LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEMANA VI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C
«El que quiera venir detrás de mí, niéguese a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará». Mc 8,34-35.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Marcos 8,24-9,1
En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo: «El que quiera venir detrás de mí, niéguese a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras, en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre entre los santos ángeles». Y añadió: «En verdad les digo que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto que el reino de Dios ha llegado con poder».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Señor Jesús, que hiciste la voluntad del Padre y viviste bajo su mirada, que también sea esencial para nosotros hacer tu voluntad, actuar siempre bajo tu mirada. Vivir de tu voluntad, de tu gloria. Que nuestro objetivo siempre sea hacer tu voluntad para gloria tuya. Que tu ejemplo sea nuestro pan cotidiano, nuestro alimento a cada instante, nuestro Dios y Señor» (Carlos de Foucauld).
El pasaje de evangélico de hoy, denominado “Condiciones para ser discípulo”, se encuentran luego del primer anuncio de la pasión y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Este texto también se ubica en Mateo 16,24-27 y en Lucas 9,23-27.
La clave de la sabiduría del texto está en el significado de la siguiente paradoja: «Porque quien quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará». Así, Jesús advierte a sus discípulos de las exigencias del seguimiento. Aun en medio de todas las dificultades, el verdadero discípulo anuncia y testimonia con valentía el Evangelio, sin ninguna alianza que no sea con Nuestro Señor. Incluso, está dispuesto a dar la vida por Él. Es la radicalidad del seguimiento.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
«Cargar la propia cruz no quiere decir cargar cualquiera sino la nuestra, aquella que Dios nos da. Quiere decir que debemos obedecer a Dios todas las horas, todos los instantes de nuestra vida, aceptando en cada momento, amorosa, paciente y valientemente su voluntad. Esto quiere decir obedecerlo de un modo perfecto» (Carlos de Foucauld).
Tengamos presente que los discípulos de Nuestro Señor Jesucristo lo dejaron todo y lo siguieron. Iban detrás de Él compartiendo todas las experiencias propias de su misión. Conforme iba pasando el tiempo, este seguimiento físico iba convirtiéndose en un seguimiento espiritual que transformó sus vidas, aun cuando en los momentos cercanos a la pasión de Nuestro Señor Jesucristo, muchos de ellos lo abandonaron.
El seguimiento a Jesús, a pesar de la fragilidad humana, debe ser radical. Jesús nos invita a la radicalidad del seguimiento: el que quiera seguirlo debe cargar con su cruz. Negarse a sí mismo, significa renunciar a ser el centro de uno mismo, colocando en ese lugar a Nuestro Señor Jesucristo. Cargar con la cruz, significa seguir a Jesús en medio de las dificultades que se pueden presentar, recordando que Él cargó con el madero y murió crucificado en la cruz.
Por ello, preparémonos para defender nuestra fe; acudamos a nuestros pastores para tener los argumentos bíblicos y espirituales que contrarresten las corrientes mundanas que promueven el aborto, la eutanasia, la ideología de género, el materialismo, entre otras conductas negativas.
Hermanos, cargar la cruz y seguir a Jesús es una decisión de ganancia plena. Y Nuestro Señor Jesucristo recompensará a cada uno según su conducta. Meditando el pasaje evangélico, intentemos responder: ¿Cómo es mi seguimiento a Jesús? ¿Cargo con mi cruz cotidiana en mi seguimiento a Jesús? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a purificar nuestro seguimiento cristiano.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Amado Jesús, tú que generaste las más hermosas respuestas de seguimiento de tus discípulos, despierta las vocaciones de seguimiento radical que están, especialmente, en los jóvenes. Te pedimos también por el Santo Padre, los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas, para que te sigan siempre, a pesar de las fatigas y contrariedades que se presentan en sus ministerios.
Amado Jesús, misericordioso Salvado, acudimos a ti para implorar tu perdón a todas las almas del purgatorio.
Madre Santísima, elegida desde siempre para ser santa e irreprochable ante el Señor por el amor, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
«No hay amor más grande que el que da la vida por los amigos», dice el Señor.
Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito del diario de Santa Faustina Kowalska:
«Mi Jesús, veo que al seguirte pasé por todas las etapas de la vida: infancia, juventud, vocación, trabajos apostólicos, Tabor, Jardín de los Olivos y aquí estoy ahora contigo en el Calvario. De pleno acuerdo me dejé crucificar y estoy crucificada. Aunque camine un poco, ya estoy estirada, despedazada, sobre la cruz y siento netamente que de tu cruz viene mi fuerza, que sólo tú eres mi perseverancia.
Más de una vez escuché la voz de la tentación gritándome “¡Desciende de la cruz!”. Sin embargo, la fuerza de Dios me fortifica. Abandono, oscuridad, diversos sufrimientos, golpean mi corazón. Sin embargo, la gracia misteriosa de Dios me sostiene y afirma. Deseo beber el cáliz hasta la última gota. Creo firmemente que tu gracia me sostuvo en el Jardín de los Olivos y ella me vendrá en ayuda, ahora que estoy en el Calvario.
Mi Jesús, Maestro, mis deseos están unidos a los deseos que tienes en la cruz. Deseo cumplir tu santa voluntad, deseo la conversión de las almas. Deseo que tu misericordia sea glorificada y que se realice pronto el triunfo de la Iglesia… Oh mi Jesús, ahora abrazo el mundo entero y te imploro por él tu misericordia».
Hermanos: oremos el día de hoy para que la Santísima Trinidad purifique nuestro seguimiento cristiano. Hagamos el compromiso de seguir a Nuestro Señor Jesucristo cargando nuestra cruz y realizando obras de misericordia en medio de las dificultades que se nos presentan y enfrentemos con valentía a las ideologías de muerte que el mundo propone.
Mantengámonos vigilantes para no caer en las tentaciones que nos propone el mundo; veamos cada tentación como una prueba, no caigamos en el desánimo, sino, más bien, hagámosle frente con fe, pidiendo siempre el auxilio del Espíritu Santo y la ayuda de Nuestra Santísima Madre, la Bienaventurada y siempre Virgen María.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.