuestros corazones y ayudemos a que otros hermanos se acerquen a Él, porque Él nos está esperando a todos.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.