VIERNES DE LA SEMANA IV DE PASCUA – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEMANA IV DE PASCUA – CICLO C

BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DE FÁTIMA

«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí». Jn 14,6.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 14,1-6

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No se angustien; crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay lugar para todos, si no fuera así, ¿les habría dicho que voy a prepararles sitios? Cuando vaya y les prepare sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que donde esté yo, también estén ustedes. Y adonde yo voy, ya saben el camino». Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Jesús le responde: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«¡Dichosos, una y mil veces, los cristianos que ahora se aferran fiel y enteramente a María como a un áncora firme! ¡Los embates tempestuosos de este mundo no los podrá sumergir ni les harán perder sus tesoros celestiales!» (San Luis María de Montfort).

Hoy celebramos a Nuestra Santísima Madre, la Bienaventurada Virgen María de Fátima. En 1917, en un lugar llamado Cova de Iría, cercano a Fátima, en Portugal, la Virgen María se apareció a tres pequeños pastores: Lucía, Jacinta y Francisco.

Luego de ello, las apariciones se harían más frecuentes y aquellos niños serían los embajadores de la Madre del Cielo para llevar a todos el mensaje de paz en el que la Virgen nos hace un urgente llamado a la conversión. Hoy, Fátima es un lugar de continuo peregrinaje y la devoción a Nuestra Santísima Madre María se ha incrementado, haciéndose inolvidable su pedido de paz.

Entre los capítulos 13 y 17 de Juan, antes de ser arrestado, Jesús desarrolla un conjunto de enseñanzas de seguimiento y de vida eterna dirigidas a las primeras comunidades cristianas, y protagonizando una variedad de diálogos con sus discípulos.

El pasaje evangélico de hoy forma parte del texto “Jesús, camino hacia el padre”, que se extiende hasta el versículo 30. En los versículos 1 al 6, Jesús trata de calmar a sus discípulos ante la persecución que se ha desatado contra él, y también los va preparando para el momento de su ascensión al cielo. Por ello, los exhorta a creer y confiar en Dios Padre y en Él.

Los discípulos temerosos no comprenden las palabras de Jesús, por ello responde a Tomás con una expresión maravillosa, que es una fuente rica de confianza en Dios para toda la humanidad y toda la eternidad: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí».

El monje trapense Thomas Merton escribió: “Ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, ni manchar la alegría de la danza cósmica que siempre está ahí”. Convirtamos, pues, todas nuestras preocupaciones en oración y en seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo a través del servicio a los demás para que se abra paso la danza cósmica celeste.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Hoy, 13 de mayo, día en que celebramos a Nuestra Santísima Madre Virgen de Fátima, recordemos que ella es el canal a través del cual se derraman sobre la humanidad necesitada, las gracias de la Santísima Trinidad. Ella es la medianera de nuestra salvación. Hoy, como en las bodas de Caná de Galilea, nuestra madre María continúa con su misión con el fin de que nadie sea humillado, sino que irradie vida, alegría y el amor de Dios.

El miedo es el obstáculo más grande para el crecimiento espiritual de una persona y de una comunidad; en realidad, el miedo es el enemigo más cruel del amor. El miedo refuerza el egoísmo y muchos otros sentimientos negativos, bloqueando las posibilidades del servicio cristiano y debilitando la fuerza espiritual.

¿Cuántas veces nosotros también sentimos miedo, angustia y pesimismo ante la corrupción, el hambre y la miseria en la que viven tantos hermanos, ante la violencia e injusticia, ante el odio, el aborto, las ideologías que promueven la muerte y la ruina espiritual, y tantas otras situaciones inquietantes, como la actual pandemia que padece la humanidad? Frente a estos escenarios, Jesús nos responde: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí».

El mundo quiere llevarnos por caminos de libertinaje, pero Jesús es el Camino. El mundo nos plantea ideas “modernas”, pero Jesús es la Verdad. El mundo propone ideas de muerte disfrazadas de vida, pero Jesús es la Vida, la vida eterna. Por ello, el Evangelio es el lugar celeste donde podemos aprender la ciencia suprema de Nuestro Señor Jesucristo, la forma de imitarlo y hacer realidad sus enseñanzas por amor a Él, a Dios Padre y a Dios Espíritu Santo.

Hermanos, meditando la lectura de hoy, intentemos responder: ¿Cuáles son las angustian que nos inmovilizan espiritualmente? ¿Es Jesús el camino, la verdad y la vida para cada uno de nosotros? ¿Valoramos el tesoro que representa el Evangelio para nuestras vidas? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden, con el auxilio del Espíritu Santo, a superar los miedos, fortalecer nuestra fe y vivir con alegría y paz celestial.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, Padre eterno, que hiciste a la Madre de tu Hijo también Madre nuestra, concédenos que, perseverando en la penitencia y en la plegaria por la salvación del mundo, podamos promover cada día con mayor eficacia el reino de Cristo.

Padre eterno, autor de nuestra libertad y salvación, escucha las súplicas de quienes te invocamos, y pues nos has salvado por la sangre derramada por tu Hijo, haz que vivamos siempre por ti y en ti gocemos al encontrar la felicidad eterna.

Amado Jesús, camino, verdad y vida para la humanidad, líbranos con tu Santo Espíritu de caer en los abismos del miedo y del pesimismo.

Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, aumenta nuestra fe y otórganos los dones para seguir, servir y convertirnos en amigos de Nuestro Señor Jesucristo, mediante el servicio a los demás.

Amado Jesús, justo juez, sol de justicia, muéstrate compasivo y misericordioso con todos los difuntos de todo tiempo y lugar, y admítelos en la asamblea de tus santos.

Madre Celestial, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestra Santísima Madre con un escrito de Ricardo de San Lorenzo:

«Aunque ahora es la reina en el cielo, es ella la que obtiene siempre a todos los fieles la misericordia. Ya leemos en el evangelio que intercedió a su Hijo en favor de los hombres: “Hijo, no tienen vino” (Jn 2,2). Como si hubiera querido decir: Hijo, los hombres, hambrientos y sedientos, necesitan tu misericordia y tu amor, para que de ahora en adelante el vino de la gracia lleve alegría a los que hasta ahora había entristecido el sabor insípido de la observancia legal.

Cristo, por las oraciones y los méritos de su madre, sigue cambiando el agua de los pecados en el vino de la gracia, y el agua de las miserias en el vino de los consuelos. Esta madre intercede, en efecto, por nosotros con gemidos inenarrables: ella es la que nos obtiene, por su bondad, llorar nuestras culpas e impetrar con la oración el perdón».

Hermanos, invoquemos diariamente a Nuestra Santísima Madre para que ella, como medianera de toda gracia, pida que el Espíritu Santo nos fortalezca, inspire y nos mantenga unidos a Jesús, y también para que nos muestre los bienes que nacen de nuestra unión con Él.

Así mismo, hagamos el esfuerzo de discernir, con el auxilio del Espíritu Santo, sobre las propuestas que el mundo actual promueve, con el fin de fortalecer nuestro corazón, mente y acción cristiana a la luz de la Palabra de Dios. Definamos claramente y sin dudas nuestra posición cristiana frente a la corrupción, el hambre, la miseria, la violencia, el aborto, la eutanasia, el ataque a los principios cristianos de la familia, las ideologías que disfrazan la perdición con falso amor y tantas otras situaciones que azotan a nuestras sociedades. También estemos atentos a las personas que sufren, apoyémoslas.

Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.