VIERNES XXIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL VIERNES XXIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Un discípulo no es más que su maestro; cuando haya sido instruido, será como su maestro» Lc 6,40.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6,39-42

En aquel tiempo, Jesús dijo a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el pozo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la paja que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la paja del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita!, sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«El Señor nos enseña lo mismo cuando dice: “¿Cómo es que ves la mota en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que hay en el tuyo?” (Lc 6,41) Nos persuade con argumentos irrefutables de no querer juzgar a los demás y de examinar más bien nuestros corazones. Luego, nos exhorta a liberarnos de nuestras pasiones instaladas en el corazón. Dios cura a los de corazón contrito y quebrantado y nos sana de nuestras enfermedades espirituales. Porque, cuando tus pecados son más numerosos y graves que los de los demás ¿cómo les reprochas los suyos a los hermanos? Todos los que quieren vivir piadosamente, y, sobre todo, los que tienen que instruir a los otros, sacarán mucho provecho de este precepto. Si tienen virtud y equilibrio, dando ejemplo con su comportamiento evangélico, reprenderán con dulzura a los que todavía no han llegado hasta aquí» (San Cirilo de Alejandría).

El pasaje evangélico de hoy relata la parábola de Jesús respecto al guía ciego que termina por caer en el pozo junto al que pretende guiar; con ello nos enseña que nadie debe ponerse bajo la guía de un maestro incompetente, ni nadie, puede guiar a otros si realmente no está preparado.

Jesús señala que el maestro enseña con su testimonio, con su manera de vivir. Así mismo, nuevamente y en consonancia con el texto referido al amor a los enemigos que meditamos ayer, en Lc 6,27-38, Jesús señala que antes que juzgar a los demás debemos ser autocríticos, ya que la crítica indebida es un camino seguro a la hipocresía.

La corrección fraterna es bondadosa y honesta cuando es la expresión genuina del amor y del ejercicio de la conversión propia y ajena. Como dice Beda el Venerable: «Si Cristo nuestro Maestro prefirió amansar a sus perseguidores con la paciencia, preciso es que sus discípulos sigan la misma regla».

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

El buen maestro siembra el amor de la verdad en el corazón del discípulo y le muestra todos sus secretos escondidos sobre el saber al discípulo. El maestro también crece junto al discípulo que va germinando la semilla que él ha sembrado.

En el mundo existe una tendencia a identificar defectos, errores y maldades de manera constante en los demás y una gran lentitud para percibir sus propios defectos. Sin embargo, el orden exige limpiar primero el propio espíritu para poder, con un corazón más limpio, ver más claro y ser capaces de ayudar a mejorar a los demás. Jesús señala que, pretender lo contrario, es hipocresía, ya que los hipócritas no ven sus defectos.

El mundo promueve la soberbia y la hipocresía cuando la persona quiere exhibirse como modelo para los demás o pretende corregir a los demás basándose en una autoridad frágil y sin base moral. Nuestro Señor Jesucristo insiste que nos esforcemos por nuestra propia conversión para que luego tratemos de corregir a nuestros hermanos.

Hermanos: meditando la lectura, respondamos: ¿Somos conscientes de nuestras debilidades y nos esforzamos por superarlas invocando a la Santísima Trinidad? Que las respuestas a esta pregunta nos permitan ser buenos discípulos de nuestros maestros, en especial, de Nuestro Señor Jesucristo.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Amado Jesús, te suplicamos envíes al Santo Espíritu para que hagamos un examen de consciencia que nos permita corregir nuestros pensamientos y acciones que están alejados de tus enseñanzas. Otórganos la humildad para reconocer en ti, amado Señor, al único Maestro que puede guiar nuestras vidas.

Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, envía tu luz sobre los gobernantes de las naciones para que sean verdaderos guías de los pueblos siguiendo las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amado Jesús, misericordia pura e infinita, concede el perdón a las almas del purgatoria y llévalas al banquete celestial. Envía a San Miguel Arcángel para que proteja a las almas de las personas agonizantes ante los ataques del enemigo.

¡Dulce Madre, María!, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un sermón de San Efrén, diácono y doctor de la Iglesia:

«“Entonces verás claro” (Lc 6,42). Señor, con la meridiana luz de tu sabiduría disipa las tinieblas nocturnas de nuestra mente, para que, iluminada, te sirva en la renovación de nuestra vida purificada. La salida del sol señala el comienzo de las obras de los mortales; prepara tú en nuestros corazones una mansión para aquel día que no tiene ocaso.

Concédenos que en nuestra persona lleguemos a ver la vida resucitada y que nada aparte nuestras mentes de tus delicias. Imprime en nuestros corazones, por nuestra asidua búsqueda de ti, el sello de ese día sin fin que no comienza con el movimiento y el curso del sol.

A diario te abrazamos en tus sacramentos y te recibimos en nuestro cuerpo. Haznos dignos de sentir en nuestra persona la resurrección que esperamos.

Con la gracia del bautismo hemos escondido tu tesoro en nuestros corazones… Que seamos capaces de comprender la belleza de nuestra condición mediante esa belleza espiritual que crea tu voluntad inmortal en las mismas criaturas mortales…

Que tu resurrección, oh, Jesús, preste su grandeza a nuestro hombre espiritual (Cf. Ef 3,16); que la contemplación de tus misterios nos sirva de espejo para conocerla. (Cf. 1Co 13,12) … Concédenos, Señor, llegar cuanto antes a nuestra ciudad y, al igual que Moisés desde la cumbre del monte, poseerla ya por tu revelación (Dt 34,1)».

Queridos hermanos: en el amor de la Santísima Trinidad y de Nuestra Santísima Madre María, esforcémonos diariamente por nuestra plena conversión para que seamos verdaderos discípulos de Nuestro Señor Jesucristo.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.