MARTES XXIV DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL MARTES XXIV DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

SAN JUAN CRISÓSTOMO, OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA

«¡Joven, a ti te digo: levántate!» Lc 7,14.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 7,11-17

En aquel tiempo, Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naín e iban con él sus discípulos y mucha gente. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre que era viuda; y mucha gente del pueblo la acompañaba. Al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le dijo: «No llores». Y, acercándose al ataúd, lo tocó. Los que lo llevaban se detuvieron. Y Jesús dijo: «¡Joven, a ti te digo: levántate!». El muerto se incorporó y empezó a hablar; y Jesus se lo entregó a su madre. Y todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo». Este hecho se divulgo por toda Judea y por toda la región vecina.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«El amor, para los cristianos, es caridad divina que une a los hermanos. En las cartas del exilio, es impresionante la vuelta de Juan Crisóstomo al tema del amor a Dios y al prójimo, de la caridad sentida como pasión viva y casi loca, fuente de verdadera alegría, cima de la pureza» (Calogero Riggi, sacerdote).

Juan Crisóstomo nació en Antioquía, alrededor del año 349. Después de ser ordenado sacerdote se entregó con toda su alma a la predicación. En el año 397 fue designado obispo de Constantinopla. Su palabra, siempre clara e incisiva, le valió que reciba el sobre nombre de «Crisóstomo» («boca de oro»). Fue enviado al exilio al oponerse a la corrupción de los poderosos. Partió a la Casa del Padre el 14 de septiembre del año 407 en Camana Poetica, en la actual Turquía.

La lectura de hoy se ubica luego del pasaje en el que Jesús sana al siervo del centurión. En el pasaje de hoy, a diferencia de la sanación del centurión, no existe ninguna persona que interceda para aliviar el dolor desgarrador de la viuda que ha perdido a su único hijo. Es Jesús quien, con toda su divinidad, se compadece, consuela y restituye la vida al joven, hijo de la viuda de Naín. De esta manera, restituye también la vida de la viuda. Ante el prodigio, la muchedumbre reconoce a Jesús como su “gran profeta” por medio del cual, «Dios ha visitado a su pueblo».

La resurrección del hijo de la viuda de Naín es un anticipo de la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, que Dios Padre concede a la humanidad para aliviarla del dolor del pecado. De esta manera, Jesús nos ofrece una vida, la vida eterna, en la que la muerte ya no tiene poder.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

«Si actuamos como Jesús ante el dolor ajeno, aliviando y repartiendo esperanza, por ejemplo, a los jóvenes (“joven, levántate”), también podrá oírse la misma reacción que entonces: “en verdad, Dios ha visitado a su pueblo”. La caridad nos hace ser signos visibles de Cristo porque es el mejor lenguaje del evangelio, el lenguaje que todos entienden» (José Aldazabal).

Cuando pasemos por alguna tribulación, no dudemos en acercarnos a Nuestro Señor Jesucristo. Él es muy sensible al dolor humano; se compadece de nosotros, nos consuela, nos purifica y nos restituye la vida, tal como lo hizo con la viuda de Naín. Él siempre acude con prontitud y somos nosotros quienes tardamos en aceptar o nos negamos a recibir su ayuda y amor misericordioso.

Queridos hermanos, meditando la palabra de hoy, intentemos responder: ¿Cómo actuamos frente al dolor de las personas? ¿Aconsejamos a los jóvenes, presente y futuro de la cristiandad? ¿Oramos para que el Espíritu Santo fortalezca su fe en un mundo cada vez más distante de Dios? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a ser compasivos y misericordiosos con las personas que tienen necesidades espirituales y materiales.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, fortaleza de los que esperan en ti, que has hechos brillar en la Iglesia a san Juan Crisóstomo por su admirable elocuencia y su capacidad de sacrificio, te pedimos que, instruidos por sus enseñanzas, nos llene de fuerza el ejemplo de su valerosa paciencia.

Amado Jesús, compasivo y misericordioso, haz que cada uno de nosotros nos dejemos encontrar por ti y que siempre acudamos a tu llamado a seguirte. Te agradecemos porque con tu resurrección venciste a la muerte, eterna enemiga de la humanidad.

Espíritu Santo, otórganos un corazón como el de Nuestro Señor Jesucristo, compasivo y misericordioso, para superar la indiferencia ante el dolor humano y que nuestra compasión se convierta en acción solidaria.

Amado Señor Jesús, te suplicamos recibas en tu reino a nuestros hermanos difuntos y a las almas de las personas agonizantes.

¡Dulce Madre, María!, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios con una oración de San Juan Crisóstomo:

«Santo Dios, Tú habitas entre tus santos. Tú eres alabado por los serafines con el himno que te proclama tres veces santo y glorificado por los querubines y adorado por todos los poderes celestiales. Tú has creado todo de la nada. Tú creaste al hombre y a la mujer a tu imagen y semejanza y los adornaste con todos los dones de tu gracia. Tú das sabiduría y entendimiento al suplicante, y no te olvidas del pecador, sino que has establecido el arrepentimiento como camino de la salvación. Has permitido que nosotros, tus indignos siervos, estemos ahora delante de la gloria de tu santo altar y te ofrezcamos adoración y alabanza.

Maestro, acepta este himno que te proclama tres veces santo también de los labios de nosotros, pecadores, y asístenos con tu bondad. Perdona nuestras transgresiones voluntarias e involuntarias, santifica nuestras almas y nuestros cuerpos y concédenos poder adorarte y servirte en santidad todos los días de nuestra vida, por la intercesión de la santa Madre de Dios y de todos los santos en quienes te has complacido a través de todos los tiempos».

Queridos hermanos: que las obras de misericordia en favor de las personas más necesitadas espiritual y materialmente sean parte de nuestras actividades cotidianas. Pidamos que el Espíritu Santo nos proteja y nos conceda la gracia de fortalecer nuestra fe.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.