LECTIO DIVINA DEL VIERNES XXXII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C
SAN MARTÍN DE TOURS, OBISPO
«El que trate de conservar su vida la perderá; pero el que la pierda, la conservará» Lc 17,33.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,26-37
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en su azotea y tiene cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acuérdense de la mujer de Lot. El que trate de conservar su vida la perderá; pero el que la pierda, la conservará. Les digo esto: aquella noche estarán dos en una cama, a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos mujeres moliendo juntas, a una se la llevarán y a la otra la dejarán; estarán dos en el campo, a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán». Ellos le preguntaron: «¿Dónde Señor?». Él contestó: «Donde está el cadáver se juntarán los buitres».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Los méritos de Martín de Tours son demasiado grandes para que podamos formularlos con palabras. Nunca pasó un solo instante en el que no se entregara a la oración o no se aplicara a la lectura de las Sagradas Escrituras, y ni en la lectura ni en cualquier otra cosa que hiciera disminuía la intensidad de la oración en su alma». (Sulpicio Severo).
Hoy celebramos a San Martín de Tours, obispo. Nació en Panonia, Hungría, en el año 315. En su juventud tuvo una orientación hacia la carrera militar, participando en la guardia imperial romana desde los 15 años. A los 21 tuvo un encuentro en sueños con Jesús, quien le dijo “Hoy me cubriste con tu manto”, después de que cortara su capa para abrigar a un mendigo que tenía mucho frío.
Luego se hizo bautizar y dejó la guardia romana, y se convirtió en discípulo del obispo San Hilario. Después algunos años dedicados a la oración y al estudio de las Escrituras, en el año 370, fue nombrado obispo de Tours, ayudando a evangelizar muchos territorios rurales de Francia. Murió en el año 397.
El pasaje de hoy, con el de ayer, forma parte del texto denominado “La llegada del reino de Dios”, ubicado luego de la curación de los diez leprosos. En el texto de ayer Jesús señalaba que la llegada definitiva del Reino no se dará antes de que Él padezca persecución y rechazo por parte de los enemigos del plan de salvación.
Hoy, Jesús actualiza la Escritura y hace ver a sus discípulos que el diluvio universal y la destrucción de Sodoma son una prefiguración del fin de los tiempos. Es importante mencionar que el pasaje de hoy también se ubica en Mateo 24,37-42.
Jesús, cuando habla de aquellos que comían y bebían, hace un llamado al ejercicio espiritual de todas las actividades humanas. Jesús señala que puede regresar en cualquier momento; que nadie sabe el día, ni la hora, solo Dios Padre. Por ello, hay que estar vigilantes y preparados, contribuyendo a la creación de un mundo en el que reine la voluntad de Dios a través del espíritu de las bienaventuranzas y la fraternidad universal.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
El tiempo de Dios, Kairós, no es el tiempo humano, el chronos. El tiempo de Dios es independiente de nosotros; por ello, solo Dios Padre sabe el momento en que llegará el fin de los tiempos. La inquietud por el futuro ha sido una preocupación siempre latente en el ser humano, ello ha dado origen a grupos apocalípticos que juegan con la inocencia y credulidad de incautos.
Nuestro Señor Jesucristo nos previene de ese tipo de engaño y nos pide vivir en actitud vigilante, sabiendo que en cualquier momento podemos llegar ante su presencia; en este sentido, lo más importante para nosotros son las decisiones que tomemos cada día. Por ello, Nuestro Señor Jesucristo hace un llamado para que nuestras acciones humanas se conviertan en acciones espirituales. Mantengámonos firmes en la fe y ayudemos a que otros también fortalezcan su fe.
Una importante proporción de la humanidad vive inmersa en las realidades temporales del mundo sin considerar la presencia de Dios en su horizonte vivencial; no tiene en cuenta que llegará el día de la manifestación de Dios a cada persona, en el momento extremo de la vida. En dicho momento aflorará repentinamente el enorme valor de la vida humana y la medida del compromiso cristiano.
Cuando Jesús dice: «El que trate de conservar su vida la perderá; pero el que la pierda, la conservará», confirma su ministerio y asevera que la fuente de la vida está en la entrega de la vida; tal como lo señala en Juan 12,24: «En verdad les digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo. Pero si muere, da mucho fruto».
Hermanos: a la luz de la Palabra, intentemos responder: ¿Estamos dispuestos a dar fruto muriendo para el mundo? ¿Permanecemos vigilantes para no sucumbir ante el pecado y estar preparados para el encuentro con Dios en cualquier momento? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a responder afirmativamente al llamado de Nuestro Señor Jesucristo.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Padre eterno, que fuiste glorificado con la vida y la muerte de tu obispo san Martín de Tours, renueva en nuestros corazones las maravillas de tu gracia, para que ni la vida ni la muerte puedan apartarnos de tu amor.
Amado Jesús, tú quieres que vivamos de acuerdo con tus enseñanzas y criterios divinos, concédenos la gracia de perseverar en seguir tu camino y aspirar a los bienes del cielo.
Amado Jesús, concédenos tu Santo Espíritu para tener la fuerza testimonial de tus apóstoles y acercar a los hermanos que se han alejado de ti, a la fuente de tu misericordia.
Amado Jesús, otorga a los difuntos la felicidad de formar parte del Reino de los cielos, en compañía de Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, de San José y de todos los santos.
Madre Santísima, Reina de los ángeles, intercede ante tu amado Hijo por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Dios con una homilía de San John Henry Newman:
«Nuestro Señor y Salvador aceptó vivir en un mundo que lo rechazó; vivió allí para morir por él en el momento fijado. Vino como el sacerdote designado para ofrecer el sacrificio por los que no participaban en ningún acto de adoración… Murió y resucitó al tercer día, Sol de justicia (Mal 3,20), mostrando todo el esplendor que había permanecido escondido por la nubosidad del principio. Resucitó y está a la derecha de Dios, para interceder por sus sagradas heridas a favor de nuestro perdón, para reinar y conducir a su pueblo rescatado, y para verter sobre él de su costado traspasado las mayores bendiciones. Subió para descender en el momento fijado y juzgar al mundo que rescató… Elevó con él la naturaleza humana… porque un hombre nos rescató, un hombre ha sido exaltado por encima de toda criatura, haciéndose uno con nuestro Creador, y un hombre juzgará a los hombres el último día (Hch 17,31).
Esta tierra es tan privilegiada que nuestro juez no será un extranjero, sino el que es nuestro semejante, el que defenderá nuestros intereses y comprenderá plenamente con todas nuestras imperfecciones. El que nos amó hasta morir por nosotros, es designado misericordiosamente para fijar la medida y el valor final de su propia obra. El que aprendió de su propia debilidad a defender al débil, el que quiere cosechar todo el fruto de su Pasión, separará el trigo de la paja, de suerte que no se perderá ni un grano. El que nos hizo participar en su propia naturaleza espiritual, de quien hemos recibido la vida de nuestras almas, el que es nuestro hermano, decidirá de sus hermanos. ¡En este segundo advenimiento, que se acuerde de nosotros en su infinita piedad y misericordia, Él, que es nuestra única esperanza, Él, que es nuestra única salvación!».
Queridos hermanos: busquemos el don sobrenatural de la fe y de la sabiduría para vencer nuestro egoísmo y estar preparados para presentarnos ante Dios en cualquier momento. No dejemos que nuestros pensamientos se apoderen de nuestro estado de ánimo, sino, invoquemos y dejemos actuar al Espíritu Santo en nuestras vidas.
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.