VIERNES XXXIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL VIERNES XXXIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

DEDICACIÓN DE LAS BASÍLICAS DE LOS SANTOS PEDRO Y PABLO

Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios. Lc 19,47-48.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas, 19,45-48

En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Escrito está: “Mi casa es casa de oración”; pero ustedes la han convertido en una cueva de bandidos». Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Vosotros sois las piedras del templo del Padre, talladas para el edificio que construye Dios Padre, elevados hasta la cumbre por el instrumento de Jesucristo, que es su cruz, sirviéndoos del Espíritu Santo como cable. Vuestra fe os hace subir a lo alto, y la caridad es el camino que os eleva hasta Dios. Todos vosotros sois compañeros de camino, portadores de Dios y de su templo, portadores de Cristo, llevando los objetos sagrados, adornados totalmente con los preceptos de Jesucristo. Me alegro con vosotros…; me regocijo con vosotros que, viviendo una vida nueva, no amáis más que a Dios solo» (San Ignacio de Antioquía).

«La memoria de la dedicación de las basílicas de los Santos apóstoles Pedro y Pablo es una nueva ocasión, para reflexionar sobre la figura y la obra de los dos Príncipes de los apóstoles, y también sobre el culto excepcional que se les tributa a través de los siglos. Llegados al final de su vida, San Pedro y San Pablo fueron llevados por las circunstancias a hacer un pequeño balance de lo que el Señor había obrado por medio de ellos… Su cualidad de “salvados”, el ministerio entre el pueblo de Dios y, finalmente, el supremo testimonio con el derramamiento de su sangre, atrajeron a San Pedro y a San Pablo un culto del que son clara manifestación las basílicas cuya dedicación se festeja en este día». (Santoral).

Hoy meditamos el pasaje evangélico denominado “Jesús purifica el templo” que también se ubica en Mateo 21,12-17 y en Marcos 11,15-19. Cuando Jesús entra a Jerusalén, lo primero que hace es purificar el templo y lo hace con autoridad divina. Lo hace severamente porque el templo había perdido su identidad religiosa, como casa de oración, para convertirse en cueva de bandidos.

Desde tiempos de Moisés, todo israelita debía ofrecer algo en el templo. Para facilitar el cumplimiento de este mandato a las personas que venían de lejos, se había dispuesto que en los atrios del templo se vendieran animales para ser sacrificados. Lo que al principio podía considerarse tolerable, e incluso conveniente, había degenerado hasta tal punto en que se privilegiaban los intereses económicos por encima de los espirituales.

La purificación de Jesús adquiriere la categoría de signo profético ya que denuncia la corrupción de las autoridades religiosas de la época y anuncia el fin de la religión de la antigua alianza para dar paso a la auténtica religión que es la respuesta de la fe ante la revelación de Dios Padre, que es Nuestro Señor Jesucristo. Los sacerdotes, escribas y notables no entendían el accionar de Jesús y buscaban acabar con él, pero no pueden hacerlo porque «todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras».

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo, con poderes divinos y la ira santa purifica la casa de Dios de sacrilegios. Este celo ardiente e intensa piedad que nacía de su corazón, le irá conduciendo paulatinamente a ser, Él mismo, el templo que Dios Padre reconstruirá en tres días y en cuya memoria nosotros participamos en cada Santa Eucaristía. Así mismo, el Señor quiso inculcar a las futuras generaciones el respeto y la compostura que se debe manifestar en el Templo debido a su carácter sagrado.

Dejemos que Nuestro Señor Jesucristo purifique nuestros corazones de todo pecado que hemos incorporado en nuestras vidas al aceptar algunas propuestas mundanas. El Señor nos dice: «Mi casa es casa de oración»; acudamos pues a la Casa de Dios con amor, alegría y respeto, donde también nos espera Dios.

Hermanos: meditando la palabra, es conveniente que nos preguntemos: ¿Comprendemos que el signo de purificación de templo nos ayuda a purificar nuestro corazón y a liberarnos de las ataduras del pecado? ¿Acudimos con respeto a la Casa de Dios? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a ser templos del Espíritu Santo, dejando de lado la lógica humana con el fin de identificar y reconocer el rostro inconfundible de Nuestro Señor Jesucristo en el prójimo. Que también nos sirva para acudir de la forma adecuada a la Casa de Dios.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Defiende a tu Iglesia, Señor, con la protección de los apóstoles Pedro y Pablo, pues ha recibido por ellos el primer anuncio del Evangelio, reciba también, por su intercesión, aumento de gracia hasta el fin de los tiempos.

Padre eterno, tú que vas edificando el templo que somos nosotros, haz crecer unida a toda la Iglesia para que llegue a ser la Nueva Jerusalén, verdadera visión de paz.

Espíritu Santo, derriba las barreras levantadas por nuestro orgullo para que no se nos niegue, aunque seamos pecadores, la alegría de convertirnos en verdaderos templos de la presencia de Nuestro Señor Jesucristo, en el que podamos entrar en comunión plena y perfecta con Dios Padre.

Amado Jesús, mira con bondad y misericordia a las almas del purgatorio, alcánzales la recompensa de la vida eterna en el cielo.

María Santísima, modelo perfecto de escucha y docilidad a Dios, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una oración de la liturgia siriaca:

«Cuando tres están reunidos en tu nombre (Mt 18,20) forman ya una iglesia. Guarda a los millares aquí congregados: sus corazones ya habían preparado un santuario antes que nuestras manos construyeran éste para gloria de tu nombre. Que el templo interior sea tan bello como el de piedras. Dígnate habitar tanto en el uno como en el otro; tanto nuestros corazones como sus piedras está marcados con tu nombre.

La omnipotencia de Dios se hubiera podido levantar cómodamente, no más que tal como él con un gesto, ha dado existencia al universo. Pero Dios ha construido al hombre a fin de que el hombre construyera unas mansiones para él. ¡Bendita sea su clemencia que tanto nos ha amado! Él es infinito; nosotros somos limitados. Él ha construido para nosotros el mundo; nosotros le construimos una casa. Es admirable que el hombre pueda construir una morada al Todopoderoso presente en todo, a quien nada se le puede escapar.

Habita en medio de nosotros con ternura; nos atrae con vínculos de amor; se queda entre nosotros y nos llama para que escojamos el camino del cielo para habitar con él. Él dejó su morada y se escogió la Iglesia para que abandonemos nuestra morada y escojamos el paraíso. Dios habita entre los hombres para que los hombres encuentren a Dios».

Queridos hermanos: nosotros somos templo de Dios, por ello, hagamos el compromiso de acercarnos al sacramento de la penitencia de manera periódica y dejar que Nuestro Señor Jesucristo purifique nuestras vidas. Así mismo, acudamos frecuentemente a la Santa Eucaristía y participemos de la acción purificadora que llega a través del Espíritu Santo.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.