LUNES DE LA SEMANA II DE PASCUA – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA II DE PASCUA – CICLO C

SAN MARCOS, EVANGELISTA

«Vayan por todo el mundo proclamando el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado». Mc 16,15-16.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 16,15-20

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «Vayan por todo el mundo proclamando el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, los acompañará estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán sus manos a los enfermos, y quedarán sanos». Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor los asistía confirmando la palabra con las señales que la acompañaban.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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En este maravilloso tiempo pascual, camino a Pentecostés, celebramos la fiesta de San Marcos evangelista. San Marcos era primo de San Bernabé y acompañó a San Pablo en el primer viaje apostólico. Llegó a ser un hombre de plena confianza de San Pedro; por ello, su evangelio, que es el más corto de los cuatro, tiene mucha similitud con lo que San Pedro predicaba. Se dice que San Marcos fue nombrado obispo de Alejandría en Egipto, y que allá en esa ciudad fue martirizado por los enemigos de la religión un 25 de abril.

El pasaje evangélico de hoy está compuesto por dos segmentos: el primero se denomina “Misión de los discípulos”, entre los versículos 15 y 18; y el segundo está referido a la “Ascensión de Jesús”, entre los versículos 19 y 20.

El evangelio de San Marcos llega a su fin con este texto que nos relata la última aparición de Jesús antes de ascender al cielo. Jesús envía a los discípulos a extender el mensaje de salvación por todo el mundo; los que acojan dicho mensaje experimentarán una nueva vida, llena de amor, fraternidad y esperanza. Por ello, la proclamación del Evangelio constituye, para el cristiano, un deber primario, esencial.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

En la lectura de hoy y de los días previos, el hilo conductor de los textos evangélicos es la incredulidad de los discípulos. Sin embargo, Nuestro Señor Jesucristo sigue confiando y contando con ellos para la misión universal de proclamar el Evangelio a toda la creación. De manera similar, en la actualidad, pese a que muchas veces transitamos por momentos de incredulidad, Nuestro Señor Jesucristo sigue confiando en nosotros para la extensión de su Reino.

Esa incredulidad ha permitido, en algunas partes del mundo, la adopción de conductas que ofenden a Dios, como el aborto, la eutanasia, la ideología de género, la promoción sutil de la sexualidad por encima de los valores cristianos, las guerras, así como muchos otros comportamientos inspirados por la oscuridad. Ante esta situación, hoy más que nunca, todos debemos ser protagonistas de un proceso de transformación y conversión de toda la humanidad. Proclamemos el Evangelio con nuestras vidas, con humildad y valentía.

Hermanos: a la luz de la Palabra, respondamos: ¿Proclamamos el Evangelio a través de nuestras vidas? ¿Nuestra forma de vivir comunica la paz y la esperanza que Nuestro Señor Jesucristo nos otorga a través de su Santo Espíritu? Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a proclamar el Evangelio a través de nuestras acciones cotidianas, en nuestra familia, en la comunidad, en nuestros trabajos, en el país y, como ciudadanos globales, en la humanidad.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, que enalteciste a tu evangelista San Marcos con la gracia de la predicación evangélica, concédenos aprovechar de tal modo sus enseñanzas para seguir con fidelidad las huellas de Nuestro Señor Jesucristo.

En este camino de la Pascua de Resurrección a Pentecostés, amado Jesús, otorga a la humanidad la paz, la salud plena, la humildad, el servicio, la caridad y el amor fraterno. Te lo suplicamos Señor.

Espíritu Santo, dirige y santifica nuestros pensamientos, palabras y obras, y haznos dóciles a tus inspiraciones.

San Marcos, apóstol y evangelista, ruega e intercede por nosotros al enfrentarnos a la oscuridad en medio de nosotros. Intercede ante Nuestro Salvador para que nuestras acciones y vidas tengan como objetivo llegar al cielo.

Amado Jesús, te pedimos por todos los moribundos y difuntos, en especial, por aquellos que han partido o están partiendo de este mundo sin el auxilio espiritual, para que obtengan tu misericordia y tomen parte en tu gloriosa resurrección.

Madre Celestial, Madre de la Divina Gracia, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una homilía del papa Paulo VI:

«Hoy se celebra la fiesta de San Marcos. ¿Sabéis quién era San Marcos? Era un niño que vivía con su madre en Jerusalén, de buena familia. El será el que, precisamente aquí en Roma, se dice, escribirá el segundo Evangelio, el Evangelio de San Marcos. Precisamente en este Evangelio cuenta un episodio en el que hay que incluirlo a él también. La noche en que Cristo fue apresado, en el monte de los olivos, entregado por Judas, y abandonado por los discípulos, un muchacho, debía ser San Marcos, se unió al triste cortejo que, a la luz de las antorchas, conducía a Cristo a Jerusalén, donde sería procesado, insultado y condenado, como sabéis.

Marcos seguía a Jesús. Quizá le quería mucho. El hecho es que lo seguía, en aquella hora tremenda, mientras los demás habían huido. Pero sucedió que la tropa que llevaba preso a Jesús se dio cuenta de la presencia del muchacho; y entonces hubo alguno que trató de cogerlo, y lo cogió de hecho, agarrando la sábana con que el joven se había cubierto, que evidentemente se había levantado de la cama tapándose con aquella sábana. Y sucedió que Marcos, ágil y esbelto, se soltó y escapó, dejó la sábana en las manos de quien le había atrapado y también él huyó en la oscuridad de la noche, él también. ¿Sería, acaso, aquel muchacho animoso al principio y cobarde después, la imagen de algunos niños del pequeño clero, que primero siguen, buenos, muy buenos, a Cristo, pero cuando llega el día de serle fieles con constancia y sacrificio, abandonan la túnica en el camino —y no sólo la exterior— del niño puro, bueno y devoto, alumno del pequeño clero, y se van más lejos y son más cobardes, quizá, que los demás? ¿Seréis así también vosotros? Ciertamente que no, porque sois precisamente niños de una pieza, inteligentes y animosos.

También porque, como sabéis, aquel muchacho, Marcos, más tarde, después de la resurrección del Señor, volvió; más aún: fue uno de los más destacados de la primera comunidad cristiana; acompañó a San Pablo en la primera parte de su primer viaje misionero; luego siguió a San Pedro, y recogió las memorias de San Pedro y escribió, como decíamos, el segundo Evangelio, el Evangelio de San Marcos.

Que este santo evangelista os enseñe a querer bien siempre al Señor; y para ser siempre fieles, recordad: haced siempre como San Marcos, estad en la escuela y a la vera de San Pedro, y seréis también vosotros un poco evangelistas de Jesús».

Queridos hermanos: invocando siempre la inspiración y la protección del Espíritu Santo, vivamos la presencia invisible y trascendente de Nuestro Señor Jesucristo, y proclamemos el Evangelio a través de obras de misericordia en favor de aquellos hermanos más necesitados material y espiritualmente.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.