SÁBADO DE LA SEMANA II DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA II DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

SAN VICENTE, DIÁCONO Y MÁRTIR

«Está fuera de sí» Mc 3,21.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3,20-21

En aquel tiempo, Jesús fue a casa con sus discípulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían: «Está fuera de sí».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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San Vicente es uno de los tres grandes diáconos que dieron su vida por Cristo. Junto con Lorenzo Esteban Corona, y Laurel Victoria, forma el más insigne triunvirato. Este mártir es celebrado por toda la Cristiandad. Descendía de una familia consular de Huesca, y su madre, según algunos, era hermana del mártir San Lorenzo. Estudió la carrera eclesiástica en Zaragoza, al lado del obispo Valero, quien, por su falta de facilidad de expresión, lo nombró primer diácono para suplirle en la sagrada cátedra. Fue martirizado por Daciano en el año 304.

Los versículos 20 y 21 del pasaje evangélico de hoy son la parte inicial del texto denominado “Una nueva familia”, que comprende los versículos del 20 al 35. En estos dos versículos se habla de la intensa actividad que desarrolla Jesús y del conflicto con su familia, que no estaba de acuerdo con lo que hacía.

Jesús tuvo que pasar por la dura experiencia de una familia que pensaba que no estaba en sus cabales. Mientras tanto, las multitudes entusiasmadas buscan al rabí de Nazaret.

Se recomienda leer todo el segmento para comprender el mensaje fundamental del texto: la familia de Jesús, que es la familia del Reino de Dios, traspasa las fronteras biológicas y étnicas, y está constituida por todos los hombres y mujeres que hacen la voluntad de Dios. Entre los versículos 31 y 35, Jesús establece un parentesco espiritual que está por encima de la sangre. En el pasaje evangélico de hoy aflora la divina “locura” de Nuestro Señor Jesucristo.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

De acuerdo con los criterios humanos de la época y también de ahora, Nuestro Señor Jesucristo «está fuera de sí». No es fácil asimilar la “locura” divina que brota de manera incontenible del evangelio; solo es posible una interiorización a través de la fe y del amor. Por ello, naturalmente, Jesús «no estaba en sus cabales».

Si los santos hubieran pensado “razonablemente”, ninguno hubiera escalado y llegado a la cima de la santidad. La santidad requiere desafiar los cabales del mundo; por ello, pidamos al Espíritu Santo nos otorgue la fe, porque solo a través de la fe se sigue a Nuestro Señor Jesucristo que en el sermón de la montaña proclama la paradoja de las bienaventuranzas, llamando felices a los pobres y a los perseguidos por el reino de Dios; solo así es posible comprender a aquel que manda poner la otra mejilla al que nos abofetea, a quien propone el perdón de las injurias y el amor al enemigo en vez de la venganza, a aquel que entiende la autoridad como servicio y no como poder, a quien, por amor, se da todo sin pedir nada a cambio.

Así mismo, Nuestro Señor Jesucristo presenta el tránsito del parentesco natural al espiritual como el desenlace maravilloso por cumplir la voluntad de Dios Padre. Nuevamente, para creer en Él y seguirlo totalmente y con fe, no hay camino más directo, sencillo y corto que el amor.

Hermanos: meditando la lectura de hoy, intentemos responder: ¿La familia apoya o dificulta nuestra acción misionera a través de nuestra comunidad? ¿Estamos dispuestos a ser auténticos discípulos y misioneros del Reino de Dios? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a fortalecer nuestro parentesco espiritual con Nuestro Señor Jesucristo.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Dios todopoderoso y eterno, derrama sobre nosotros tu Espíritu, para que nuestros corazones se abrasen en el amor intenso que ayudó a san Vicente a superar los tormentos.

Amado Jesús, te alabamos, te bendecimos y te agradecemos eternamente porque nos concedes ser miembros de la familia trinitaria.

Amado Jesús, modelo de la caridad pastoral para todos los tiempos, fortalece en la Iglesia la gracia de fortalecer el vínculo espiritual de la humanidad con la Santísima Trinidad.

Espíritu Santo: libéranos de todas las ataduras del pecado y danos la fortaleza para ser apóstoles de Nuestro Señor Jesucristo.

Amado Jesús, concede a los difuntos de todo tiempo y lugar tu misericordia para que lleguen al cielo, y protege, del enemigo, a las almas de las personas agonizantes.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito de Clemente Romano:

«A ejemplos semejantes, pues, hermanos, hemos de adherimos también nosotros. Porque está escrito: “Acércate a los santos, porque los que se acercan a ellos serán santificados”. Y también dice el Señor en otro pasaje: “Con el inocente te mostrarás inocente, y con los elegidos serás elegido y con el ladino te mostrarás sagaz”. Por tanto, juntémonos con los inocentes e íntegros, que son los elegidos de Dios.

¿Por qué hay, pues, disensiones, facciones y guerra entre vosotros? ¿No tenemos un solo Dios y un Cristo y un Espíritu de gracia que fue derramado sobre nosotros? ¿Y no hay una sola vocación en Cristo? ¿Por qué, pues, nos separamos y dividimos los miembros de Cristo, y causamos disensiones en nuestro propio cuerpo, y llegamos a este extremo de locura?

Que el que ama a Cristo cumpla los mandamientos de Cristo. ¿Quién puede describir el vínculo del amor de Dios? ¿Quién es capaz de narrar la majestad de su hermosura? La altura a la cual el amor exalta es indescriptible. El amor nos une a Dios; “el amor cubre multitud de pecados”; el amor soporta todas las cosas, es paciente en todas las cosas. No hay nada burdo, nada arrogante en el amor. El amor no tiene divisiones, el amor no hace sediciones, el amor hace todas las cosas de común acuerdo.

En amor fueron hechos perfectos todos los elegidos de Dios; sin amor no hay nada agradable a Dios; en amor el Señor nos toma para sí; por el amor que sintió hacia nosotros, Jesucristo, Nuestro Señor, dio su sangre por nosotros por la voluntad de Dios, y su carne por nuestra carne, y su vida por nuestras vidas».

Hermanos: esforcémonos en cumplir las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo. Pidamos al Espíritu Santo que multiplique nuestros esfuerzos para hacer la voluntad de Dios y formar parte de la familia de Nuestro Señor Jesucristo. Amemos a Dios a través de nuestro prójimo, ayudando a las personas que aún no conocen a Dios a acercarse a Él para que experimenten su acción sanadora y liberadora.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.