DOMINGO DE LA SEMANA I DE CUARESMA – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA I DE CUARESMA – CICLO C

«Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto» Lc 4,8, Dt 6,13.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 4,1-13

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. No comió nada durante esos días, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: «Si tú eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan». Jesús le contestó: «Está escrito: «No solo de pan vive el hombre»». Después, llevándole a un lugar más alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo». Jesús le contestó: «Está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto»». Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con ninguna piedra»». Jesús le contestó: «Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios»». Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Tengan buen ánimo, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33) dice el Señor.

El pasaje evangélico de hoy se ubica también en Mateo 4,1-11. Narra cómo Jesús es conducido por el Espíritu Santo al desierto durante cuarenta días, donde fue tentado por el diablo en un momento de fragilidad y debilidad humana por su largo ayuno. Jesús, con su confianza plena en Dios Padre, con el dominio de las Escrituras y acompañado del Espíritu Santo y su sabiduría, salió vencedor.

Identifiquemos las tres tentaciones que el enemigo de Dios le presentó a Jesús: La primera es de carácter material y económico, que Jesús rechaza citando al Deuteronomio 8,3: «No sólo de pan vive el hombre». La segunda tentación es la del poder que Jesús rechaza citando al Deuteronomio 6,13: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto». Y la tercera tentación es la de la vanagloria y el prestigio, que Jesús la rechaza también con otro texto del Deuteronomio 6,16: «No tentarás al Señor, tu Dios».

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Meditemos con una homilía del padre jesuita Marko Rupnik:

«Dice el Sirácida: “Hijo, si te presentas para servir al Señor, prepárate para la tentación”. Las tentaciones burdas son típicas de los principiantes en la vida espiritual, pero, a los que ya caminan decididamente tras el Señor, las tentaciones se presentan de manera más refinada. Las primeras inducen al hombre a un egoísmo explícito, a servirse de todo para satisfacer sus propios deseos; las otras, en cambio, se esconden y se camuflan, presentándose bajo apariencia de bien, sugiriendo pensamientos conformes al alma: a los valientes, pensamientos valientes; a los generosos, pensamientos generosos; y a las personas devotas, pensamientos devotos. En Cristo tentado, los maestros espirituales encontraban el arte de defenderse de las tentaciones.

Cristo responde con la palabra de Dios: “No aceptar el diálogo con la tentación, sino oponer el arma de fuego que es la Palabra”. La memoria de la Palabra nos une al Señor y, como decían los padres del desierto, aunque nosotros no entendamos la Palabra, el diablo, en cambio, la entiende y huye de ella».

Hermanos: el acontecimiento de la triple tentación tiene un significado salvífico, ya que Jesús, con la fuerza de su ejemplo, nos instruye y nos brinda gratuitamente las herramientas para que nosotros enfrentemos victoriosos a las tentaciones que nos propone el mundo.

Al igual que Jesús, nosotros contamos con la fuerza del Espíritu Santo y la luz de la Palabra para enfrentar los combates espirituales cotidianos. Por ello, conviene preguntarnos: ¿Cuáles son las tentaciones que nos acechan? Cuándo somos tentados, ¿invocamos al Espíritu Santo, somos conscientes de que Jesús también fue tentado? ¿Acostumbramos a discernir para examinar las situaciones de tentación? Nuestro Señor Jesús recurrió a la Escritura para rebatir al tentador, ¿de qué manera enfrentamos al tentador y cómo fortalecemos nuestra fe? En esta Cuaresma, ¿qué aspectos de nuestras vidas debemos mejorar para vivir de acuerdo con las enseñanzas del Señor?

Recordemos que el demonio conoce bien las escrituras y jamás va a presentar sus tentaciones como algo malo para nosotros, nunca nos dirá que su propuesta nos conducirá a la ruina espiritual; al contrario, todo lo presentará como cosas buenas para nosotros. Estemos atentos.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Padre eterno: por medio de las prácticas anuales del sacramento cuaresmal concédenos progresar en el conocimiento del misterio de Cristo, y conseguir sus frutos con una conducta digna.

Señor Jesús, que tu ejemplo nos estimule y fortalezca en los combates espirituales y, victoriosos, alcancemos la corona de la salvación. Que la fuerza de tu Santo Espíritu nos acompañe en nuestros momentos de debilidad y disminuya la distancia que nos separa de tu corazón.

Amado Jesús, te suplicamos abras las puertas de tu Reino a los difuntos y protege a las almas de las personas agonizantes para que lleguen a contemplar tu rostro.

Madre Santísima, Madre del Amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos al Señor con un sermón de San Máximo de Turín:

«El Salvador responde al diablo: No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra de Dios. Todo el que se alimenta de la palabra de Cristo ya no tiene necesidad de alimento de la tierra, no puede ya desear el pan de este mundo. En efecto, el Señor es el mismo pan, como él enseña por sus palabras: “Yo soy el pan que ha bajado del cielo”. ¿Qué me importa el pan que me ofrece el diablo si yo tengo el pan que reparte Cristo? Adán perdió el Paraíso por causa del fruto, Esaú perdió su derecho de primogenitura por un plato de lentejas y Judas renunció a su rango de apóstol por un bocado. La comida que tenemos que tomar es aquella que abre el camino al Salvador, no al diablo, aquella que transforma al que la come en confesor de la fe y no en traidor.

El Señor tiene razón al decir, en este tiempo de ayuno, que es el Verbo de Dios el que alimenta para enseñarnos que no debemos pasar nuestros ayunos preocupándonos de este mundo, sino de la lectura de los textos sagrados. En efecto, aquel que se alimenta de la Escritura se olvida del hambre del cuerpo; aquel que se alimenta del Verbo celeste olvida el hambre. Pues bien, este es el alimento que nutre el alma y calma al hambriento: da también la vida eterna y aleja de nosotros las trampas de la tentación del diablo. La lectura de los textos sagrados es vida, como dice el Señor: “Las palabras que os he dicho son espíritu y vida”».

Hermanos, que la Palabra, hecha vida y servicio, sea uno de los fundamentos de nuestra unión con Jesús, con el Espíritu Santo y con Dios Padre. Conscientes de la existencia y acción del demonio en nuestras vidas y conscientes de nuestras debilidades, nos comprometemos a invocar la protección del Espíritu Santo, a pedir sus dones, y, a la vez, disponer nuestra mayor atención y vigilancia para no dejarnos sorprender por sus seducciones, disfrazadas de bondad.

Asimismo, será muy importante que, de manera decidida y firme, cuando se presente una tentación, no dialoguemos con el tentador; es decir, respondamos con un NO rotundo y definitivo, y no pensemos más en la idea, ni la traigamos continuamente a la mente.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.