VIERNES DE LA SEMANA III DEL TIEMPO DE CUARESMA – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEMANA III DEL TIEMPO DE CUARESMA – CICLO C

SOLEMNIDAD DE LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

«Aquí está la esclava de Señor; hágase en mí según tu palabra» Lc 1,38.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,26-38

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntó qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?».

El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios no hay nada imposible». María contestó: «Aquí está la esclava de Señor; hágase en mí según tu palabra». Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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La Anunciación del Señor se celebra hoy, 25 de marzo, nueve meses antes del nacimiento de Jesús en la Noche Buena. La anunciación del misterio del Verbo Encarnado es una revelación de la Santísima Trinidad y es la manifestación más hermosa de la unión de Dios Padre con la humanidad, ya que la majestad de Dios asume totalmente nuestra humilde condición humana. Es la inmensa caridad divina.

Describamos brevemente algunos detalles de la anunciación: El ángel Gabriel, cuyo nombre significa “fuerza de Dios”, es el mensajero de Dios que se presenta ante María, una joven virgen. El ángel le explica a María que concebirá al Hijo de Dios, al que pondrá por nombre Jesús, que en hebreo significa “Dios salva”. Sobrepasando toda inteligencia y trascendiendo toda condición humana, el ángel le dice a María que el Espíritu Santo la cubrirá con su sombra. Y María ofrece a Dios su virginidad y su vida, aceptando la divina propuesta y manteniendo su virginidad, siendo inmaculada por toda la eternidad.

Este es el momento decisivo en que empieza la historia de amor increíble de Dios por la humanidad. De esta manera, el misterio de la eternidad entra en el tiempo.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Meditemos con San Pío de Pietrelcina:

«No sabes lo que la obediencia es capaz de producir por un sí, por un simple sí. “Que se haga en mí según tu palabra” … Y María se convierte en Madre de Dios. Diciendo su sí, se declara esclava del Señor y conserva intacta su virginidad, tan estimada por ella misma y por Dios. Por este sí de María, el mundo obtiene la salvación, la humanidad es rescatada. Entonces procuremos nosotros también cumplir la voluntad de Dios y digamos sí todos los días al Señor.

Que María haga florecer en tu alma nuevas virtudes y que te guarde. Ella es el mar que hay que atravesar para llegar a las costas esplendorosas de la eternidad. Permanece pues con ella. A ejemplo de María, apóyate en la cruz de Cristo. Encontrarás gran alivio y fortaleza. María permanecía de pie bajo la cruz, junto a su Hijo crucificado. En ningún momento Jesús la amó tanto como en aquel trance de sufrimientos intolerables».

El sorprendente y maravilloso milagro de Dios en la Anunciación sobrepasa la capacidad de admiración y entendimiento de nuestras mentes y rompe todos los esquemas humanos, ya que Dios siempre prefiere la sencillez alrededor de todo el misterio del Verbo Encarnado. La sencillez es el denominador común en la anunciación, en el nacimiento de Jesús, durante la vida del Redentor, en la Cruz y en la Resurrección.

Hermanos, a la luz de la docilidad y aceptación de Nuestra Santísima Madre, corredentora y esplendor de la nueva vida, respondamos: ¿Tenemos la disponibilidad de María para ser instrumentos de Dios? ¿Invocamos al Espíritu Santo en la realización de nuestras actividades cotidianas? ¿Acudimos a Nuestra Santísima Madre para acercarnos más a Jesús?

Que las respuestas a estas preguntas nos permitan reconocer en nuestra vida las manifestaciones divinas de la Santísima Trinidad y de Nuestra Santísima Madre, y podamos responderles con amor, obediencia y agradecimiento. Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a santificar nuestras realidades terrenas.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Padre Eterno, que, en tu infinita misericordia, visitaste a la humanidad a través de la encarnación de tu Hijo amado, haz que, con la fuerza de los dones de tu Santo Espíritu, respondamos con la disposición y docilidad de María para acoger la presencia de tu Hijo.

Padre Eterno, que tu Hijo, el Verbo Encarnado, more en nosotros a través de la Palabra convertida en acción santificadora y que sepamos reconocer al Espíritu Santo en toda circunstancia de nuestras vidas y, de manera especial, en los sacramentos. Renueva en la Iglesia la disponibilidad Mariana para acoger tus mandatos.

Amado Jesús, otorga tu misericordia a todos los difuntos y admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Otorga la protección a los agonizantes para que lleguen a tu reino.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, consuelo de los afligidos, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios a través de un sermón de Pedro Crisólogo:

«“La virgen se preguntaba qué significaba tal saludo”. La Virgen se detiene a reflexionar, porque responder enseguida es ligereza humana, mientras que reflexionar es, por el contrario, signo de máxima ponderación y de juicio maduro. Por consiguiente, el que no se sorprende de la actitud asumida por la Virgen y no admira su ánimo, ignora en gran medida la grandeza de Dios.

En efecto, mientras que ante Dios se espanta el cielo, tiemblan los ángeles, la criatura no rige, la naturaleza no le sostiene, una muchacha está en condiciones de contener a Dios en su seno, de acogerle, de ofrecerle una morada hospitalaria, a fin de que obtenga la paz en la tierra, la gloria en el cielo, la salvación a cuantos se desesperan, la vida a los muertos, un vínculo de parentesco entre el cielo y la tierra, la unión del mismo Dios con la carne, para recompensarla, por así decirlo, del préstamo de su seno. De este modo se cumple lo que había dicho el Profeta: “Mirad, el don del Señor son los hijos; su gracia, el fruto del vientre”».

Hermanos, que el amor de la Santísima Trinidad y el ejemplo de Nuestra Santísima Madre se manifiesten a través de nosotros, con la realización de obras de misericordia y la meditación de la Palabra, infundiendo un espíritu cristiano a la sociedad actual.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.