LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA VII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C
«Sean compasivos como es compasivo su Padre». Lc 6,36.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6,27-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A los que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, oren por los que los injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite el manto, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. Pues, si aman solo a los que los aman, ¿qué mérito tienen? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacen el bien solo a los que les hacen el bien, ¿qué mérito tienen? También los pecadores lo hacen. Y si prestan solo cuando esperan cobrar, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. Más bien, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada; tendrán ustedes un gran premio y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sean compasivos como es compasivo su Padre; no juzguen, y no serán juzgados; no condenen, y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados; den, y se les dará: recibirán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Solo se puede quebrar la espiral de la venganza, el furor del odio, mirando a lo alto, a la paternidad misericordiosa de Dios, que llama a todos a la unidad del amor» (Enrico Masseroni).
El pasaje evangélico de hoy, denominado “Amor a los enemigos”, también se encuentra en Mateo 5,38-48. El texto es la continuación del discurso del llano que se inició con las bienaventuranzas que meditamos el domingo pasado, según Lucas. Hoy Jesús presenta dos grupos de nueve peticiones y en medio de ellas se encuentra la regla de oro: «Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes».
Jesús revela los mandatos claves para instaurar una sociedad sustentada en unas relaciones humanas contrarias a las establecidas hasta la actualidad. Las únicas armas que Jesús propone para este desafío son el amor, la bendición, la oración y el perdón, empezando por los enemigos.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
«Señor lleno de misericordia, ¡qué grande es tu amor por mí, pecador! Tú me has dado poder conocerte, tú me das a saborear tu gracia. “¡Gustad y ved qué bueno es el Señor!”. Tú me das a gustar tu bondad y tu misericordia, y día y noche mi alma se siente irresistiblemente atraída por ti» (San Silvano del Monte Athos).
Para empezar a recorrer el camino de la no violencia y de la paz del Señor, es necesario experimentar la fuerza transformadora del amor de Dios. Es imprescindible descubrir su misericordia. Solo aquellos que se han sentido rendidos ante la fuerza arrolladora de un amor que acoge a todos sin condiciones, que no juzga y que perdona, pueden poner la otra mejilla, pueden perdonar y orar por los enemigos.
Recorramos este camino de libertad, generosidad y amor; hagámoslo pidiendo al Espíritu Santo que haga brotar en nosotros el hermoso fruto de la magnanimidad, que consiste en la disposición de ánimo para realizar grandes cosas por Dios. Este fruto también se manifiesta perdonando con prontitud los agravios, olvidando rencores, siendo generosos y bondadosos con todos. Esta virtud se apoya en la humildad y en una vida llena de amor y deseos de hacer la voluntad del Señor, voluntad que encontraremos diariamente en las Escrituras y a través de nuestro diálogo personal y comunitario con Jesús.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Padre eterno, concédenos, Dios todopoderoso, que, meditando siempre las realidades espirituales, cumplamos, de palabra y de obra, lo que a ti te complace.
Espíritu Santo, fuente del mayor consuelo, otórganos un amor compasivo a todos nuestros hermanos para contribuir a romper las espirales de violencia que el mundo fomenta.
Amado Jesús, por tu infinita misericordia, concede a las benditas almas del purgatorio la dicha de sentarse contigo en el banquete celestial; y a las personas moribundas, concédeles el perdón y la paz interior, iluminándolas con la esperanza en la resurrección.
Madre Santísima, Madre del Amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Dios con un texto de Enrico Masseroni:
«El imperativo del amor, en Lucas, va en dos direcciones precisas. Por una parte, fija su atención en las grandes motivaciones: el “porqué” y el “cómo” amar; por otra, atraviesa la vida vivida. ¿Por qué amar? Sobre todo, porque el amor nos hace ser “hijos de Dios”. Al amar nos convertimos en lo que somos: hijos del Altísimo. Por consiguiente, el amor no es un simple código moral, sino la consecuencia de una identidad precisa: porque somos hijos. La filiación se encuentra en la raíz del amor, pero es también la meta de un itinerario espiritual. Somas hijos y llegamos a ser hijos a través del camino del amor. Por eso Lucas añade al por qué el camino del amor en su testimonio más exigente: la misericordia.
Solo se puede quebrar la espiral de la venganza, el furor del odio, mirando a lo alto, a la paternidad misericordiosa de Dios, que llama a todos a la unidad del amor. Y de este modo los imperativos del amor, en sus más concretas expresiones de vida, parecen mantenerse en pie sobre estos dos pilares: porque somos hijos y estamos llamados a amar como Dios: con su corazón. El imperativo del amor va, a continuación, en la dirección de lo concreto.
¿Qué significa amar? La respuesta de Jesús es de una claridad solar: amar significa hacer el bien a los enemigos, orar, dar sin esperar nada a cambia, no juzgar, perdonar. En suma, los caminos concretos del amor están abiertos al infinito. Ahora bien, los rasgos más evidentes del amor aparecen cuando los tomamos del amor a la medida de Dios. Son tres. En primer lugar, la universalidad. Tenemos que amar a todos, sin reservas. Incluso a los enemigos. La segunda dimensión del amor es la gratuidad. La razón del amor no es la contrapartida inmediata, sino el premio futuro, que será grande. Y, por último, existe una palabra para expresar la paradoja evangélica de un amor a la medida de Dios: perdón. “Perdonad y seréis perdonados?
Si el amor es el corazón del Evangelio, el perdón es la palabra más vertiginosa del amor, la más incomprensible desde el punto de vista humano. No sería creíble si Jesús la hubiera dicho sólo durante su ministerio, pero la pronuncio en la cruz: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen». Dios se revela en el Calvario como perdón».
Hermanos: pidamos al cielo la audacia de la magnanimidad para ser instrumentos de la paz del Señor. Recordemos la oración de la paz de San Francisco de Asís: “donde haya ofensa, ponga yo perdón…”.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.