LECTIO DIVINA DEL DOMINGO XXVIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C
«Levántate y vete, tu fe te ha salvado» Lc 17,19.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,11-19
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se detuvieron a cierta distancia y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros». Al verlos, les dijo: «Vayan y preséntense a los sacerdotes». Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias. Este era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?». Y le dijo: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«La gratitud -que se ha definido como «la memoria del corazón»- no se hace patente ya por las cosas que tenemos ante los ojos cada día, en presencia de los milagros ofrecidos por la existencia cotidiana, a los que consideramos derechos adquiridos. No sabemos ya apreciarlos como eventos extraordinarios aun dentro de su puntualidad ordinaria… La fe, que es el milagro más grande, se considera como algo natural. No sabemos captarla en su aspecto de «evento extraordinario» y, sobre todo, de don. Tenemos que convencernos de que «todo es gracia». Nada se nos debe. No merecemos nada. Si todo viene de Dios gratuitamente, todo debe volver a él a través de la alabanza, la maravilla y la gratitud» (Alessandro Pronzato).
Entre los capítulos 9 y 19, Lucas describe el camino de Jesús hacia Jerusalén: una larga y dura caminata hacia la capital. Un camino que simboliza la conversión que cada uno de nosotros debe emprender, siguiendo a Jesús.
El texto de hoy marca el inicio de la última etapa de dicho trayecto; en él, diez leprosos se acercan a Jesús buscando ser curados y Jesús los envía a los sacerdotes para que los purifiquen de acuerdo con la Ley. Todos obedecieron y en el camino, quedaron curados.
Los diez recibieron el mismo beneficio; sin embargo, solo uno, un samaritano, aquel de quien menos se esperaba, reacciona alabando y agradeciendo la acción misericordiosa y gratuita de Jesús, que fue la sanación de su cuerpo y luego de su alma. Mientras tanto, los otros nueve, que pertenecían al pueblo elegido, actuaron ingratamente.
Los judíos del sur consideraban a los samaritanos infieles y adoradores de falsos dioses; había muchos prejuicios religiosos, políticos y sociales contra ellos. Sin embargo, Jesús rompe esquemas nuevamente y pone de ejemplo a un samaritano ante todos, porque, además de obediente, se mostró agradecido y se convirtió en testigo privilegiado de la salvación eterna que propone Jesús a la humanidad.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
«¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo… Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor» (Salmo 116,12-14.17).
Nuestro Señor Jesucristo llena de esperanza a los diez leprosos cuando los envía a los sacerdotes; esta obediencia se convierte en camino de salvación para el samaritano agradecido. Jesús, también hoy, llena a la humanidad de esperanza plena; sigue mostrándose compasivo y misericordioso con todos y de manera incesante. Somos nosotros quienes, muchas veces, desobedecemos y no somos conscientes de que todo lo que tenemos, incluso la vida, son dones gratuitos de Dios.
Esto ocurre porque adoptamos los estilos de vida que el mundo promueve, que ponen a la acción humana por encima de la de Dios. Basta ver cómo el mundo promueve el aborto, la eutanasia, la ideología de género, el egoísmo, entre otras conductas. El mundo considera que la libertad, que también es un don de Dios, está por encima de la Verdad, cuando es todo lo contrario: «La Verdad los hará libres» (Jn 8,32), y la Verdad es Jesús. Ante este panorama, pidamos al cielo para que la obediencia a Nuestro Señor Jesucristo sea de plena bendición y nos conduzca a la salvación.
Hermanos: a la luz de la Palabra, intentemos responder: ¿Somos agradecidos por todos los dones que Dios nos otorga a cada instante? ¿Somos agradecidos con las personas que nos ayudan? ¿Somos compasivos y misericordiosos con las personas más necesitadas? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a ser conscientes y agradecidos porque en nuestra vida, todas las cosas que poseemos son dones gratuitos de Dios.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Te pedimos, Señor, que tu gracia nos preceda y acompañe, y nos sostenga continuamente en las buenas obras.
Amado Jesús, tú que eres el médico de nuestras almas y de los cuerpos, te pedimos que alivies a los enfermos, des la paz a los agonizantes, visitándolos con tu bondad y misericordia.
Espíritu Santo: otórganos la sabiduría, el discernimiento y la fe para mantenernos alejados de las tentaciones de desobediencia e ingratitud a Nuestro Señor Jesucristo.
Amado Jesús, dígnate agregar a los difuntos al número de tus escogidos, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.
Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos el maravilloso amor de Dios con un escrito de San Claudio de la Colombière:
«La meditación sobre el amor de Dios me ha impresionado fuertemente considerando los bienes que recibo de Dios desde el primer momento de mi vida, hasta hoy. ¡Cuánta bondad! ¡Cuánto desvelo! ¡Cuánta providencia para el cuerpo y para el alma! ¡Cuánta paciencia! ¡Cuánta dulzura! …
Me parece que Dios me ha hecho penetrar y ver claramente esta verdad: primero, que Él está en todas las criaturas. Segundo, que todo lo que hay de bueno en ellas, es Él. Tercero, que es Él quien nos hace todo el bien que de ellas recibimos.
Lo que es más admirable es que Dios hace esto mismo con todas las personas, aunque nadie piense en ello, sino es alguna alma escogida o alguna alma santa. Es preciso que, al menos yo, piense en ello y sea agradecido.
Dios nos da incesantemente el ser, la vida, las acciones de todo cuanto hay en el universo creado. Esta es su ocupación en la naturaleza; la nuestra debe ser recibir sin cesar todo lo que nos envía de todas partes y devolvérselo con acción de gracias, alabándolo y reconociendo que Él es el autor de todas las cosas. He prometido a Dios hacer cuanto esté de mi parte».
Queridos hermanos: reconozcamos que todo lo que tenemos en nuestras vidas son dones que Dios nos ha otorgado gratuitamente y nosotros debemos reconocer su autoría y agradecer a Dios por tanto amor, bondad, misericordia. Que nuestra obediencia se manifieste a través de nuestras oraciones de alabanza y de obras de misericordia.
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.