LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA II DEL TIEMPO DE CUARESMA – CICLO C
SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús porque él salvará a su pueblo de los pecados» Mt 1,20-21.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 1,16.18-21.24a
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús porque él salvará a su pueblo de los pecados». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«El Señor encontró en José un segundo David a quien confió con toda seguridad sus designios más secretos. Le reveló, como otrora a David, los misterios de su sabiduría y le descubrió lo que ningún sabio del mundo conocía. Le permitió ver y entender lo que tantos reyes y profetas, a pesar de su deseo, no vieron ni entendieron. Mejor dicho: le dio a llevar, a conducir, a abrazar, a alimentar, a proteger este mismo misterio. María y José pertenecían, pues, los dos a la raza de David; en María se cumplió la promesa hecha antaño a David, mientras que José era el testimonio de este cumplimiento» (San Bernardo).
El evangelio de hoy, en la Solemnidad de San José, está ubicado después de la genealogía de Jesús, aunque el versículo 16 pertenece a esta.
Al igual que en la huida a Egipto, en el evangelio de hoy, el Señor le habla a José a través de sueños. San José fue elegido por Dios Padre para contribuir a que se establezca su reino, dando protección familiar y legal a la Virgen María, además de otorgarle la estirpe de David a Jesús.
Para que José ejerza su misión de protección a la Sagrada Familia, Dios Padre le otorgó la gracia de llevarla a cabo con fe, sencillez, humildad, discreción, obediencia y limpieza de corazón. Por eso, José simboliza a todas las personas que conocen nuestro origen, nuestra dimensión más profunda.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
En el mundo actual, en innumerables ocasiones pensamos que nuestros logros se oponen al poder de Dios y rivalizamos con el Creador y actuamos con incredulidad; sin embargo, San José es un maravilloso ejemplo de convencimiento pleno de que los logros del hombre son signo de la grandeza de Dios y un resultado de su inefable designio.
Por ello, cuanto mayor es el poder de una persona, su responsabilidad individual y colectiva es mayor ante Dios en su misión de contribuir a edificar un mundo más justo. En este sentido, San José es el mejor y el más grande referente para ejercer el cuidado de la familia de los hijos de Dios. San José es protector, intercesor, patrono de la Iglesia, defensor de las familias, es a quien vamos a invocar de manera especial.
Hagamos nuestra la siguiente reflexión de San Josemaría Escrivá de Balaguer:
«Mira cuántos motivos para venerar a san José y para aprender de su vida: fue un varón fuerte en la fe; sacó adelante a su familia – a Jesús y a María – con su trabajo esforzado; guardó la pureza de la Virgen, que era su esposa; y respetó – ¡amó! – la libertad de Dios, que hizo la elección no solo de la Virgen como Madre, sino también de él como esposo de santa María. San José, Padre y Señor nuestro, castísimo, limpísimo, que has merecido llevar a Jesús Niño en tus brazos y lavarlo y abrazarlo: enséñanos a tratar a nuestro Dios, a ser limpios, dignos de ser otros cristos. Y ayúdanos a hacer y a enseñar, como Cristo, los caminos divinos -ocultos y luminosos-, diciendo a los hombres que pueden, en la tierra, tener continuamente una eficacia espiritual extraordinaria.
Quiere mucho a san José, quiérelo con toda tu alma, porque es la persona que, con Jesús, más ha amado a Santa María y el que más ha tratado a Dios: el que más lo ha amado después de nuestra Madre. Se merece tu cariño, y te conviene tratarlo, porque es Maestro de vida interior y puede mucho ante el Señor y ante la Madre de Dios».
Hermanos: en este importante día, meditemos con la confianza en Dios que San José demostró, y respondamos: ¿Cómo está nuestro nivel de confianza en la Santísima Trinidad cuando disfrutamos de nuestras alegrías y enfrentamos las tribulaciones? ¿Obedecemos los mandamientos del amor? ¿A quién obedecemos?
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Padre Santo, tú que en la aurora del Nuevo Testamento revelaste a San José el misterio de nuestra salvación, que se mantuvo en silencio desde el origen de los siglos, ayúdanos a conocer cada vez más a tu Hijo, verdadero Dios y verdadero hombre.
Padre eterno, tú, que eres la fuente de toda justicia y deseas que todos seamos justos, ayúdanos, por intercesión de San José a agradarte en todas nuestras acciones.
Bienaventurado San José, intercede por todas las familias del mundo para que sean el reflejo de la Sagrada Familia, que tú custodiaste con tanto amor.
Amado Jesús, te suplicamos abras las puertas de tu Reino a los difuntos y protege a las almas de las personas agonizantes para que lleguen a contemplar tu rostro.
Madre Santísima, esposa del Espíritu Santo, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos las virtudes de San José mediante un fragmento de la liturgia griega Menaion:
«José, esposo de María, vio con sus ojos el cumplimiento de las profecías. Escogido para el matrimonio más ilustre, recibió la revelación por la boca de los ángeles que cantaban: Gloria al Señor porque ha dado la paz a la tierra.
¡Anuncia, oh, José, a David, padre del Hombre – Dios, los prodigios que tus ojos contemplaron! Has contemplado al niño en el regazo de la Virgen; lo has adorado con los magos; has glorificado a Dios con los pastores, según la palabra del ángel. ¡Pide a Cristo Dios para que salve nuestras vidas!
Dios inmenso ante el cual tiemblan las potestades celestiales, tú, oh, José, lo has cogido en brazos cuando nació de la Virgen; has sido consagrado por él. Por eso te veneramos hoy.
Tu alma fue obediente a los preceptos divinos; lleno de una pureza sin igual, mereciste recibir por esposa a aquella que es pura e inmaculada entre las mujeres; tú fuiste el guardián de esta Virgen cuando ella fue elegida tabernáculo del creador.
Aquel que con una palabra creó el cielo, la tierra y el mar, ha sido llamado hijo del carpintero, ¡hijo tuyo, admirable José! Tú fuiste llamado padre de aquel que no tiene principio y que te nombró administrador de un misterio que sobrepasa toda inteligencia.
Guardián santo de la Virgen bendita, tú has cantado con ella este cántico: “Que toda criatura bendiga al Señor y lo ensalce por los siglos”».
Hermanos: contemplando las hermosas virtudes que caracterizaron a San José, sumerjámonos en el abismo infinito de Dios, alabando y bendiciendo a la Santísima Trinidad por su amor y misericordia.
«¡Qué magníficas son tus obras Señor, qué profundos tus designios!». Hoy nos comprometemos a ejercitar continuamente nuestra confianza en Dios, no solo en las alegrías, sino, también, en las tribulaciones.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.