LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA IV DEL TIEMPO DE CUARESMA – CICLO C
«¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá de la descendencia de David, y de Belén, el pueblo de donde era David?» Jn 7,41-42.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Juan 7,40-53
En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: «Éste es en verdad el profeta». Otros decían: «Este es el Mesías». Pero otros decían: «¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá de la descendencia de David, y de Belén, el pueblo de donde era David?». Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían arrestarlo, pero nadie le echó mano.
Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: «¿Por qué no lo han traído?». Los guardias respondieron: «Jamás ha hablado nadie como ese hombre». Los fariseos les respondieron: «¿También ustedes se han dejado embaucar? ¿Hay algún magistrado o algún fariseo que haya creído en Él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos». Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?». Ellos le respondieron: «¿También tú eres galileo? Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta». Y se fueron cada uno a su casa.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Dar a cada uno de aquellos a quienes nos acercamos el testimonio de una caridad perfecta, dejarse encadenar en esa incesante y devoradora dependencia que nos mueve a amar a los demás, vivir con naturalidad el Sermón del Monte: ésa es la puerta del mar, la puerta estrecha que se abre a la caridad universal» ((Madeleine Delbrêl).
En la lectura de hoy la gente del pueblo discute sobre la identidad de Jesús; algunos, al ver sus obras y escuchar sus enseñanzas, comienzan a deslizar que es un profeta y otros que es el Mesías. Sus detractores, que era la mayoría de los sumos sacerdotes del sanedrín y muchos fariseos, deseaban arrestarlo y matarlo por la admiración que despertaba en sus seguidores debido a sus enseñanzas y autoridad divina con la que hablaba.
Nicodemo, haciendo una clara referencia al Deuteronomio, 1,16, señala: «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?». Así trata de calmar los ánimos de las autoridades religiosas que buscan utilizar su autoridad y poder para acallar a Jesús.
Hoy, Jesús nos llama a ser apóstoles, a defender nuestra doctrina, a no inhibirnos de esta vocación cristiana. Emprendamos este desafío, Dios nos otorgará la gracia para ser luz en medio de tanta oscuridad.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
El momento por el que transitamos requiere acciones y testimonios cristianos. Es urgente dar a conocer a Jesús, porque la ignorancia es uno de los más poderosos enemigos de Dios en la familia, en el país y en la humanidad. Así mismo, cada día se incrementa el ateísmo, el relativismo moral y el ataque a los principios cristianos.
Como en el tiempo de Jesús, hoy, muchas personas no pueden precisar la verdadera identidad de Jesús y, en sus búsquedas, realizan construcciones ideológicas alejadas de las enseñanzas del Maestro.
En aquel tiempo, los dirigentes religiosos, llenos de soberbia, envidia y utilizando todo su poder, buscaron acallar la fe de un pueblo que acogía las enseñanzas de Jesús. Pero Nicodemo, basándose en las Escrituras, nos brinda una lección de defensa de Jesús y de las personas que son atropelladas por las distintas facetas que tiene el poder.
Hoy vemos cómo muchas personas e instituciones que defienden la vida, la familia y otros valores cristianos, son atacadas al enfrentarse abiertamente al relativismo moral del mundo. Ante esta situación, como dice San Juan Pablo II: «Se necesitan heraldos del Evangelio expertos en humanidad, que conozcan a fondo el corazón del hombre de hoy, participen de sus gozos y esperanzas, de sus angustias y tristezas, y al mismo tiempo sean contemplativos, enamorados de Dios. Para esto se necesitan nuevos santos… Debemos suplicar al Señor que aumente el espíritu de santidad en la Iglesia y nos mande nuevos santos para evangelizar el mundo de hoy».
Por ello, es importante preguntarnos: ¿Cuál es la idea que tenemos sobre la identidad de Jesús? ¿Tenemos los argumentos para defender a las personas que son atacadas por ser testimonio de Jesús? ¿Puedo emprender una defensa más activa de la vida, de la familia y de los valores cristianos?
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Te pedimos, Padre eterno, que tu acción misericordiosa mueva nuestros corazones, ya que sin tu ayuda no podemos complacerte.
Padre Eterno, confiando en tu misericordia y bondad, te pedimos que fortalezcas nuestra fe en Jesucristo, con el fin de dejar de lado nuestros temores e indiferencias, y podamos defender y apoyar a las personas más necesitadas.
Espíritu Santo, fortalece nuestras capacidades para conocer e interpretar las Escrituras y dígnate poner en nuestro corazón, en nuestro pensamiento y en nuestros labios, las palabras para defender la vida, la familia y todos los valores cristianos.
Amado Jesús, tú que eres el autor de la vida eterna, acuérdate de los difuntos y dales parte en tu gloriosa resurrección. Otorga también la protección a los agonizantes para que lleguen a tu reino.
Madre Santísima, Madre del buen consejo, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito del beato Guerrico de Igny:
«Oh, bienaventurado Jesús, qué diferente es la alegría con la que en este tiempo consuelas a los que renuncian a la falsa y engañosa alegría del mundo; cuánto más vale tu misericordia que la vida. Tú, con tu misma pobreza, haces a tus pobres más felices que cuanto pueda hacerles el mundo con su gran abundancia. Y cuántos bienes brotaban de aquel de cuyo seno manaban los ríos de agua viva. No sólo brotaba del corazón la benevolencia de la caridad, sino que brotaba de su boca, con la impetuosidad de un torrente, el efluvio de la palabra a la que ninguno de sus adversarios podía resistir o contradecir, como se dice de Esteban: “No podían resistir a la sabiduría y al Espíritu que hablaba en él” (Hch 6,10). A estas alegrías, hermanos, os invita en este tiempo vuestro Consolador. Con este torrente de sus delicias desea saciar la sed de las mentes sedientas de aquellos que le aman. “Si alguien tiene sed que venga a mí y beba”, dice el Señor (Jn 7,37).
Oh generosidad de Dios que fluye de manera abundante, oh munificencia de la divina bondad que nunca disminuye. A todos ofrece el Espíritu cuyas primicias dio a los apóstoles. Ha abierto su tesoro, fuente de agua viva, tanto a los hombres como a las bestias, como si él mismo estuviera en deuda con todos: con los sabios y con los necios. “Todos los que tenéis sed venid al agua viva» dice en Is 55,1. Mira: no hace distinción de personas, no distingue las condiciones, no exige méritos: que venga todo el que tiene sed. A buen seguro, la gracia no recibe a los que están saciados; más aún, del mismo modo que llena de bienes a los hambrientos, envía con las manos vacías a los ricos».
Hermanos, tengamos presente los preceptos de Nuestro Señor Jesucristo para defender a las personas más necesitadas; así mismo, reafirmemos nuestro compromiso de defensa de la vida, de la familia y de los demás valores cristianos ante el relativismo que el mundo promueve.
También queremos mejorar nuestra defensa espiritual a través de la oración. Nos comprometemos el día de hoy a rezar y realizar obras de misericordia en favor de los hermanos más necesitados material y espiritualmente.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.