JUEVES DE LA SEMANA III DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA III DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

SANTOS TIMOTEO, OBISPO Y MÁRTIR, Y TITO, OBISPO

«La cosecha es abundante y los obreros pocos, rueguen, pues, al dueño del campo para que mande trabajadores para su cosecha. ¡Pónganse en camino!» Lc 10,2.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10,1-9

En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos y los envió delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares donde pensaba ir él. Y les decía: «La cosecha es abundante y los obreros pocos, rueguen, pues, al dueño del campo para que mande trabajadores para su cosecha. ¡Pónganse en camino! Miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no se detengan a saludar a nadie en el camino. Cuando entren a una casa, digan primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos la paz; si no, volverá a ustedes. Quédense en la misma casa, coman y beban de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No anden cambiando de casa. Si entran en un pueblo y los reciben bien, coman lo que les pongan, curen a los enfermos que haya, y digan: “Está cerca de ustedes el reino de Dios”».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«La fe es un espíritu de fuerza, caridad y prudencia. Eso es la fe. El espíritu de prudencia es saber que no podemos hacer todo lo que nos dé la gana, significa buscar caminos, maneras de llevar adelante la fe, pero con prudencia. Pidamos al Señor la gracia de tener una fe sincera, una fe no negociable, a merced de las oportunidades que se presenten. Una fe que cada día procuro reavivar o, al menos, pido al Espíritu Santo que la reavive de modo que pueda dar mucho fruto» (Papa Francisco).

Hoy celebremos a Timoteo y Tito. Los Hechos de los apóstoles y las cartas de san Pablo dan a conocer a Timoteo; en otras cartas se mencionan algunos encargos que le fueron confiados, entre ellos, la responsabilidad de la Iglesia de Éfeso. Timoteo, nació en Listra, era hijo de madre judía convertida al cristianismo y de padre griego, fue un estrecho colaborador de Pablo en la evangelización.

De Tito, habla Pablo en sus cartas. Era un cristiano procedente de paganismo, firme en la fe, activo y generoso en la evangelización, hombre de paz que ama y se hace amar, dotado de buenas aptitudes de organización. La carta a él dirigida lo presenta como responsable de la comunidad de Creta.

El pasaje evangélico de hoy narra el segundo envío de Jesús, de setenta y dos misioneros, que representan al presbiterado actual. El primer envío fue el de los doce apóstoles que representan al episcopado de la Iglesia naciente, tal como se aprecia en Lucas 9,1-6.

En este segundo envío, Jesús brinda los siguientes detalles de la misión: en primer lugar, la iniciativa de la misión parte del Señor, por eso les pide oración para que el contacto del misionero con Dios Padre ayude a que la misión sea fecunda. En segundo término, aludiendo a que estarán rodeados de lobos, Jesús les hace ver que serán perseguidos y correrán riesgos, pero él estará con ellos porque es su pastor. Además, Jesús les dio la potestad de vencer y dominar todo poder del enemigo. En tercer lugar, les indica que deben ir sin provisiones, ligeros de equipaje, evitar distracciones y llevar una vida austera, confiando en la hospitalidad de la gente, pero fundamentalmente, en la providencia divina. Y, en cuarto lugar, deben llevar un saludo de paz a todos, anunciando la cercanía del reino de Dios, sin excepciones, además de curar a los enfermos, expulsar demonios. En suma, deben llevar la misericordia de Dios, con fe, por donde vayan.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

«Por ello te aconsejo que reavives el don de Dios que te fue conferido cuando te impuse las manos. Porque Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de ponderación» Segunda carta de Pablo a Timoteo 1,6-7.

El llamado de Jesús a los misioneros y su envío tiene un carácter universal porque es imperioso anunciar la buena nueva. Todos estamos llamados a la misión de llevar la Palabra de Dios y su amor a toda la humanidad, empezando por nuestras familias, centros de trabajos y estudios, comunidades y por donde vayamos. La clave está en identificar los detalles de nuestra vocación para la misión, tomando plena conciencia de que todos somos portadores de un mensaje de salvación que no viene de nosotros, sino de Dios.

Conscientes de que las recomendaciones de Jesús son muy diferentes a los criterios del mundo, respondamos desde lo profundo de nuestros corazones: ¿Tengo un corazón disponible para llevar la buena nueva por donde voy, a través mis acciones y de mi conducta? Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a quitar de en medio los obstáculos que impiden ser misioneros muy activos de Nuestro Señor Jesucristo, comprendiendo que la misión no es fácil, pero, con la ayuda de Dios, todo es posible.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Padre eterno, que enriqueciste con virtudes apostólicas a los santos Timoteo y Tito, concédenos, por su intercesión, que, viviendo justa y piadosamente en este mundo, merezcamos llegar a la patria celestial.

Amado Jesús: queremos ponernos en camino, te rogamos nos concedas también los dones apostólicos y misionales para anunciar la alegría de la salvación que eres tú, amado Señor.

Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, inspira y fortalece a la Iglesia en la misión de llevar el Evangelio y la misericordia a toda la humanidad. Te rogamos que envíes más obreros para la misión y que la novedad del Evangelio sea aceptada por toda la humanidad.

Amado Jesús, concede a los difuntos de todo tiempo y lugar tu misericordia para que lleguen al cielo, y protege del enemigo a las almas de las personas agonizantes.

Madre Santísima, Madre del amor bendito, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo, con un texto de Jean Vanier:

«Jesús empezó su misión llamando a unos hombres y mujeres a los que dijo: “Deja todo, ven y sígueme”. Los eligió, los amó y los invitó a ser amigos suyos. Así fue como empezó todo: con una relación personal con Jesús, con una comunión con él. A continuación, Jesús los envió a realizar una misión: anunciar la Buena Noticia a los pobres, curar a los enfermos y liberar a la gente expulsando a los demonios.

Después de haberlos tenido sólo un poco de tiempo con él, los envió en misión, a fin de que pudieran conocer por experiencia la vida que brotaba en ellos y su capacidad de transmitirla; para que pudieran conocer su belleza más profunda y de qué eran capaces, a condición de seguir a Jesús y de dejarle actuar en ellos y a través de ellos.

Misión es ser fuente de vida para los otros. La misión es revelar a los otros su belleza fundamental, el valor y la importancia que tienen en el universo, su capacidad de amar, de crecer, de hacer cosas bellas y de encontrar a Dios. Es darles una nueva esperanza y una libertad interior más grande; es abrir las puertas de su ser para que puedan brotar nuevas energías; es quitar de sus espaldas el yugo del miedo y de la culpabilidad que les oprime.

Cuando Jesús envió a sus discípulos en misión, les recomendó que fueran pobres, que no llevaran nada consigo, y les ordenó cosas imposibles de cumplir con sus solas fuerzas. Es lo mismo para cada misión. Llevar la vida de Dios es algo que sólo se puede hacer si las personas son pobres, humildes y dejan pasar a través de ellas la vida de Dios. La misión implica esta pobreza. Requiere también tener confianza en la llamada de Dios y en su poder, que se manifiesta a través de la pobreza, la pequeñez y la humildad».

Queridos hermanos: como hijos de Dios Padre, asumamos el compromiso de identificar, con la gracia del Espíritu Santo, cuál es nuestra misión y los encargos espirituales en nuestras vidas para llevarlos a cabo con fe, con un corazón dispuesto y con la mirada puesta en Nuestro Señor Jesucristo. Dejemos que el Espíritu Santo nos inspire a través de la Palabra; así mismo, alimentemos nuestro corazón con la Santa Eucaristía y no dejemos de adorar al Santísimo Sacramento, ni de rezar el Santo Rosario.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.