DOMINGO DE LA SEMANA II DE ADVIENTO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA II DE ADVIENTO – CICLO A

«Conviértanse, porque está cerca el reino de los cielos». Mt 3,2.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 3,1-12

Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Conviértanse, porque está cerca el reino de los cielos». De él anunció el profeta Isaías diciendo: «Una voz grita en el desierto: “Preparen los caminos del Señor, allanen sus senderos”». Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.

Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: «¡Raza de víboras!, ¿quién les ha enseñado a escapar del castigo inminente? Den los frutos que pide una sincera conversión. Y no se hagan ilusiones, pensando: “Abrahán es nuestro padre”, pues les digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene la horquilla en la mano, separará el trigo de la paja, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Para la Iglesia, estos domingos, incluyendo la fiesta del nacimiento y manifestación de Cristo (Navidad y Epifanía) forman el gran Adventus Domini. La liturgia del Adviento conmemora ante todo la Encarnación de Dios, su primera venida en carne humana. Pero la humanidad de Cristo, a partir de su resurrección, está inseparablemente unida a los esplendores de su glorificación» (Emiliana Löhr).

El pasaje evangélico de hoy también se ubica en Mc 1,2-8 y en Lc 3,3-17, en el que la Iglesia propone meditar la figura de Juan Bautista, quien alude al cumplimiento de las promesas mesiánicas en Jesús y al reconocimiento de su divinidad, ya que con Jesús se inicia la nueva creación. La expresión «Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego» resume y define de manera hermosa la vida de Jesús ya que Él comunicará a la humanidad la vida divina: «He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10,10).

Juan Bautista es la línea divisoria entre el antiguo y el nuevo testamento, es el enlace entre los profetas y Jesús: lo que los profetas vieron como futuro, él lo muestra como presente.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Ante la inminente llegada del Señor, la voz del profeta Isaías resuena clara y fuerte en Juan Bautista: «Preparen los caminos del Señor, allanen sus senderos» (Is 40,3). El eco de esta predicación de Juan Bautista llega hasta nosotros: nos exhorta a la conversión de nuestros corazones para recibir al niño Jesús en esta Navidad. Eliminemos, pues, todos los obstáculos que impiden vivir plenamente nuestra condición de cristianos. Solo Dios puede rebajar nuestro orgullo y voluntad egoísta, enderezando todo aquello que está torcido y convirtiéndonos en criaturas de Dios.

Juan nos brinda una gran lección: él predicaba con el ejemplo, dejando que sea Jesús el único protagonista. Su vida y acciones son un llamado para que llevemos una vida sencilla, procurando hacer el bien a los demás, con honradez, pureza y humildad.

Tengamos presente que la Navidad es lo que Dios quiere para la humanidad, tal como lo cantaron los ángeles en aquella noche bendita: «Gloria a Dios en los cielos y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor».

Hermanos: meditando la lectura, intentemos responder: ¿Cómo debemos preparar el camino al Señor? ¿Qué senderos debemos allanar en nuestras vidas? Que las respuestas a estas preguntas nos alienten a revestirnos de Cristo cada día, de su justicia, de su caridad, de su paciencia y de todas las virtudes que brillan en Él.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Dios todopoderoso, rico en misericordia, no permitas que, cuando salimos animosos al encuentro de tu Hijo, lo impidan los afanes terrenales, para que, aprendiendo la sabiduría celestial, podamos participar plenamente de su vida.

Espíritu Santo, fortalece nuestros intentos de preparación de los caminos del Señor y de allanar las sendas de nuestras vidas para unirnos a Jesús plenamente.

Amado Jesús, otorga a los difuntos la felicidad de formar parte del reino de los cielos, en compañía de Nuestra Santísima Madre y de todos los santos.

Madre Santísima, Reina de los apóstoles, intercede ante tu amado Hijo por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto de San Cirilo de Alejandría:

«“Aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego”. ¿Es posible que a una humanidad igual que la nuestra se le dé poder para bautizar en Espíritu y fuego? ¿Cómo es posible? Y, no obstante, hablando de un hombre que todavía no se había presentado, Juan declara que este bautiza en Espíritu y fuego: no como lo haría un siervo cualquiera, insuflando a los bautizados un Espíritu que no es el suyo, sino como alguien que es Dios por naturaleza, que da con su poder soberano lo que es suyo y le pertenece por naturaleza. Gracias a esta verdad se imprime en nosotros el sello divino.

En efecto, en Cristo Jesús somos transformados en imagen de Dos; no en el sentido de que nuestro cuerpo tenga que ser remodelado, sino que recibimos el Espíritu Santo, incorporándonos a Cristo mismo, hasta tal punto que podemos exclamar llenos de alegría: “Mi alma se alegra en el Señor, porque me ha vestido un traje de gala”. El apóstol Pablo dice: “Todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo”.

¿Hemos sido, pues, bautizados por la fuerza de un hombre? Silencio, tú que no eres más que hombre. ¿Quieres echar por los suelos nuestra esperanza? Hemos sido bautizados por Dios hecho hombre. Él libera de las penas y de las faltas a todos los que creen en él. Convertíos, que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo y recibiréis el don del Espíritu Santo. Él libera a los que se acogen a él, hace emerger en nosotros su propia naturaleza. El Espíritu pertenece al Hijo, que se hace hombre semejante a nosotros. Porque él es la vida de cuanto existe».

Hermanos: hagamos el compromiso de despojarnos de la impaciencia con que tratamos a algunas personas y actuemos con paciencia y con un trato más amable; de despojarnos del egoísmo y apego a los bienes materiales para revestirnos de generosidad y desprendimiento; de despojarnos de búsquedas desordenadas de placeres para revestirnos de actitudes que custodien la pureza; de despojarnos de la insensibilidad frente a las necesidades del prójimo y seamos solidarios; de despojarnos de resentimientos y rencores para revestirnos de sentimientos de perdón y misericordia con quienes nos han ofendido.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.