LUNES DE LA SEMANA II DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA II DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

SAN ANTONIO ABAD

«Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino revienta los odres, y se pierde el vino y los odres. A vino nuevo, odres nuevos» Mc 2,22.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2,18-22

En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando. Vinieron unos y preguntaron a Jesús: «¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, en cambio tus discípulos no ayunan?». Jesús les contestó: «¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar. Llegarán días en que les será arrebatado el esposo, entonces, aquel día, sí que ayunarán. Nadie cose un remiendo de tela nueva sobre un vestido viejo, porque el remiendo nuevo encoje y rompe el vestido viejo, y la rotura se hace más grande. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino revienta los odres, y se pierde el vino y los odres. A vino nuevo, odres nuevos».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«He visto tendidos sobre la tierra todos los lazos del enemigo, y gimiendo he dicho: “¿Quién podrá escapar de todos ellos?”. Y oí una voz que respondía: “La humildad”» (San Antonio, abad).

Hoy celebramos a San Antonio, abad, modelo de espiritualidad ascética. Nació en Egipto por el año 250, hijo de acaudalados campesinos.

Durante una celebración Eucarística escucho las Palabras de Jesús: «Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres». Por ello, al morir sus padres, San Antonio entregó su hermana al cuidado de las vírgenes consagradas, distribuyó sus bienes entre los pobres y se retiró al desierto donde comenzó a llevar una vida de penitencia. Organizó comunidades de oración y trabajo. En el desierto logró conciliar la vida solitaria con la dirección de un monasterio.

Tuvo muchos discípulos; trabajó en favor de la Iglesia, confortando a los confesores de la fe durante la persecución de Diocleciano y apoyando a san Atanasio en sus luchas contra los arrianos. Una colección de anécdotas, conocida como “apotegmas” demuestra su espiritualidad evangélica clara e incisiva. Murió alrededor del año 356, en el monte Colzim, próximo al mar Rojo.

Entre los capítulos 2 y 3 de Marcos se identifican cinco conflictos entre Jesús y las autoridades religiosas y fariseos. El primero de ellos está referido al perdón de los pecados, que se ubica en Mc 2,1-12. El segundo conflicto trata sobre el hecho de compartir mesa con los pecadores, ubicado Mc 2,13-17. El tercero es sobre el ayuno, que corresponde a la lectura de hoy. El cuarto conflicto trata sobre la observancia del sábado, situado en Mc 2,18-28. Y el quinto se refiere a la curación en sábado, ubicado en Mc 3,1-6.

El ayuno en el Antiguo Testamento generalmente se asociaba al luto; era una expresión de pena y desesperación debido principalmente al pecado o a una bendición que se deseaba profundamente. Mucho ayuno se realizó para propiciar la venida del Mesías.

Ante la polémica pregunta de los escribas y fariseos por la falta de ayuno de sus discípulos, Jesús les dice que Él es el esposo que Israel está esperando. Recordemos que en el Antiguo Testamento Dios se presentaba como el esposo de su pueblo Israel; al respecto, podemos leer a Isaías 62,5. Sus discípulos no necesitaban ayunar porque participaban de su gracia que los conservaba fuertes en la virtud.

En la parte final del texto, con dos bellas y cortas metáforas, de gran alcance y llenas de sabiduría, Jesús señala que los recipientes viejos no pueden contener la novedad.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

El proyecto de vida que proponía Nuestro Señor Jesucristo no encajaba en el modelo religioso y político de la época. Su Palabra es el vino nuevo que hace estallar el odre viejo. La novedad que representó la Palabra de Jesús, así como su ejemplo, generó incomodidad en muchos; en la actualidad, también resulta difícil que muchas personas asimilen las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

El núcleo esencial del mensaje de hoy está en la renovación interior de cada persona, como condición esencial para recibir el vino nuevo que Jesús trae. En cuanto al ayuno cristiano, este no puede ser regido por reglas y normas sino mediante una relación profunda con nuestro Señor. El ayuno descansa sobre la obra definitiva del Calvario, de donde procede toda gracia y bendición de Dios.

Hermanos: meditando la lectura, intentemos responder: ¿Cuáles son las seguridades a las que queremos aferrarnos para no aceptar el vino nuevo de Nuestro Señor Jesucristo? ¿Ayunamos de las cosas y situaciones que pueden alejarnos de Dios? ¿Contribuimos a que nuestras comunidades renueven sus odres?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a examinar nuestra fe y dejar que actúe en nosotros el vino nuevo del Espíritu de Dios; así mismo, a ayunar de las cosas que nos alejan de los preceptos cristianos.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, que concediste a San Antonio, abad, servirte en el desierto con una vida admirable, concédenos, por su intercesión, que, negándonos a nosotros mismos, te amemos siempre y sobre todas las cosas.

Padre eterno, haz que el Santo Padre, el papa Francisco, los obispos, sacerdotes y consagrados, guiados por el Espíritu Santo, nos ayuden a vivir con alegría nuestra vocación cristiana.

Amado Jesús, concédenos tu Santo Espíritu para que, iluminados por tu amor, acojamos con alegría el vino nuevo de tu gran lección de amor, y hacerla realidad a través de nuestra vida.

Amado Jesús, misericordia pura, tú que estás sentado a la derecha de Dios Padre, alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede por nuestras oraciones ante la Santísima Trinidad. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios con una oración de San Antonio, abad:

«Ruego por vosotros, noche y día, a mi Dios que les conceda los mismos dones que me ha concedido a mí por su gracia, no porque yo fuera digno de ellos…; el gran Espíritu de fuego que yo mismo he recibido. ¡Recibidlo, pues, también vosotros!

Y si queréis obtener que more en vosotros, presentad antes las fatigas del cuerpo y la humildad del corazón, elevando noche y día vuestros pensamientos al cielo. Pedid con corazón sincero este Espíritu de fuego, y les será dado…; cuando lo hayáis recibido, os revelará todos los misterios más altos… Os ruego que abandonéis vuestra voluntad carnal y mantengáis la serenidad en cada cosa, a fin de que, con el apoyo del Espíritu Santo, moren en vosotros las potencias celestes y os ayuden a cumplir la voluntad de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, a quien sea la alabanza eterna por los siglos de los siglos. Amén».

Queridos hermanos: hagamos el propósito de examinar nuestra vida interior y estar atentos para dejar que el Espíritu Santo vaya purificando nuestro seguimiento; esforcémonos en identificar aquellas seguridades a las que nos aferramos y que impiden recibir el vino nuevo de la Palabra de Dios. Así mismo, que nuestros ayunos nos alejen del pecado.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.