LUNES XXX DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL LUNES XXX DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Y a esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que liberarla de sus ataduras en sábado?» Lc 13,16.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según San Lucas 13,10-17

Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga. Y había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Le impuso las manos y enseguida se enderezó y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: «Seis días tienen para trabajar; vengan en esos días a que les curen, y no en sábado». Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: «Hipócritas: cualquiera de ustedes, ¿no suelta al buey o al asno del pesebre y lo lleva a beber, aunque sea sábado? Y a esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que liberarla de sus ataduras en sábado?». Cuando decía esto, sus adversarios se sentían confundidos, mientras que la gente se alegraba de las maravillas que realizaba.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«La bondad de Jesús se aparta de todo formalismo y de todo legalismo. La ley solo ha de servir para ayudar al amor. Ésta es la gran Ley. El mismo Jesucristo reduce toda la ley al amor a Dios y al prójimo. Él vino a dar cumplimiento a la ley. Solo el pueblo sencillo y humilde puede apreciar esos gestos y esa doctrina sublime. Los soberbios, los autosuficientes, quedan vacíos. Son los más humildes los que mejor reciben la sanación y la salvación de Cristo, son ellos los que se atreven a pedírsela y a esperarla de su bondad» (San Jerónimo).

Las enseñanzas de Jesús y los signos que realiza tienen la virtud de rescatar al ser humano y devolverle la dignidad de hijo de Dios, tal como fue en el principio. Como se aprecia en la lectura de hoy, el legalismo conduce a actitudes absurdas, como las que denuncia Jesús y que no pueden ocultar la hipocresía de quienes las defienden. A los legalistas no les importa la curación y liberación de la mujer después de soportar una enfermedad durante dieciocho años; lo que les preocupa es que la norma no haya sido respetada. Se observa una contradicción mayúscula: se emplea la Ley de Dios para ir en contra del amor de Dios.

El suceso es también un ejemplo de la forma habitual de actuar de Jesús, que podía haber realizado muchas de sus sanaciones cualquier otro día de la semana; sin embargo, lo hace intencionalmente en sábado. De este modo, Jesús, estando al servicio de la liberación, buscaba dar mayor fuerza a su mensaje de que «no es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre» (Mc 2,27).

La acción de Jesús no se queda sólo en la recuperación de la mujer poniéndola de nuevo en actitud de contemplar a Dios para celebrarlo. Es también un anuncio de liberación que rescata el genuino espíritu de la Ley y del sábado poniéndolos otra vez como medios de crecimiento humano, pues se habían convertido en un fin en sí mismos.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo sana a una mujer sin que nadie se lo pida; su acto de misericordia es en sí mismo, un anuncio de la Buena Nueva y una enseñanza y confirmación de que el amor a Dios y al prójimo está por encima de cualquier norma.

La opción preferencial por la persona es un valor fundamental del Reino de Dios. Todo discípulo de Nuestro Señor Jesucristo debe participar activamente en su defensa. Incluso, cuando las leyes antepongan otros intereses a la protección de la persona, tenemos que reivindicar sus derechos. En este sentido debemos ser militantes activos en la defensa de la vida y en contra del aborto y la eutanasia; debemos ser defensores de la familia, de la pureza de la niñez y buscar siempre el bienestar de los más débiles e indefensos.

Con esta reflexión conviene formularnos las siguientes preguntas: ¿Ponemos siempre a las personas por encima de las normas? ¿Defendemos los derechos de los más débiles y vulnerables? En nuestro accionar cotidiano, ¿hacemos prevalecer el amor de Dios o nuestros criterios humanos? Que las respuestas a estas interrogantes nos ayuden a poner siempre el amor a Dios y al prójimo por encima de todo.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Amado Jesús, tú que liberas a los cautivos, que sanas a los ciegos, que enderezas a los que se doblan, que amas a los descartados, explotados y perseguidos, socorre con amor y misericordia a todos los hermanos nuestros que sufren por el olvido de la humanidad.

Santísima Trinidad, te presento mi corazón totalmente dispuesto a que sea sanado totalmente por tu misericordia y pueda obrar según tus mandamientos de amor.

Amado Jesús, Amor de los amores, mira con bondad y misericordia los corazones de los moribundos y lleva al cielo a todos los difuntos, especialmente, a aquellos que más necesitan de tu misericordia.

Madre Santísima, Madre de la Amor bendito, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios a través de un escrito de San Agustín:

«¡Cómo nos amaste, Padre bueno, que no perdonaste a tu Hijo único, sino que lo entregaste a nosotros pecadores!

¡Cómo nos has amado, precisamente a nosotros, por quienes él no consideró usurpación ser igual a ti y por quienes se hizo obediente hasta la muerte de cruz, siendo el único libre entre los muertos con poder para entregar su vida y poder para volver a recobrarla!

Por nosotros se hizo vencedor y víctima ante tus ojos. Y es vencedor precisamente por ser víctima. Por nosotros se ha hecho en tu presencia sacerdote y sacrificio. De esclavos nos ha hecho hijos para ti, naciendo de ti y sirviéndonos a nosotros.

Mis razones tengo para abrigar una sólida esperanza de que sanarás todos mis desfallecimientos y debilidades por medio de él, porque él está sentado a tu derecha, intercede por nosotros cerca de ti. Si no fuera así, no me quedaría otro recurso que la desesperación.

Mis flaquezas son muchas y grandes, sí, muchas y grandes. Pero tu medicina es mucho más efectiva. Si tu Palabra no se hubiera hecho carne, ni acampado entre nosotros, motivos tendríamos para considerarla alejada de todo contacto humano. Podríamos darnos por perdidos».

Hermanos: invoquemos al Espíritu Santo y pidamos la dulce intercesión de Nuestra Santísima Madre, para que Dios nos otorgue gracia de comprender y llevar a la práctica nuestros propósitos. Por ello, digamos juntos: Señor, hoy quiero empezar a ser perseverante en la oración que te dirijo; deseo y me propongo ser solidario con las personas que necesitan ayuda, anteponiendo tu amor a cualquier criterio humano. Señor, me comprometo a realizar obras de misericordia corporales y espirituales, y ser una persona que fructifica tu Palabra.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.