DOMINGO XVII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO XVII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra, y al que llama se le abre» Lc 11,9-10.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,1-13

Una vez, estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando uno de sus discípulos le dijo: «Señor enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos». Él les dijo: «Cuando oren digan “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos ofende, y no nos dejes caer en la tentación”».

Y les dijo: «Si alguno de ustedes tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decide: “Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle”. Y, desde dentro, el otro le responde: “No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos”. Si el otro insiste llamando, yo les digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos para que no siga molestando se levantará y le dará cuanto necesite. Por eso yo les digo: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre ustedes, cuando su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Cómo sería el rostro y toda la persona de Jesús cuando estaba inmerso en oración, lo podemos imaginar por el hecho de que sus discípulos, sólo con verle orar, se enamoran de la oración y piden al Maestro que les enseñe también a ellos a orar. Y Jesús les contenta, como hemos oído, enseñándoles la oración del Padre Nuestro» (Raniero Cantalamessa).

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

«Los momentos de oración de Jesús motivan el ruego de uno de sus discípulos: “Señor, enséñanos a orar”. Su respuesta fue el Padrenuestro. Una oración sublime y profunda, una oración personal y comunitaria que después de dos mil años de uso conserva su frescor primero. El padrenuestro es la única oración que nos enseñó personalmente Jesús; y su tema central, es el reino de Dios. El Padrenuestro es un compendio del evangelio, la oración cristiana por excelencia» (Basilio Caballero).

En la oración del Padrenuestro nos dirigimos a Dios llamándolo confiadamente, Padre, y pidiéndole, a la vez, que su voluntad se haga realidad. Así mismo, es una oración que mira a la humanidad pidiendo el alimento diario, a la vez que presenta al perdón como un ejercicio pleno de amor y misericordia que Dios lo concede.

Además, Nuestro Señor Jesucristo es, de manera categórica, el garante de nuestra petición cuando nos dice: «Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra, y al que llama se le abre». Por ello, debemos orar en cada momento, como aquel que va a pedir a medianoche tres panes y no queda defraudado.

Tengamos muy presente a Jn 4,10: «Si conocieras el don de Dios», texto que en el que la maravilla de la oración se revela junto al pozo donde vamos a buscar nuestra agua: allí Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de beber.

Hermanos, como manifiesta el Padre Roberto Padrós: «La oración del Padrenuestro es pura gratuidad y por ello, eficaz. Mientras tengas un corazón grande, hazla pasa a través de él. Recuerda que desde ahora, tu misión es la de pedir a Dios desde tu oración que, antes de cualquier cosa, se haga su Santa Voluntad».

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, protector de los que en ti esperan y sin el que nadie es fuerte ni santo, multiplica sobre nosotros tu misericordia, para que, instruidos y guiados por ti, nos sirvamos de los bienes pasajeros y podamos adherirnos ya a los eternos.

Espíritu Santo, renueva el gozo, el valor y la espiritualidad de la oración cristiana de todas las personas y podamos seguir las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, el gran orante.

Amado Jesús, ten compasión de las almas benditas del purgatorio y muéstrales la hermosura de tu bondad y misericordia. Te lo suplicamos Señor.

Madre Santísima, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto de San Cipriano:

«¡Qué misterios amadísimos hermanos, los de la oración del Señor! ¡Cuántos y qué grandes, brevemente resumidos en esta plegaria, más espiritualmente copiosos y eficaces! De tal modo que no queda nada de cuanto se refiere a la oración y a la plegaria que no esté comprendido en este compendio de doctrina espiritual. Dice el Señor: “Así oraréis: Padre nuestro que estás en los cielos”. El hombre nuevo, renacido y restituido a su Dios por la gracia divina, lo primero que dice es Padre, porque ya ha empezado a ser hijo.

Vino a su casa -dice el Evangelio- y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron les dio el poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Así pues, el que cree en su nombre se hace hijo de Dios, y desde ese momento debe empezar a dar gracias y a confesar su filiación divina… Y no solo debemos observar y darnos cuenta de que llamamos Padre al que está en los cielos, sino que añadimos algo más y decimos “Padre nuestro”, es decir, de todos los que creen, de todos los que, santificados por Él y regenerados por el nacimiento de la gracia espiritual, han comenzado a ser hijos de Dios.

¡Cuán grande es la misericordia del Señor, cuán grande la abundancia de su amor y de su bondad para con nosotros! Pues ha querido que oremos en su presencia, que lo invoquemos como Padre y que, así como Cristo es el Hijo, así también nosotros nos llamemos hijos de Dios. Ninguno de nosotros se hubiera atrevido a usar tal nombre en la oración si no nos hubiera permitido, Él mismo, orar de este modo».

Queridos hermanos: hagamos el propósito de aprender a orar, a pedir como hijos; por ello, recemos cada día el Padrenuestro para renovar nuestra confesión de fe, aquella que nos urge siempre a perdonar, a pedir el pan de vida e invocar al Espíritu Santo que nos renueva y clama en nosotros: «Abba, Padre».

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.